The Adversiter Chronicle

miércoles, 30 de marzo de 2022

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
La noche quedó atrás
Autor: Jan Valtin
Editorial: Seix Barral S. A.
Traducción: Julio Bernal
Edición: 2008

Si algo no se puede negar es que esta década de los 20´s del siglo XXI es tan tumultuosa como la misma década del pasado siglo. La propuesta de hoy es un fascinante viaje a la época de entre guerras mundiales del siglo XX donde Rusia era tan temida y peligrosa como ahora. La revolución ha triunfado y el imperio ruso ha pasado a ser un imperio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas regido por la entonces ilusionante, esperanzadora y redentora social para una parte del mundo y una terrible amenaza al orden geoestratégico establecido, doctrina comunista; un sistema que se anuncia como el triunfo revolucionario del proletariado que acabará con el capitalismo y el sistema capitalista que incluía a las democracias, imperios y repúblicas. Surge entonces un movimiento internacionalista sin patria salvo el paraíso del proletariado soviético, dirigido desde Moscú por el Komitern siendo el principal campo de batalla la efervescente Alemania de la República de Weimar. De la mano del protagonista que irá escalando peldaño a peldaño en el partido, a los ojos del Komitern y de la GPU, pero también abriendo los ojos a la realidad de Stalin y cómo se puso fin al sueño de miles de hombres y mujeres que sacrificaron vidas, sueños e ilusiones en la utopía que parecía ser posible en la URSS.

El libro es una delicia además de una historia fascinante. Las entrañas del internacionalismo y las estrategias del Komitern, las luchas internas por el poder, la colaboración de comunistas y nazis para socavar a la socialdemocracia en Alemania. Porque el autor nos desvela una historia de ascenso del nazismo, sus métodos de control, de acabar con la resistencia humana en los interrogatorios que también aplicaba el GPU. El protagonista de la historia es un joven que se hace marino profesional y fascinado por la utopía comunista y la camaradería del internacionalismo, entra a formar parte del engranaje del Komitern desde el puesto de simple correo. Haremos con él la singladura por puertos de todo el mundo trabajando para el partido, sacrificando una vida con su amada y logrando que ella decida seguirle en su lucha. Es un retrato de una época que abarca hasta casi el inicio de la II guerra Mundial y la parte del relato de su captura y sometido al sistema de interrogatorios de la Gestapo es desasosegante por su simple mecanismo de crueldad y dominar al detenido...

Jan Valtin, uno de los alias de Richard Julius Hermann Krebs, nació en Alemania en 1905, y fue un destacado miembro del Partido Comunista y de la GPU en el periodo de entreguerras. Inició sus actividades subversivas en 1923, y poco a poco fue implicándose en el partido, escalando posiciones de mando y llevando a cabo infinidad de acciones revolucionarias por todo el mundo, especialmente relacionadas con el sector marino y portuario. La ascensión del nazismo complicó aún más sus actividades; fue capturado por la Gestapo, torturado y condenado a reclusión, que eludió al hacerse pasar, por orden del GPU, por colaborador nazi. Enviado de misión de espionaje a Dinamarca, evitó ser secuestrado por los bolcheviques, y huyó a Estados Unidos, donde se alistó en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Finalizada ésta, y después de sufrir las investigaciones del Comité de Actividades Antiamericanas, consiguió la nacionalidad estadounidense en 1947. Falleció en 1951.
Datos sacados de la contraportada y, sin más verborrea, unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:

Una familia errante...
Mi padre dedicó al mar el mayor tiempo de su vida. Pero a pesar de sus viajes por el mundo, conservó siempre la devoción del caminante por la tierra donde había nacido, una devoción de la que no he podido participar. Durante la década que precedió a la guerra mundial, mi padre fue agregado al servicio de inspección náutica del Lloyd Norte Alemán en el Oriente y en Italia. Era un empleo en tierra firme, que le permitía llevar a su familia de puerto en puerto, a costa de la compañía. Uno de los resultados de este nomadismo fue que yo, al contar unos catorce años, hablara. Además de mi lengua nativa, algo de chino y malayo, teniendo también un conocimiento superficial del sueco, inglés, italiano y algo de esa jerga indomable del `pidgin-English´, es decir, del inglés que suelen hablar los culis chinos radicados en los puertos. Otro resultado fue que, desde niño, adquirí conciencia de mi inferioridad frente a los hombres que tenían el privilegio de vivir su juventud en un solo país, frente al fanatismo provocador de quienes han podido arraigarse y decir: `Ésta es mi tierra, éste es el mejor país´. Todo esto me dio una triste inestabilidad. Mi desquite fue observar con desprecio de muchacho las sanas manifestaciones de los nacionalistas.”

De polizón rumbo a Inglaterra...
A la noche siguiente ya estuve en camino a Liverpool, oculto en la carbonera de una pequeña embarcación. Acostado sobre sacos extendidos encima del carbón y con un paquete de sándwiches como almohada, contaba las vigas que veía encima mío y las gotas de lluvia que penetraban a través de la rendija en la escotilla del pañol del carbón. Apenas hubimos salido del canal que une Gante con el mar del Norte, fui descubierto por un cargador de carbón que entró a la carbonera con una lámpara de queroseno encendida. Di al hombre diez chelines en plata de los dieciséis que había recibido de la `tesorería´ de Bandura. Convino en no decir nada. Por los diez chelines me entregó una frazada y comida -a bordo de esta clase de embarcaciones los marineros se compran y se preparan ellos mismos su comida- y me mantuvo informado sobre el avance del barco a lo largo de las costas de Inglaterra y Gales. Marchamos al norte del canal de Bristol entre la neblina; los alaridos quejumbrosos de la sirena continuaron hasta que alcanzamos el Morsey, después de un accidentado viaje. Me oculté todo lo que pude dentro del carbón mientras duró el registro de los aduaneros, y cuando eso hubo pasado me introduje en la sala de calderas, dándome una ducha con baldes de agua caliente. Los barrios de las clases obreras en las ciudades británicas son los más sombríos del mundo. Las verjas del puerto estaban bien vigiladas. A las once de la noche toda la ciudad dormía ya, salvo algunos hombres tambaleantes que se dirigían a sus casas y algunas mujeres eternamente borrachas de whisky. Todo lo que me rodeaba me disgustó profundamente. Los contratistas ilegales me exigían cuatro libras pagadas por adelantado par un puesto legal en un barco griego o báltico. Durante dos noches dormí en una pensión para negros con destino a las Indias Occidentales, en una casa que era atendida por una bruja desdentada que cobraba nueve peniques por cama por una sola noche. Me conseguí comida durante mis andanzas por los muelles, lavando la vajilla para los cocineros de a bordo. Tuve la suerte de encontrarme con tripulantes de un barco alemán que me dijeron que su vapor estaba listo para zarpar hacia la costa Oeste de Estados Unidos.”

En el Moscú de los soviets...
Cada jornada preparatoria de los planes para las futuras campañas terminaba a altas
horas de la noche en una verdadera orgía. Los únicos grupos que dejaban de participar en ella eran los rusos, los chinos de rostros graves y los comunistas viejos que se retiraban, a fin de preparar y reunir material para los discursos y discusiones del día siguiente. El resto de las delegaciones acudía a sus hoteles, el Bristol y el famoso Lux, donde la mayoría de los funcionarios del Komitern tenían su residencia. Siempre había allí vodka, vinos y variedad de dulces y pastas baratas. A menudo se reunían más de veinticinco personas en una habitación de cinco a siete metros cuadrados. Entre los usuales `juegos´ que allí se cultivaban, citaremos el de que repentinamente se desnudara a algún visitante desprevenido; también se realizaban mutuas duchas con agua fría, torneos de bebedores de vodka y la `nacionalización de mujeres´, una sátira jugosa a la conocida propaganda burguesa. Este juego consistía en que los hombres aparecían con vestidos femeninos y las muchachas vestidas como estibadores y campesinos. Todo participante estaba obligado -una vez que se habían apagado las luces- a reconquistar sus vestimentas propias antes de que el que oficiaba de maestro de ceremonias volviera a encender las luces. Una especie cómica de `Tribunales proletarios´ aplicaba entonces los castigos a aquellos que no habían podido terminar de vestirse, siendo sorprendidos, por tanto, en posición grotesca y a medio vestir. Nuestras diversiones terminaban, por lo general, a medianoche, pues ningún comunista quería arriesgarse a finalizar vencido por el sueño durante las tareas del día siguiente. Los viejos bolcheviques no solían perdonar tales faltas.”

Enviado del Komitern en Dinamarca...
El Partido Comunista de Dinamarca era pequeño, pero perfecto. Contaba con cuatro periódicos y once mil afiliados. Disponía de una eficaz colaboración militar y un grupo excepcionalmente activo de colaboradores culturales, dirigido éste por un arquitecto bien conocido en Copenhague: Paul Henningsen. Dinamarca no era un país industrial. De faltarle su marina mercante y su exportación de productos lácteos, tendría que soportar días extremadamente difíciles. De este modo, los obreros marítimos eran, desde el punto soviético, la parte decisiva de la clase trabajadora danesa. Debilitar la influencia de los socialistas en los puertos y conseguir suficiente fuerza como para poder amenazar al gobierno danés con un bloqueo de su exportación.-lo cual lo haría accesible a las demandas de Moscú-, era el objeto principal de los esfuerzos del Komitern en Dinamarca. Para manejar con éxito el garrote de un bloqueo de la exportación, era esencial asegurarse los sindicatos de los obreros marítimos. El sindicato de los marineros y el de los fogoneros eran organizaciones ricas y poderosas, afiliadas a la Internacional Socialista de Ámsterdam (ITF) bajo la dirección del gran luchador holandés Edo Fimmen. Su eventual conquista por células comunistas, trabajando desde dentro o fuera, fue mencionada más tarde en Moscú como un ejemplo clásico de cómo un sindicato extranjero debe ser conquistado y entregado al poder soviético.”

Prisionero en el campo de concentración de Fuhlsbüttel...
Las celdas tenían tres metros de largo por metro y medio de ancho. Aparte de un catre bajito de hierro y un retrete roto, no contenían nada. Pesadas puertas de acero se abrían en estrecha fila. Cada celda tenía una pequeña ventana enrejada, a dos metros del suelo, y los cristales de la mayoría de las ventanas de las celdas estaban rotos, pues los jóvenes SS se divertían a todas horas del día y de la noche disparando sus armas al azar a través de las ventanas de las celdas. Los tiros de rifle y los ruidos de vidrio roto eran tan comunes como el zumbido de los aviones que llegaban o partían. La mayoría de los guardias eran jóvenes de dieciocho a veintitrés años. Era la misma gente que había sido antagonista nuestra en la guerra de guerrilla de los años pasados. Y ahora, el encontrarse en posición triunfadora, con sus odiados enemigos incondicionalmente a su merced, se erigía en el papel de vengadora. Fanáticos, entrenados en una despiadada crueldad, esos jóvenes se consideraban a sí mismos con orgullo como los llamados a exterminar la `peste´ marxista. Aparte del trato especial que la Gestapo había establecido para vencer la resistencia de ciertos presos con el fin de lograr que diesen nombres y direcciones de sus camaradas, los guardias de estos campos inventaron por su cuenta las más horribles torturas. Éstas incluían desde los `ejercicios´ físicos a que obligaban a los presos exhaustos, hasta el asesinato metódico e ingeniosamente organizado.”

Stalin cambia las reglas del internacionalismo...
Pasaron los meses de mayo y junio. La tensión creada en las filas internacionales comunistas por la ferocidad no disminuida de la purga de Stalin, que ya contaba tres años de duración continua, fue aún en aumento por la lucha sangrienta de las hordas de la GPU contra los anarquistas de Barcelona y otras ciudades leales en Cataluña. A cada instante podía observarse la desconfianza mutua entre los camaradas, que crecía cada vez más con los éxitos de la política del Frente Popular. Viejos amigos se rehuían y, si se reunían, lo hacían por asuntos oficiales. Cada uno reunía `material´ contra cualquier otro. No encontré mi sitio en semejante ambiente. El Komitern ya no era lo que había sido en 1923. tampoco era yo el mismo joven que había asaltado fortalezas policiales y luchado en las barricadas con un arma en la mano. Mi esposa significaba ahora mucho más para mí que Stalin o la Constitución soviética. (…) Día y noche busqué obsesivamente una oportunidad para sacar a mi mujer y a mi hijo de Alemania. Pero los camaradas a quienes me acerqué con esta petición no me prestaron ayuda. El miedo ante la purga de Stalin aturdía sus cabezas; este miedo había matado en ellos toda iniciativa y había extinguido el espíritu de camaradería. El Komitern estaba ahora infectado de una nueva especie de espías. Una palabra descuidada, pronunciada frente a un buen amigo, podía ser interpretada malévolamente y transmitida a la GPU, con una repentina llamada a Moscú como consecuencia inmediata. La PGU tenía atrapados a los líderes comunistas en todas partes y siempre podían encontrar un camino, si era necesario, para arrojar un lazo alrededor de su cuello.”

Apasionante biografía de un internacionalista en la época de entreguerras que nos da una observación privilegiada de la lucha por exportar la revolución del proletariado a todo el mundo. Las entrañas de un sistema que ha marcado escuela y que sigue vigente en las dictaduras comunistas que aún perduran como sistema político comunista. Ideal para amantes de la Historia y público inquieto por tratar de desentrañar los misterios del presente y los orígenes de estos barros que nos acosan. Recomendable a generaciones digitales que se tragan la propaganda del neocomunismo que, en realidad, es una versión del Komitern auspiciada por el régimen del señor Putin en Rusia a través de sus canales de comunicación globales. Porque lo más fascinante y, en cierta forma, aterrador es el paralelismo entre los métodos de hace cien años y los de cien años después donde quitada la pátina de ideología vemos el mismo expansionismo geopolítico, los mismos métodos de controlar y librarse de los adversarios y que siguen vigentes los métodos de tortura de la Gestapo y la PGU en todas las guerras desde entonces. Imprescindible para amantes de documentales del periodo histórico donde tratar de identificar a personajes...
Uno de esos libros que te atrapan y te sorprenden con la magia de su lectura.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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