En el primer caso siempre
hay disculpa que valga y se cuenta con la comprensión de la fauna
familiar. A veces se llega tarde como signo de desprecio, a la misma
altura que irse antes de tiempo. En el segundo caso puede que no haya
disculpa que valga tras continuados avisos de que hay que llegar
puntual al tajo...
La guerra siempre llega
pronto cuando la diplomacia llega tarde y el señor Putin parece
empeñado en hacer la guerra logrando que los cañones se oigan a
tiempo, cada vez más cerca de la raya imaginaria que diferencia a un
país miembro de la OTAN de otro que no lo es...
Parece que por una vez la
ayuda a los refugiados que huyen de las hordas de hijos de Putin
rusos llega a tiempo aunque ya sea tarde para recuperar sus vidas de
ayer mismo. Tal vez sea que el señor Putin no escucha música y si
la escucha que sea de Wagner y le entren ganas de invadir Polonia,
quién sabe...
Está claro que para la
plebe llegar tarde es un lujo, hay que llegar a tiempo al trabajo, a
casa, a pagar impuestos, a cumplir los deberes de ciudadano, vecindad
y familiares. Sólo la muerte nos libra de llegar tarde aunque a
veces llegue antes de tiempo, pero nadie reprocha a los muertos que
lleguen tarde. En la Guerra de Putin los muertos llegan en tiempo
real y podemos ver en nuestro cachivache digital las imágenes de la
guerra, a tiempo de tomar precauciones, sin llegar tarde y procurando
llegar a tiempo para poner los remedios...
Miro al horizonte desde el
acantilado y el mar parece en calma sólo por su lejanía que no
permite apreciar el oleaje desde mi atalaya...
La guerra ya está aquí,
pero aún parece lejana como un mar en calma, preludio de la
tempestad.
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