Con la
colaboración del profesor T. A. Rambaina
en exclusiva para The
Adversiter Chronicle
CALAMARES EN SU TINTA
DE LATA
Tratamos
hoy de un alimento que, si bien goza de buena fama y cartel al
natural o congelado, su versión en laterío despierta profundos
odios y pocas pasiones. Hablamos de los calamares en su tinta,
demasiado farragoso de limpieza y preparación, en su versión en
laterío viene listo para consumir tanto en frio cuando aprieta la
gusa como en caliente en combinación con arroz, patatas fritas y
cualquier otro ingrediente al gusto de cada cual. Nadie mejor que
nuestro asesor en temas científicos para aclararnos dudas de un
alimento en formato laterío que siempre ocupa un lugar en la alacena
por si hacen falta para preparar un plato de forma rápida...
-Tanto
en lata como al natural o congelado, se trata de un molusco de la
clase de los cefalópodos. Poseen una cabeza con tentáculos que
tienen ventosas rodeando la boca en posesión ésta de una rádula y
robustas mandíbulas quitinosas en forma de pico de loro. Ciñéndonos
al formato de lata, se presenta troceado en bocados óptimos si bien
es recomendable trocearlos un poco más para que la textura contraída
al enlatar se disimule con el resto de ingredientes. Fundamental es
la tinta que acompaña los trozos que, si bien fría puede resultar
algo indigesta a la vista, una vez calentada alcanza la espesura y
textura de la tinta de calamar al natural. Para estómagos de
remilgos la recomendación es la habitual en este tipo de formato que
consiste en cerrar los ojos y no respirar al tragar, acompañado
siempre de un buen tintorro peleón, sidra asturiana y vasca, vinos
gallegos de rápido colocón y, en definitiva, cualquier bebida que
nos haga olvidar el inconfundible sabor metálico que acompaña al
calamar en su tinta de lata.
-Por
supuesto, por supuesto. Una proporción superior al 50% de calamares,
buen aceite de girasol, que no falte la cebolla, un tomatito, harina
de arroz, inevitables especias, la inefable sal y sana fibra vegetal
que suele ser de caña y bambú. Como podemos apreciar son todos
ingredientes nutrientes que cumplen su función alimenticia aunque al
abrir la lata la estética que se nos presenta a la vista es para
tirar directamente a la basura. Hay que calentar el contenido por
separado y una vez caliente, con la tinta en su punto y el calamar
caliente, que lo hace menos rudo al masticado, verter con el arroz o
unas siempre alegres patatas fritas cortadas en cuadritos. Tomado en
caliente el paladar se confunde con el resto de ingredientes y se
disimula muy bien el sabor a laterío evitando las arcadas. Si se
toma frío, puede resultar pesado a la digestión y provocar durante
la misma cierto reflujo intestinal que provoca inevitablemente
sonoras y aromáticas ventosidades. Es un alimento sano, nutritivo y
que en su formato de lata siempre nos saca de un apuro y resulta el
compañero ideal para otro plato como puede ser el arroz y las
patatas fritas. En otras combinaciones puede ser que defraude y
siempre es conveniente si hay convidados a la mesa que se sea
generoso en la bebida antes de la ingesta que anime a la tertulia
mientras se come y evita pensar en los sabores. Debidamente
distraídos los invitados, nadie notará la diferencia.
-Pasa como con el paté comido a pelo. Hay generaciones
de veteranos de la mili obligatoria que saciaron la gusa nocturna a
base de, entre otro laterío, calamares en su tinta devorados a pelo
y directamente de la lata. Este trauma gastronómico se ha trasladado
a la vida civil tras las licenciaturas y si bien se tiene siempre en
la despensa siempre se ignora y se tiene como último recurso. Con
las mujeres, siempre sabias, se trata del instinto maternal que surge
al ver el contenido de la lata al abrir la misma que despierta el
innato sentido de protección y prefieren pasarse tres horas
limpiando, troceando y cocinando un buen calamar en su tinta que dar
el contenido de la lata, es una cuestión de supervivencia
ancestral. No obstante, una vez que se prueba el formato en lata se
descubre que si bien no es una exquisitez gastronómica, sí que es
un alimento a tener en cuenta. Hay leyendas urbanas que hablan de
suegras que ponen a sus yernos calamar en su tinta de lata mientras
el resto de comensales degustan un buen calamar en su tinta cocinado
tradicionalmente, pero posiblemente sólo sean leyendas urbanas. Otra
leyenda es que las deposiciones tras la ingesta son negras como el
carbón, pequeñas leyendas en suma como las del paté de lata, los
callos de lata y las albóndigas de lata.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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