TRES COMPOSTURAS DEL
POSTUREO BÁSICAS PARA LA PLAYA
Ha
llegado agosto y quien más y quien menos se convierten en usuarios
de arenales para tomar el sol y broncear la piel amén de remojarse
entre las olas. Es por ello que quiero citar tres composturas del
postureo básicas para la playa y que sirven de orientación para las
distintas variantes de estos tres ejemplos: infancia incordiante,
vecinos de playa comiendo bajo la sombrilla y el inevitable encargo
de ir a pillar unos refrescantes helados. Ya digo que hay distintas
variantes de estos tres arquetipos donde la compostura del postureo
sufre ligeras variaciones que por instinto sabremos calibrar y
adoptar la compostura del postureo apropiada.
Pasamos
pues a la primera situación donde estamos tranquilamente tumbados
sobre la toalla y uno u varios usuarios infantiles se ponen a jugar
en la arena cerca nuestro por no decir parasitando nuestro espacio
vital playero. La compostura del postureo de pedirles que vayan a
tocar los cojones a otro lado, dicho de forma diplomática y adecuada
a la entendedera infantil con otras palabras nos puede acarrear
conocer a sus progenitores o familiar al cargo recibiendo una
soberana bronca por molestar a inocentes criaturas jugando en la
arena, de poco importará tratar de explicarnos o mostrar la toalla
llena de arena porque no habrá diálogo posible. Si encima los
progenitores andan de bronca, tienen problemas laborales y económicos
o simplemente no hablan nuestro idioma, la cosa puede degenerar a
espectáculo playero con presencia de mirones, socorristas, policia
local y alguien grabando todo en vídeo con el móvil o cachivache
digital pertinente. La compostura del postureo recurrente de si no
puedes con tu enemigo hacer que sea tu amigo puede traer
consecuencias desastrosas y desagradables. Me refiero a ir de panoli playero uniéndose a la infancia y aconsejando otro juego para que
disimuladamente les apartemos a una distancia prudencial. Puede que
la cosa resulte como excepción confirmando la regla, pero la
infancia puede reaccionar entusiasmada y encontrarnos de repente en
un atolladero, los progenitores pueden sospechar de ver a un adulto
talludito jugando con infancia dejando que lo entierren en la arena,
obligado a cavar pozos y hasta acompañar a la infancia a mojar los
pies y coger agua para su cubo de arena. La mejor y casi única
compostura del postureo eficaz es poner la toalla cerca de un grupo
de jubilados o personas de mediana edad ya crecidita que no se
cortarán un pelo en mandar a tomar por el culo a la infancia que ose
molestar y reprochar a sus progenitores que no vigilen las andanzas
incordiantes de esa jauría que tienen por hijos, lo cual nos
garantiza nuestro descanso al sol. Pueden probarse otras composturas
del postureo aunque son contemporizadoras y lo de arrimarse a
personas jubiladas o de mediana edad es auténtica mano de santo.
Otra
situación que requiere de una compostura del postureo es cuando en
determinados arenales los vecinos de toalla comienzan a sacar comida
de las bolsas. No voy a extenderme en composturas del postureo cuando
comen queso de Cabrales o cualquier comida aromática que contamina
nuestra pituitaria. Quiero aclarar para usuarios de pocos caudales y
menos dinero en efectivo que hacerse colegas de toalla de esta clase
de vecinos playeros puede resultar en una invitación a comer que no
esperábamos y que nuestro bolsillo se pondrá loco de contento por
el ahorro de no gastar en comida y nuestro estómago dará gracias de
romper el ayuno cotidiano. Es la mejor compostura del postureo porque
suelen ser grupos numerosos y además familiares o entrañables
amistades que no dudarán en corrernos a gorrazos, soltar eructos por
molestar y las inefables moscas y todo tipo de bichos que acuden a
las fiambreras y platos de plástico con restos. Una compostura del
postureo preventiva, salvo casos de ayuno por causas económicas, es
la mejor y más eficaz consistente en observar el percal de usuarios
antes de poner la toalla.
Llegamos
al último, pero no por ello el menos importante, de los tres
ejemplos como es que nos endosen el ir a pillar helados. Cuando se
está en pareja o grupos de tales se suele aprovechar para estirar
las piernas, pero en el caso de ir con familiares la cosa cambia.
Para empezar fastidia la digestión plácidamente tirados al sol,
luego el encargo suele ser numeroso porque todo quisque se apunta a
que le cojamos un helado. Si conseguimos superar el trance de llevar
dinero a escote pericote o que ya se pone el dinero después,
suponiendo que disponemos de dinero para pagar los helados, toca
hacer cola en el puesto de helados y que puede ser algo extensa de
duración haciendo que nos olvidemos de los distintos tipos de helado
encargados. Cuando por fin somos atendidos es cuando caemos en cuenta
que o se galguea a ritmo de cabra legionaria para regresar con los
helados o éstos comenzarán a derretirse por el camino, queda
descartado por tanto que al menos pudiéramos comer nuestro helado de
camino tranquilamente. Y al llegar veremos que todos cogen los
helados y se ponen a comerlo mientras que nos toca hacer cuentas
convirtiendo nuestro helado en una cosa chuchurrida, pegañosa y que
hay que devorar antes de que acabe de fundirse del todo. La mejor
compostura del postureo es nada más terminar de comer comenzar a
bostezar de forma ostensible, decir que se va a echar una cabezadita
y terminar añadiendo que si alguien va a por helados le traiga uno
de tal sabor para pasar a tumbarnos y hacernos los dormidos hasta que
escuchamos que alguien va a por helados. Tres composturas del
postureo que pueden parecer baladí y que aprendemos a valorar en su
justa medida cuando nos toca utilizarlas.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario