Suplemento
literato cutre de The Adversiter Chronicle
Autor:
Jan Valtin
Editorial:
Seix Barral S. A.
Traducción:
Julio Bernal
Edición:
2008
Si algo no se puede negar es que esta década de los
20´s del siglo XXI es tan tumultuosa como la misma década del
pasado siglo. La propuesta de hoy es un fascinante viaje a la época
de entre guerras mundiales del siglo XX donde Rusia era tan temida y
peligrosa como ahora. La revolución ha triunfado y el imperio ruso
ha pasado a ser un imperio de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas regido por la entonces ilusionante, esperanzadora y
redentora social para una parte del mundo y una terrible amenaza al
orden geoestratégico establecido, doctrina comunista; un sistema que se anuncia como el
triunfo revolucionario del proletariado que acabará con el
capitalismo y el sistema capitalista que incluía a las democracias,
imperios y repúblicas. Surge entonces un movimiento
internacionalista sin patria salvo el paraíso del proletariado
soviético, dirigido desde Moscú por el Komitern siendo el principal
campo de batalla la efervescente Alemania de la República de Weimar.
De la mano del protagonista que irá escalando peldaño a peldaño en
el partido, a los ojos del Komitern y de la GPU, pero también
abriendo los ojos a la realidad de Stalin y cómo se puso fin al
sueño de miles de hombres y mujeres que sacrificaron vidas, sueños
e ilusiones en la utopía que parecía ser posible en la URSS.
El libro es una delicia además de una historia
fascinante. Las entrañas del internacionalismo y las estrategias del
Komitern, las luchas internas por el poder, la colaboración de
comunistas y nazis para socavar a la socialdemocracia en Alemania.
Porque el autor nos desvela una historia de ascenso del nazismo, sus
métodos de control, de acabar con la resistencia humana en los
interrogatorios que también aplicaba el GPU. El protagonista de la
historia es un joven que se hace marino profesional y fascinado por
la utopía comunista y la camaradería del internacionalismo, entra a
formar parte del engranaje del Komitern desde el puesto de simple
correo. Haremos con él la singladura por puertos de todo el mundo
trabajando para el partido, sacrificando una vida con su amada y
logrando que ella decida seguirle en su lucha. Es un retrato de una
época que abarca hasta casi el inicio de la II guerra Mundial y la
parte del relato de su captura y sometido al sistema de
interrogatorios de la Gestapo es desasosegante por su simple
mecanismo de crueldad y dominar al detenido...
Jan Valtin, uno de los alias de Richard Julius Hermann
Krebs, nació en Alemania en 1905, y fue un destacado miembro del
Partido Comunista y de la GPU en el periodo de entreguerras. Inició
sus actividades subversivas en 1923, y poco a poco fue implicándose
en el partido, escalando posiciones de mando y llevando a cabo
infinidad de acciones revolucionarias por todo el mundo,
especialmente relacionadas con el sector marino y portuario. La
ascensión del nazismo complicó aún más sus actividades; fue
capturado por la Gestapo, torturado y condenado a reclusión, que
eludió al hacerse pasar, por orden del GPU, por colaborador nazi.
Enviado de misión de espionaje a Dinamarca, evitó ser secuestrado
por los bolcheviques, y huyó a Estados Unidos, donde se alistó en
el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Finalizada ésta, y
después de sufrir las investigaciones del Comité de Actividades
Antiamericanas, consiguió la nacionalidad estadounidense en 1947.
Falleció en 1951.
Datos sacados de la contraportada y, sin más verborrea,
unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:
Una familia errante...
“Mi
padre dedicó al mar el mayor tiempo de su vida. Pero a pesar de sus
viajes por el mundo, conservó siempre la devoción del caminante por
la tierra donde había nacido, una devoción de la que no he podido
participar. Durante la década que precedió a la guerra mundial, mi
padre fue agregado al servicio de inspección náutica del Lloyd
Norte Alemán en el Oriente y en Italia. Era un empleo en tierra
firme, que le permitía llevar a su familia de puerto en puerto, a
costa de la compañía. Uno de los resultados de este nomadismo fue
que yo, al contar unos catorce años, hablara. Además de mi lengua
nativa, algo de chino y malayo, teniendo también un conocimiento
superficial del sueco, inglés, italiano y algo de esa jerga
indomable del `pidgin-English´, es decir, del inglés que suelen
hablar los culis chinos radicados en los puertos. Otro resultado fue
que, desde niño, adquirí conciencia de mi inferioridad frente a los
hombres que tenían el privilegio de vivir su juventud en un solo
país, frente al fanatismo provocador de quienes han podido
arraigarse y decir: `Ésta es mi tierra, éste es el mejor país´.
Todo esto me dio una triste inestabilidad. Mi desquite fue observar
con desprecio de muchacho las sanas manifestaciones de los
nacionalistas.”
De
polizón rumbo a Inglaterra...
“A
la noche siguiente ya estuve en camino a Liverpool, oculto en la
carbonera de una pequeña embarcación. Acostado sobre sacos
extendidos encima del carbón y con un paquete de sándwiches como
almohada, contaba las vigas que veía encima mío y las gotas de
lluvia que penetraban a través de la rendija en la escotilla del
pañol del carbón. Apenas hubimos salido del canal que une Gante con
el mar del Norte, fui descubierto por un cargador de carbón que
entró a la carbonera con una lámpara de queroseno encendida. Di al
hombre diez chelines en plata de los dieciséis que había recibido
de la `tesorería´ de Bandura. Convino en no decir nada. Por los
diez chelines me entregó una frazada y comida -a bordo de esta clase
de embarcaciones los marineros se compran y se preparan ellos mismos
su comida- y me mantuvo informado sobre el avance del barco a lo
largo de las costas de Inglaterra y Gales. Marchamos al norte del
canal de Bristol entre la neblina; los alaridos quejumbrosos de la
sirena continuaron hasta que alcanzamos el Morsey, después de un
accidentado viaje. Me oculté todo lo que pude dentro del carbón
mientras duró el registro de los aduaneros, y cuando eso hubo pasado
me introduje en la sala de calderas, dándome una ducha con baldes de
agua caliente. Los barrios de las clases obreras en las ciudades
británicas son los más sombríos del mundo. Las verjas del puerto
estaban bien vigiladas. A las once de la noche toda la ciudad dormía
ya, salvo algunos hombres tambaleantes que se dirigían a sus casas y
algunas mujeres eternamente borrachas de whisky. Todo lo que me
rodeaba me disgustó profundamente. Los contratistas ilegales me
exigían cuatro libras pagadas por adelantado par un puesto legal en
un barco griego o báltico. Durante dos noches dormí en una pensión
para negros con destino a las Indias Occidentales, en una casa que
era atendida por una bruja desdentada que cobraba nueve peniques por
cama por una sola noche. Me conseguí comida durante mis andanzas por
los muelles, lavando la vajilla para los cocineros de a bordo. Tuve
la suerte de encontrarme con tripulantes de un barco alemán que me
dijeron que su vapor estaba listo para zarpar hacia la costa Oeste
de Estados Unidos.”
En el Moscú de los soviets...
“Cada
jornada preparatoria de los planes para las futuras campañas
terminaba a altas
horas de la noche en una verdadera orgía. Los únicos grupos que dejaban de participar en ella eran los rusos, los chinos de rostros graves y los comunistas viejos que se retiraban, a fin de preparar y reunir material para los discursos y discusiones del día siguiente. El resto de las delegaciones acudía a sus hoteles, el Bristol y el famoso Lux, donde la mayoría de los funcionarios del Komitern tenían su residencia. Siempre había allí vodka, vinos y variedad de dulces y pastas baratas. A menudo se reunían más de veinticinco personas en una habitación de cinco a siete metros cuadrados. Entre los usuales `juegos´ que allí se cultivaban, citaremos el de que repentinamente se desnudara a algún visitante desprevenido; también se realizaban mutuas duchas con agua fría, torneos de bebedores de vodka y la `nacionalización de mujeres´, una sátira jugosa a la conocida propaganda burguesa. Este juego consistía en que los hombres aparecían con vestidos femeninos y las muchachas vestidas como estibadores y campesinos. Todo participante estaba obligado -una vez que se habían apagado las luces- a reconquistar sus vestimentas propias antes de que el que oficiaba de maestro de ceremonias volviera a encender las luces. Una especie cómica de `Tribunales proletarios´ aplicaba entonces los castigos a aquellos que no habían podido terminar de vestirse, siendo sorprendidos, por tanto, en posición grotesca y a medio vestir. Nuestras diversiones terminaban, por lo general, a medianoche, pues ningún comunista quería arriesgarse a finalizar vencido por el sueño durante las tareas del día siguiente. Los viejos bolcheviques no solían perdonar tales faltas.”
horas de la noche en una verdadera orgía. Los únicos grupos que dejaban de participar en ella eran los rusos, los chinos de rostros graves y los comunistas viejos que se retiraban, a fin de preparar y reunir material para los discursos y discusiones del día siguiente. El resto de las delegaciones acudía a sus hoteles, el Bristol y el famoso Lux, donde la mayoría de los funcionarios del Komitern tenían su residencia. Siempre había allí vodka, vinos y variedad de dulces y pastas baratas. A menudo se reunían más de veinticinco personas en una habitación de cinco a siete metros cuadrados. Entre los usuales `juegos´ que allí se cultivaban, citaremos el de que repentinamente se desnudara a algún visitante desprevenido; también se realizaban mutuas duchas con agua fría, torneos de bebedores de vodka y la `nacionalización de mujeres´, una sátira jugosa a la conocida propaganda burguesa. Este juego consistía en que los hombres aparecían con vestidos femeninos y las muchachas vestidas como estibadores y campesinos. Todo participante estaba obligado -una vez que se habían apagado las luces- a reconquistar sus vestimentas propias antes de que el que oficiaba de maestro de ceremonias volviera a encender las luces. Una especie cómica de `Tribunales proletarios´ aplicaba entonces los castigos a aquellos que no habían podido terminar de vestirse, siendo sorprendidos, por tanto, en posición grotesca y a medio vestir. Nuestras diversiones terminaban, por lo general, a medianoche, pues ningún comunista quería arriesgarse a finalizar vencido por el sueño durante las tareas del día siguiente. Los viejos bolcheviques no solían perdonar tales faltas.”
Enviado del Komitern en Dinamarca...
“El
Partido Comunista de Dinamarca era pequeño, pero perfecto. Contaba
con cuatro periódicos y once mil afiliados. Disponía de una eficaz
colaboración militar y un grupo excepcionalmente activo de
colaboradores culturales, dirigido éste por un arquitecto bien
conocido en Copenhague: Paul Henningsen. Dinamarca no era un país
industrial. De faltarle su marina mercante y su exportación de
productos lácteos, tendría que soportar días extremadamente
difíciles. De este modo, los obreros marítimos eran, desde el punto
soviético, la parte decisiva de la clase trabajadora danesa.
Debilitar la influencia de los socialistas en los puertos y conseguir
suficiente fuerza como para poder amenazar al gobierno danés con un
bloqueo de su exportación.-lo cual lo haría accesible a las
demandas de Moscú-, era el objeto principal de los esfuerzos del
Komitern en Dinamarca. Para manejar con éxito el garrote de un
bloqueo de la exportación, era esencial asegurarse los sindicatos de
los obreros marítimos. El sindicato de los marineros y el de los
fogoneros eran organizaciones ricas y poderosas, afiliadas a la
Internacional Socialista de Ámsterdam (ITF) bajo la dirección del
gran luchador holandés Edo Fimmen. Su eventual conquista por células
comunistas, trabajando desde dentro o fuera, fue mencionada más
tarde en Moscú como un ejemplo clásico de cómo un sindicato
extranjero debe ser conquistado y entregado al poder soviético.”
Prisionero en el campo de concentración de
Fuhlsbüttel...
“Las
celdas tenían tres metros de largo por metro y medio de ancho.
Aparte de un catre bajito de hierro y un retrete roto, no contenían
nada. Pesadas puertas de acero se abrían en estrecha fila. Cada
celda tenía una pequeña ventana enrejada, a dos metros del suelo, y
los cristales de la mayoría de las ventanas de las celdas estaban
rotos, pues los jóvenes SS se divertían a todas horas del día y de
la noche disparando sus armas al azar a través de las ventanas de
las celdas. Los tiros de rifle y los ruidos de vidrio roto eran tan
comunes como el zumbido de los aviones que llegaban o partían. La
mayoría de los guardias eran jóvenes de dieciocho a veintitrés
años. Era la misma gente que había sido antagonista nuestra en la
guerra de guerrilla de los años pasados. Y ahora, el encontrarse en
posición triunfadora, con sus odiados enemigos incondicionalmente a
su merced, se erigía en el papel de vengadora. Fanáticos,
entrenados en una despiadada crueldad, esos jóvenes se consideraban
a sí mismos con orgullo como los llamados a exterminar la `peste´
marxista. Aparte del trato especial que la Gestapo había establecido
para vencer la resistencia de ciertos presos con el fin de lograr que
diesen nombres y direcciones de sus camaradas, los guardias de estos
campos inventaron por su cuenta las más horribles torturas. Éstas
incluían desde los `ejercicios´ físicos a que obligaban a los
presos exhaustos, hasta el asesinato metódico e ingeniosamente
organizado.”
Stalin cambia las reglas del internacionalismo...
“Pasaron
los meses de mayo y junio. La tensión creada en las filas
internacionales comunistas por la ferocidad no disminuida de la purga
de Stalin, que ya contaba tres años de duración continua, fue aún
en aumento por la lucha sangrienta de las hordas de la GPU contra los
anarquistas de Barcelona y otras ciudades leales en Cataluña. A cada
instante podía observarse la desconfianza mutua entre los camaradas,
que crecía cada vez más con los éxitos de la política del Frente
Popular. Viejos amigos se rehuían y, si se reunían, lo hacían por
asuntos oficiales. Cada uno reunía `material´ contra cualquier
otro. No encontré mi sitio en semejante ambiente. El Komitern ya no
era lo que había sido en 1923. tampoco era yo el mismo joven que
había asaltado fortalezas policiales y luchado en las barricadas con
un arma en la mano. Mi esposa significaba ahora mucho más para mí
que Stalin o la Constitución soviética. (…) Día y noche busqué
obsesivamente una oportunidad para sacar a mi mujer y a mi hijo de
Alemania. Pero los camaradas a quienes me acerqué con esta petición
no me prestaron ayuda. El miedo ante la purga de Stalin aturdía sus
cabezas; este miedo había matado en ellos toda iniciativa y había
extinguido el espíritu de camaradería. El Komitern estaba ahora
infectado de una nueva especie de espías. Una palabra descuidada,
pronunciada frente a un buen amigo, podía ser interpretada
malévolamente y transmitida a la GPU, con una repentina llamada a
Moscú como consecuencia inmediata. La PGU tenía atrapados a los
líderes comunistas en todas partes y siempre podían encontrar un
camino, si era necesario, para arrojar un lazo alrededor de su
cuello.”
Apasionante biografía de un internacionalista en la
época de entreguerras que nos da una observación privilegiada de la
lucha por exportar la revolución del proletariado a todo el mundo.
Las entrañas de un sistema que ha marcado escuela y que sigue
vigente en las dictaduras comunistas que aún perduran como sistema político comunista. Ideal para amantes de la Historia y público inquieto por
tratar de desentrañar los misterios del presente y los orígenes de
estos barros que nos acosan. Recomendable a generaciones digitales
que se tragan la propaganda del neocomunismo que, en realidad, es una
versión del Komitern auspiciada por el régimen del señor Putin en
Rusia a través de sus canales de comunicación globales. Porque lo
más fascinante y, en cierta forma, aterrador es el paralelismo entre
los métodos de hace cien años y los de cien años después donde
quitada la pátina de ideología vemos el mismo expansionismo
geopolítico, los mismos métodos de controlar y librarse de los
adversarios y que siguen vigentes los métodos de tortura de la
Gestapo y la PGU en todas las guerras desde entonces. Imprescindible
para amantes de documentales del periodo histórico donde tratar de
identificar a personajes...
Uno de esos libros que te atrapan y te sorprenden con la
magia de su lectura.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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