The Adversiter Chronicle

viernes, 18 de marzo de 2022

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

CALAMARES EN SU TINTA DE LATA

Tratamos hoy de un alimento que, si bien goza de buena fama y cartel al natural o congelado, su versión en laterío despierta profundos odios y pocas pasiones. Hablamos de los calamares en su tinta, demasiado farragoso de limpieza y preparación, en su versión en laterío viene listo para consumir tanto en frio cuando aprieta la gusa como en caliente en combinación con arroz, patatas fritas y cualquier otro ingrediente al gusto de cada cual. Nadie mejor que nuestro asesor en temas científicos para aclararnos dudas de un alimento en formato laterío que siempre ocupa un lugar en la alacena por si hacen falta para preparar un plato de forma rápida...

-¿Es lo mismo el calamar en su tinta en lata que al natural o congelado?

-Tanto en lata como al natural o congelado, se trata de un molusco de la clase de los cefalópodos. Poseen una cabeza con tentáculos que tienen ventosas rodeando la boca en posesión ésta de una rádula y robustas mandíbulas quitinosas en forma de pico de loro. Ciñéndonos al formato de lata, se presenta troceado en bocados óptimos si bien es recomendable trocearlos un poco más para que la textura contraída al enlatar se disimule con el resto de ingredientes. Fundamental es la tinta que acompaña los trozos que, si bien fría puede resultar algo indigesta a la vista, una vez calentada alcanza la espesura y textura de la tinta de calamar al natural. Para estómagos de remilgos la recomendación es la habitual en este tipo de formato que consiste en cerrar los ojos y no respirar al tragar, acompañado siempre de un buen tintorro peleón, sidra asturiana y vasca, vinos gallegos de rápido colocón y, en definitiva, cualquier bebida que nos haga olvidar el inconfundible sabor metálico que acompaña al calamar en su tinta de lata.

-¿Es sano comer latas de calamar en su tinta?

-Por supuesto, por supuesto. Una proporción superior al 50% de calamares, buen aceite de girasol, que no falte la cebolla, un tomatito, harina de arroz, inevitables especias, la inefable sal y sana fibra vegetal que suele ser de caña y bambú. Como podemos apreciar son todos ingredientes nutrientes que cumplen su función alimenticia aunque al abrir la lata la estética que se nos presenta a la vista es para tirar directamente a la basura. Hay que calentar el contenido por separado y una vez caliente, con la tinta en su punto y el calamar caliente, que lo hace menos rudo al masticado, verter con el arroz o unas siempre alegres patatas fritas cortadas en cuadritos. Tomado en caliente el paladar se confunde con el resto de ingredientes y se disimula muy bien el sabor a laterío evitando las arcadas. Si se toma frío, puede resultar pesado a la digestión y provocar durante la misma cierto reflujo intestinal que provoca inevitablemente sonoras y aromáticas ventosidades. Es un alimento sano, nutritivo y que en su formato de lata siempre nos saca de un apuro y resulta el compañero ideal para otro plato como puede ser el arroz y las patatas fritas. En otras combinaciones puede ser que defraude y siempre es conveniente si hay convidados a la mesa que se sea generoso en la bebida antes de la ingesta que anime a la tertulia mientras se come y evita pensar en los sabores. Debidamente distraídos los invitados, nadie notará la diferencia.

-¿Por qué tiene tan mala fama en la masa consumidora?

-Pasa como con el paté comido a pelo. Hay generaciones de veteranos de la mili obligatoria que saciaron la gusa nocturna a base de, entre otro laterío, calamares en su tinta devorados a pelo y directamente de la lata. Este trauma gastronómico se ha trasladado a la vida civil tras las licenciaturas y si bien se tiene siempre en la despensa siempre se ignora y se tiene como último recurso. Con las mujeres, siempre sabias, se trata del instinto maternal que surge al ver el contenido de la lata al abrir la misma que despierta el innato sentido de protección y prefieren pasarse tres horas limpiando, troceando y cocinando un buen calamar en su tinta que dar el contenido de la lata, es una cuestión de supervivencia ancestral. No obstante, una vez que se prueba el formato en lata se descubre que si bien no es una exquisitez gastronómica, sí que es un alimento a tener en cuenta. Hay leyendas urbanas que hablan de suegras que ponen a sus yernos calamar en su tinta de lata mientras el resto de comensales degustan un buen calamar en su tinta cocinado tradicionalmente, pero posiblemente sólo sean leyendas urbanas. Otra leyenda es que las deposiciones tras la ingesta son negras como el carbón, pequeñas leyendas en suma como las del paté de lata, los callos de lata y las albóndigas de lata.

-Pues no den con la comida la lata, y lata de calamares para todos los males.


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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