Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
-Los
espías nazis protegidos por Franco y la Iglesia-
Autor:
José María Irujo
Editorial:
Santillana Ediciones
Generales, S. L.
Edición:
Segunda edición, febrero de
2003
La propuesta de hoy es un relato apasionante sobre la
historia de los nazis que al finalizar la contienda encontraron
refugio y protección en la España de la dictadura fascista del
general Franco, en deuda con la Alemania nazi por la asistencia
técnica y militar que prestó a los sublevados tras rebelarse.
Mientras Europa estallaba en un nuevo conflicto mundial, Lisboa y
Madrid era un destino apasionante para diplomáticos y espías de
ambos bandos. En el caso de España y debido a su amplio litoral, la
presencia de funcionarios y agentes nazis era constante, encargados
de recopilar información, propaganda a favor de las fuerzas del Eje
así como preparar la logística para el abastecimiento de los
submarinos alemanes. Tras la derrota nazi, cientos de alemanes
buscados por los aliados, criminales de guerra y ciudadanos
involucrados en la maquinaria exterminadora nazi, encontraron refugio
y protección de las autoridades españolas y la complicidad de la
Iglesia católica para lograr embarcar rumbo a Buenos Aires donde
eran bien recibidos por el gobierno argentino...
José María Irujo Amatria (Pamplona 1955), licenciado
en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, ha
trabajado en El Globo, Cambio 16 y Diario 16.
Desde 1996 ejerce en El País como periodista de
investigación. Por sus investigaciones periodísticas, entre las que
destaca el descubrimiento del caso Roldán, ha recibido, entre otros,
los premios Ortega y Gasset, Javier Bueno (Asociación de la Prensa),
Mariano José de Larra (Unión de Periodistas), León Felipe,
Continente y el concedido por el Club Internacional de Prensa.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año
de edición, en Internet podéis encontrar más datos sobre el autor,
como es habitual. Y sin más, unas breves reseñas que os inciten a
la apasionante lectura de la poco conocida historia de los espías
nazis protegidos por Franco y la Iglesia...
Max Hohenlohe-Langenburg...
“Hohenlohe
estaba casado con Piedita Iturbe, marquesa de Belvís, hija del
embajador de México en Madrid, y única heredera de su madre,
Trinidad, condesa de Parsent, casada en segundas nupcias. La condesa
gozaba de una enorme influencia en los círculos más poderosos de la
nueva España de Franco. Max y Piedita vivían con sus hijos en El
Quexigal, una finca situada en Ávila en la que habían invertido
mucho dinero para su reforma y ampliación. Aquel lugar era un
remanso de paz y naturaleza que sólo rompían las fiestas y
reuniones de aristócratas y empresarios de la época, en fuerte
contraste con lo que ocurría en Madrid, que empezaba a reconstruir
los barrios devastados por la artillería nacional y donde miles de
personas pasaban hambre y formaban largas colas con sus cartillas de
racionamiento en la mano. Pero aquel escenario de penuria que se
vivía en Madrid no parecía inquietar a esta familia, que continuaba
con su intensa vida social y viajaba por toda Europa antes de que
estallara la guerra. Max era un hombre inquieto y emprendedor que,
por sus negocios, tenía conexiones con los políticos más
importantes de Occidente. Reinhard Spitzy, espía a las órdenes de
Cannaris, y Hohenlohe se entendieron enseguida. Los dos tenían en
común su formación burguesa y acomodada, eran cosmopolitas y en
aquel mes de abril de 1942, se mostraban críticos con la política
exterior de Ribbentrop. Además, a ambos les inquietaba la marcha del
conflicto bélico.”
Testaferros camuflando empresas nazis...
“El
rey del wolframio, Franz Bernhardt no era el único testaferro de los
nazis. El comerciante alemán y coronel de las SS se sirvió de una
cohorte de notables miembros de la aristocracia española encabezados
por José María Martínez Ortega, conde de Arguillo, que se
convirtieron en sus socios y aceptaron gustosos el papel de hombres
de paja de los intereses económicos nazis en España. Aunque Franco
había aprobado en 1939 una ley sobre nacionalización de industrias
que impedía que el capital extranjero superara el 25 por ciento de
las sociedades españolas, personas conectadas con el régimen
burlaron la ley y pusieron su nombre a disposición del imperio
industrial de Hitler en España. Algunos colaboradores de Bernhardt,
como el mencionado conde de Arguillo, se movían en el mismo ambiente
social del Club Puerta de Hierro y las alfombras del Palace por las
que Aline Griffith paseaba ya con gran desenvoltura en busca de
cualquier información interesante para la OSS y tras el rastro del
tapado de la Gestapo en Madrid. ¿A cambio de qué prestaron su
identidad esta red de testaferros? ¿Sólo por su afinidad ideológica
con el nazismo? Sin duda, lo hicieron a cambio de dinero y de la
influencia que les podía reportar apostar por los que creían que
iban a ser los vencedores de la Segunda Guerra Mundial.”
Esquivando a las autoridades aliadas...
“Spitzy
sabía que no podía permanecer oculto siempre bajo el manto de la
Iglesia. Llevaba más de tres años desaparecido y los Hohenlohe no
podían hacer más por él. Había quer tomar una decisión
definitiva: seguir en España como un topo en la madriguera o huir a
Argentina, el país en el que estaban recalando numerosos agentes
nazis. Argentina era una posibilidad: estaba gobernada por Perón, se
acogía a los antiguos colaboradores nazis con los brazos abiertos y
se hablaba español. El país suramericano era un escenario en el
que, además, contaría con el apoyo del coronel Vélez, el antiguo
agregado militar en Madrid con el que había trabado una estrecha
amistad. Pero además de esas circunstancias, ¿por qué pensó
Spitzy en Argentina? Desde que terminó la guerra, los Aliados
sospechaban que los consulados argentinos en España facilitaban
pasaportes a agentes nazis, a los que hacía pasar por nativos de
Buenos Aires e hijos de alemanes. De esta forma podían conservar su
nombre original. Su sospecha no iba mal encaminada, tal y como demostró en 1946 la declaración de Herbert Senner, un ex agente de
la SD, ante el Consejo Aliado de Alemania. El espía arrepentido
aseguró que había una red en Madrid organizada para llevar a
Argentina a agentes alemanes perseguidos. Senner fue muy preciso y
dio el nombre del responsable: Ramón de la Peña, un presunto agente
que había trabajado para la Abwehr. Ayudó a 150 o 200 alemanes a
huir a Buenos Aires desde Cádiz, entre agosto y septiembre de ese
mismo año. En su tarea le ayudaba un tal Escat, un francés
simpatizante de los nazis y director de la revista `Je suis
partout´.”
Tumba española para un viejo SS...
“El
viejo Galler, ex comandante de un batallón de las Waffen-SS, murió
a los 80 años de edad, en marzo de 1995, en este precioso pueblo
alicantino. Pocas personas asistieron a su entierro y casi nadie
sabía quién era este hombre de aspecto tranquilo y afable que
paseaba con su perro por las calles de Denia desde que se instaló,
a mediados de los años ochenta, en el número 45 de la calle Partida
Florida, en una casa sencilla, en compañía de Elfe, su segunda
esposa. Galler aparentaba ser uno de esos jubilados alemanes,
austriacos y suizos -más de 10.000- que viven en esta localidad
turística. Pero tras la apariencia tranquila de Galler, siempre
paseando en compañía de sus esposa y de su perro, se ocultaba la
historia inconfesable del principal responsable de una de las mayores
matanzas cometidas por las tropas de Hitler durante la ocupación
italiana. Su batallón protagonizó la masacre cometida en el verano
de 1944 en el pueblo montañés de Sant´Anna en el que murieron
asesinados 400 civiles, en su mayoría mujeres y niños.”
Lectura ideal para amantes de la Historia, espionaje y
el papel poco divulgado que jugó la Península Ibérica en el
transcurso y final de la II Guerra Mundial donde la neutralidad de
España y Portugal propiciaba la guerra secreta de Aliados y fuerzas
del Eje. Recomendable para quienes creen que ante la agresión
militar lo mejor es el pacifismo de pancarta y que en una guerra no
hay neutralidad cuando se sufre una agresión como sucede en Ucrania
y el régimen de Putin. Ideal para lectura de vigilias nocturnas,
mesita de noche o tiempo muerto en el estrés diario. Cuidadín con leerlo la suegra, que puede tener ocurrencias de espía para controlar la sopa
boba...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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