The Adversiter Chronicle

martes, 31 de mayo de 2022

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
El mundo de ayer -Memorias de un europeo-
Autor: Stefan Zweig
Editorial: Quaderns Crema, S. A.
Traducción: J. Fontcuberta y A. Orzeszek
Edición: Diciembre de 2018

La propuesta de hoy es una deliciosa lectura que nos llevará a la Viena imperial de antes de la I Guerra Mundial hasta el exilio del autor debido a las leyes antisemitas nazis, siendo su obra catalogada de prohibida por el nazismo. Por el camino viajaremos por un mundo ya desaparecido que guarda sin embargo aterradoras similitudes con el presente. Disfrutaremos de la sensibilidad del autor, su viajes por Europa y sus anhelos de una patria común europea que ya es realidad y que vuelve a ser amenazada como entonces. Quienes gusten de la literatura disfrutarán de las inquietudes creativas del autor, sus visitas a nombres ilustres de su tiempo, compartir su admiración por los autores a la par que él mismo triunfa con sus libros y traducciones. De fondo, una Europa y una sociedad cambiante ante la llegada de tecnología que acorta distancias y cambia las costumbres. Es también la odisea de un judío errante, que anhela una patria que ama y escribe en su idioma pero que acabará convertido en apátrida cuando ser judío se convierte en un tormento en Alemania contagiando a su Austria natal...

Stefan Zweig (Viena 1881- Petrópolis 1942) fue un escritor y crítico austriaco. Hijo de industriales, no siguió ninguna carrera y desde muy joven se dio a conocer como poeta, impresionado por Verlaine. Desde 1919 vivió en Salzburgo, en 1934 emigró a Inglaterra y en 1940 a Brasil, donde se suicidó. Escribió novelas, dramas y ensayos, pero lo mejor de su producción son sus biografías por el análisis psicológico de las grandes personalidades que retrata. Su capacidad narrativa, la pericia y la delicadeza en la descripción de los sentimientos y la elegancia de su estilo lo convierten en un narrador fascinante, capaz de seducirnos desde las primeras líneas.
Datos sacados de la contraportada y sin más dilación unas breves reseñas que os inciten a su fascinante lectura:

Judíos de la Viena imperial...
"Esta clase de nobleza, que muchas familias judías se otorgaban de motu propio, a mi hermano y a mí desde pequeños ya nos divertía, ya nos irritaba. Constantemente oíamos decir que éstos eran gente `fina´ y aquéllos gente `ordinaria´, de todos nuestros amigos se investigaba si eran de `buena´ familia y se comprobaba tanto el origen de sus parientes hasta la última generación como el de su fortuna. Esta manía de clasificar, que era realmente el objeto principal de todas las conversaciones familiares y sociales, nos parecía de lo más ridículo y esnob a la vez, ya que en el fondo todas las familias judías procedían del mismo gheto, con una diferencia de cincuenta o cien años. Sólo más tarde comprendí que el concepto de `buena familia´, que a los niños nos parecía una farsa y una parodia de una pseudo aristocracia artificial, expresaba una de las tendencias más íntimas y secretas del carácter judío. En opinión generalmente aceptada, la verdadera y típica finalidad de la vida de un judío consiste en hacerse rico. Nada más falso. Para él, llegar a ser rico significa sólo un escalón, un medio para lograr el auténtico objetivo, pero nunca es un fin en sí mismo. El deseo propiamente dicho del judío, su ideal inmanente, es ascender al mundo del espíritu, a un estrato cultural superior."

Ídolos poéticos de los estudiantes vieneses...
"Rilke, a su vez, significó para nosotros un estímulo de otra naturaleza, que completaba el de Hofmannsthal con un efecto sedante. Porque rivalizar con Hofmannsthal habría parecido blasfemo hasta al más osado de entre nosotros. Sabíamos que era un prodigio inimitable de perfección precoz que no se podía repetir, y cuando, a nuestros dieciséis años, comparábamos nuestros propios versos con los ya celebérrimos que él había escrito a la misma edad, nos moríamos de vergüenza; asimismo, nos sentíamos humillados en nuestro saber ante el vuelo de águila con el que él, todavía en el instituto, había recorrido el universo del espíritu. Rilke también había empezado a escribir y a publicar versos igual de pronto, a los diecisiete o dieciocho años, pero, a diferencia de Hofmannsthal, además en el sentido absoluto, sus poesías resultaban inmaduras, infantiles e ingenuas; sólo con indulgencia se podía hallar algunas huellas de un talento áureo. No fue sino más tarde, a sus veintidós o veintitrés años, cuando ese poeta extraordinario, al que nosotros amábamos con desmesura, empezó a moldear su personalidad, cosa que por sí sola ya era un consuelo para nosotros. De modo que no era imprescindible ser perfecto ya en el instituto, como Hofmannsthal; podíamos probar, ensayar, formarnos, progresar como Rilke. No era necesario darnos por vencidos enseguida sólo porque de momento escribíamos cosas imperfectas, inmaduras 
e irresponsables, pues a lo mejor éramos capaces de repetir, ya no el milagro de Hofmannsthal, pero sí el ascenso más pausado y normal de Rilke."

Primeras publicaciones...
"Donde más repercusión tuvo mi admisión solemne en el Suplemento Literario de la Neue Freie Presse fue en mi vida privada. Gracias a ella adquirí una seguridad inesperada ante mi familia. Mis padres eran poco dados a la literatura y no se atrevían a dar su opinión; para ellos, como para toda la burguesía vienesa, era importante todo lo que la Neue Freie Presse alababa e insignificante todo lo que el periódico ignoraba o censuraba. Lo que salía publicado en el `Folletín´ les parecía estar garantizado por una autoridad suprema, ya que quien juzgaba y sentenciaba desde sus páginas inspiraba respeto por el solo hecho de ocupar posición tan elevada. Pues bien, imagínese el lector de una de esas familias que todos los días pasea su mirada, con respeto y esperanza, por la primera página del periódico y una buena mañana descubre, incrédula, que al descuidado y desordenado muchacho de diecinueve años que se sienta a su propia mesa, que jamás ha sobresalido en la escuela y cuyos garabatos habían aceptado con indulgencia como chiquilladas `inofensivas´ (de todas formas, una ocupación mejor que jugar a cartas o flirtear con muchachas atolondradas), se le había permitido el uso de la palabra en aquel lugar de tanta responsabilidad, entre hombres famosos y experimentados, para exponer sus opiniones (no muy apreciadas entonces en casa)."

De viaje en Nueva York...
"La primera impresión fue formidable, a pesar de que Nueva York no tenía aún esa embriagadora belleza nocturna de hoy. No existían aún las impetuosas cataratas de luz del Times Square ni el fantástico cielo estrellado de la ciudad que de noche tiñe de rojo a las reales y auténticas estrellas del firmamento con millones de estrellas artificiales. El aspecto de la ciudad, así como la circulación, carecían de la osada munificencia de hoy, pues la nueva arquitectura se ensayaba todavía con inseguridad en algunos grandes edificios aislados; también el sorprendente auge del gusto por los escaparates y los adornos se hallaba en sus tímidos inicios. Ahora bien, contemplar el puerto desde el puente de Brooklyn, siempre con una ligera oscilación, y pasear por los desfiladeros de piedra de las avenidas era una verdadera fuente de descubrimientos y de emociones, si bien es verdad que, al cabo de dos o tres días, cedieron a una sensación diferente más fuerte: la sensación de extrema soledad. No tenía nada que hacer en Nueva York y, en aquella época, una persona ociosa en ninguna parte estaba más fuera de lugar que allí."

La misma guerra en épocas diferentes...

"He aquí, pues, lo que diferenciaba, para bien, la Primera Guerra Mundial de la Segunda:
la palabra todavía tenía autoridad entonces. Todavía no la había echado a perder la mentira organizada, la `propaganda´, la gente todavía hacía caso de la palabra escrita, la esperaba. En tanto que en 1939 ni una sola manifestación de un escritor producía el más mínimo efecto, ni para bien ni para mal, y en tanto que hoy ni un solo libro, opúsculo, artículo o poesía conmueve el corazón de las masas ni influye en su pensamiento, en 1914 una poesía de catorce versos, como aquel `Canto del odio´ de Lissasuer, una declaración tan necia como la de los `93 intelectuales alemanes´ y por otro lado, un artículo de ocho páginas como el `Au-dessus de la mêlée´ de Rolland o una novela como Le feu de Barbusse, podían llegar a convertirse en todo un acontecimiento. Y es que la conciencia moral del mundo todavía no estaba tan agotada ni desalentada como lo está hoy, aún reaccionaba con vehemencia, con la fuerza de una convicción secular, ante toda violación del derecho internacional y de los derechos humanos. Una violación de la ley, tal como la invasión de la neutral Bélgica por Alemania -algo que hoy apenas sería objeto de críticas serias, desde que Hitler ha convertido la mentira en una cosa natural y ha elevado a la categoría de ley todo acto antihumano- en aquellos días todavía era capaz de sublevar al mundo de un extremo a otro. El fusilamiento de la enfermera Cavell y el torpedeamiento del Lusitania fueron más nefastos para Alemania -debido a un estallido de indignación ética universal- que una batalla perdida."

De viaje en la nueva Rusia...
"De entre aquellos viajes, sobre todo uno me resultó en sumo grado emocionante e instructivo: el que hice a la nueva Rusia. En 1914, poco antes de la guerra, cuando trabajaba en mi libro sobre Dostoiesvski, ya tenía previsto ese viaje; pero se había interpuesto entonces la guadaña sangrienta de la guerra y a partir de aquel momento me retuvieron las dudas. Con el experimento bolchevique, Rusia se había convertido para todos los intelectuales en el país más fascinante de la posguerra, admirado con tanto entusiasmo como fanáticamente combatido, y en ambos casos sin suficiente conocimiento de causa. Nadie sabía a ciencia cierta -debido por un lado a la propaganda y por otro la rabiosa contrapropaganda- qué pasaba en aquel país. Pero sí sabíamos que allí se gestaba algo completamente nuevo, algo que, de buen grado o por la fuerza, podía resultar determinante parea la futura forma de nuestro mundo. Shaw, Wells, Barbusse, Istrati, Gride y muchos otros habían viajado hasta allí, unos regresaban entusiasmados, otros decepcionados, y yo no habría sido un hombre vinculado al mundo del espíritu, interesado en lo nuevo, si no me hubiese seducido también a mí la perspectiva de hacerme una idea de primera mano. Mis libros habían tenido allí una difusión extraordinaria, no tan sólo en la edición completa prologada por Maxim Gorki, sino también en ediciones pequeñas y baratas, a cuatro kópecs un ejemplar, destinadas a amplios círculos de la población; de manera que podía estar seguro de una buena acogida. Lo que, sin embargo, aún me retenía era el hecho de que viajar a Rusia en aquellos momentos significaba en cierto modo ya a priori tomar partido, cosa que me obligaba a pronunciarme públicamente en uno de los dos sentidos: reconocimiento o rechazo."

Una Austria acorralada...
"No me hicieron falta más que dos o tres días en Austria para ver cómo había empeorado la situación en aquellos pocos meses. Volver a la atmósfera tranquila y segura de Inglaterra a aquella Austria sacudida por fiebres y luchas era como salir de un local con aire acondicionado de Nueva York en un día caluroso de julio y hallarse de golpe en la bochornosa calle. La presión nacionalsocialista empezaba a destrozar poco a poco los nervios de los círculos clericales y burgueses; sentían que cada vez con más fuerza se estrechaba en su cuello el dogal de la economía, la presión subversiva de la impaciente Alemania. El gobierno de Dollfuss, que quería mantener a Austria independiente y ponerla a salvo de Hitler, buscaba cada vez más desesperado un último apoyo. Francia e Inglaterra estaban demasiado lejos y, en el fondo, también mantenían una actitud demasiado indiferente; Checoslovaquia estaba llena de rivalidad y rencor contra Viena, Quedaba sólo Italia, que aspiraba a un protectorado económico y político sobre Austria para proteger los pasos alpinos y Trieste. Sin embargo, a cambio de esta protección Mussolini exigía un elevado precio. Austria debía adaptarse a las tendencias fascistas, suprimir el parlamento y, por lo tanto, la democracia. Ahora bien, eso no era posible sin eliminar o declarar ilegal el partido socialdemócrata, el más fuerte y mejor organizado de Austria. Para vencerlo no había otro camino que la fuerza bruta."

Hitler mintió a Chamberlain...
"En la opinión de todos; también la mía aquel día. Y el día siguiente también fue un día feliz. Los periódicos se mostraban unánimes en su júbilo, los valores de la bolsa subieron espectacularmente, por primera vez desde hacía años llegaban voces de amistad desde Alemania y en Francia proponían levantar un monumento a Chamberlain. Pero, ay, sólo fue la última llamarada de un fuego que iba a extinguirse definitivamente. En los días siguientes empezaron a filtrarse los fatales detalles: cuán absoluta había sido la capitulación ante Hitler y cuán ignominiosa la entrega de Checoslovaquia, a la que se había garantizado ayuda y apoyo; y hacia el fin de semana ya era público que ni siquiera la capitulación había satisfecho a Hitler y que, incluso antes de que se hubiera secado la firma del pacto, él ya había violado en todos sus puntos. Sin ninguna clase de escrúpulos Goebbels proclamó entonces públicamente y a los cuatro vientos que en Munich habían acorralado a Inglaterra contra la pared. La gran luz de esperanza se había apagado. Pero había brillado durante un día o dos y nos había calentado los corazones. No quiero ni puedo olvidar aquellos días."

Apasionantes memorias de un intelectual que nos lleva a lomos de sus recuerdos y experiencias vitales por un mundo y una Europa perdida tras la I Guerra Mundial, los sueños y esperanzas en el futuro de la humanidad, así como de una Europa unida y libre de guerras, que se vuelve en una pesadilla ante el ascenso al poder de Hitler y el nazismo. Lectura para amantes de la literatura, aficionados a las memorias y a quienes ven con inquietud una similitud aterradora de aquellos tiempos a los actuales donde el expansionismo de Putin y su régimen cumple casi a la perfección los pasos de Hitler para adueñarse de Europa. Es también la memoria de un judío que terminó siendo apátrida, alguien que se sentía Austriaco y miembro de la burguesía de Viena, un judío errante como tantos miles que se vieron a golpe de decreto sin patria, hogar y sueños. Lectura recomendable aunque sólo sea para recordarnos que la guerra acaba tarde o temprano por afectarnos directamente...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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