The Adversiter Chronicle

jueves, 3 de marzo de 2022

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

FLAN DE HUEVO

Dentro del mundo de la cocina industrial hay todo un submundo de un clásico de la repostería como es el flan, ya sea en su modalidad de vainilla o en la modalidad de flan de huevo que es tema del que versamos hoy. Lejanos aquellos flanes del pasado siglo hechos en los fogones de casa, el siglo XXI ha visto consolidarse al flan de huevo industrial como un clásico de la dieta urbanita y rural. Por supuesto que hay sibaritas para todo, pero el flan de huevo industrial o se ama o se odia. Comentarios de alabanza se mezclan con comentarios de que ni es flan ni huevo ni leches en vinagres, quienes consumen sólo de marca o fanáticos de las marcas blancas, quienes gustan de consumir en el envase y quienes prefieren servirlo en plato, técnica ésta de verter el flan de huevo industrial en el plato que hace fracasar al macho alfa cuando lo intenta...

-Hoy hablamos de flan, profesor.

-Aunque hoy su consumo se ha industrializado y pasado a formar parte de la dieta habitual, hubo un tiempo en que el flan, que no es más que un plato de dulce que se hace mezclando yemas de huevo, leche y azúcar, era todo un manjar que se consumía de manera puntual. La evolución al flan de huevo industrial sólo añade aditivos, inherentes por otra parte a todo alimento procesado industrialmente, como pueden ser jarabe de glucosa y sal sabiamente combinados con ingredientes más habituales como leche semidesnatada y huevo de gallina. Esto de la gallina tiene su intríngulis porque no es lo mismo gallina ponedera criada en jaula a criada en el suelo, detalles imperceptibles al ser humano pero que repercuten en la calidad del huevo que, a fin de cuentas, es el ingrediente base y principal del flan de mismo nombre. Un flan de huevo industrial tiene los mismos nutrientes y calidad como alimento que el flan de huevo casero. Además ya son más las generaciones alimentadas con alimentos procesados industriales que generaciones que no conocieron tales en su dieta desde la incubadora. Una vez más, quienes tengan reparos y sean tiquismiquis pueden agarrarse al viejo axioma gastronómico de que lo que no mata pues engorda.

-¿Comer directamente del envase o, como yo me dispongo a hacer, servirlo en plato...? ¡Rediós, he perforado con el dedo el envase y se ha desparramado!

-Es que siempre se anticipa. Mire usted, la vida estresante y ajetreada, el encanto que tiene en la infancia comer directamente del envase que se perpetua en la edad adulta como comportamiento, y la simple y llana comodidad de ensuciar la cuchara pero ahorrarse de fregar un plato, hacen que la opción mayoritaria sea consumir directamente. Pero aquellos yonquis del flan de huevo industrial, quienes en realidad a la hora de comprar y seleccionar se fijan en el conjunto del flan en sus diversos aspectos, sí valoran el caramelo líquido. La base es la misma pero las diferencias se notan en el sabor, el caramelo y, fundamental característica a la que nunca hacemos caso ni prestamos atención es cómo queda presentado en el plato. Desde luego no hay que ser tan gañán como usted y tratar de verter el flan en el plato presionando el culo del envase. El envase es de papel aluminio y verter el flan de huevo en el plato es una operación que debe estar coreografiada al milímetro por el macho alfa cuando se pone a tareas que requieren complicados cálculos mentales. La figura de la madre, de la parienta, de la pareja e incluso de la suegra, son recurrentes si queremos disfrutar de un buen vertido en el plato.

-¡No es ser gañán, pero no creo que haya que ser ingeniero para verter un jodido flan de huevo del envase al plato!

-¡Jajajaja! ¡Es usted un cachondo mental, Skizo´s, un cachondo! Lo que no se puede ser es gañán y garrulo con el tema de verter el flan de huevo industrial al plato. Un buen flan industrial debe poder sacarse del envase con caricias de amante por parte del consumidor con la cuchara o un cuchillo. Deslizarse sensualmente entre el envase y el flan, sin promover deformaciones, uniforme la presión y la dirección sin penetrar en el flan y sin perforar el envase. Una vez realizada la operación, se levanta suavemente el envase con el contenido en vertical sobre el plato, una ligara presión por distintos puntos del envase lograrán que se vierta de manera uniforme y consistente en el plato. Y es que consumir en el envase directamente puede privarnos de la placentera visión del flan erguido sobre su base y coronado con la altiplanicie caramelizada de color pardo. Si un flan de huevo industrial falla en este aspecto del vertido y se descompone, fragmenta o simplemente se hace añicos flaneros, no es auténtico flan de huevo. Mucha culpa es de la hostelería que en los menús del día ofrecen flan de huevo industrial de postre pero la presentación y consumo es en el envase.

-Veamos, pues, el tema del caramelo.

-La industria del flan de huevo industrial ha logrado avances impresionantes en el desarrollo y el sintetizar del caramelo líquido, parte fundamental del flan y que en algunos grupos de consumidores es vital a la hora de comprar el producto y puede decirse en base a estudios científicos que en este grupo determinado es comer el caramelo y no el flan propiamente dicho lo que estimula su consumo. Puede haber flanes de huevo industrial de diversas marcas que sepan parecido, tengan textura parecida y hasta sabor semejante pero jamás el caramelo líquido de una marca será, sabrá y parecerá igual al de otra marca. No es muy conocido por el consumidor, pero el caramelo es el pedigrí del flan de huevo industrial. Al imponerse el consumo directamente del envase se ha perdido la esencia de coger un pedazo de flan con la cuchara y mojarlo levemente en el caramelo que se derrama en el plato. Y es que al consumirlo del envase el caramelo se consume lo último y como ya hemos devorado el flan y estamos llenos más el miedo a engordar, hace que muchas veces se desprecie el caramelo. Una pena porque se pierde disfrutar plenamente del flan en su conjunto.

-¿Es bueno para el colesterol, ein?

-¡Es cojonudo, pero cojonudo si se consume de forma compulsiva y devorando un paquete de cuatro u más diariamente, pero cojonudo! Consumido de forma moderada, como una alternativa de postre es tan sano como cualquier otro alimento. Otra cosa es que se añada nata o caramelo líquido que unido a la ingesta compulsiva y de forma fartona se hace indigesto. Pero para el colesterol y si se quiere morir de tal causa es cojonudo sin lugar a dudas.

-Pues yo voy a por la radial a ver si consigo verterlo en el plato, oiga.


The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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