Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a cambiar de
móvil
El
viajero recuerda cómo comenzó todo, hace unas cuantas lunas cuando
su viejo móvil decidió precipitarse al vacío por enésima vez, el
viajero piensa que se precipita porque no tira nunca el móvil. Cayó
de morros y se hizo añicos la pantalla sin llegar a romper, un golpe
en la esquina inferior del móvil como si un minúsculo proyectil le
hubiese atravesado y se irradiaba a lo largo y ancho de la pantalla.
Desde ese salto último al vacío y escoñarse en una esquina de la
pantalla, ver la pantalla era como mirar unas veces al lomo de una
cebra si el fondo era blanco, una marea negra si el fondo era de
color. Al poco tiempo, resignado el viajero a ver la cebra a cada
poco en la pantalla, aparecieron unas motitas negras, aparentemente
al azar por el interior de la pantalla, rodeadas de un halo naranja y
un centro negro, como si alguien hubiera usado el viejo móvil como
cenicero y quedaran los restos chamuscados en la superficie. El
viajero entonces pidió asesoramiento a su sobrinito que es indígena
digital, el cual le explicó que se estaba quemando la pantalla por
dentro y mejor cambiaba de móvil...
El
viajero aleja los recuerdos y observa los dos móviles sobre la
mesa. Tras indagar un poco, averigua que lo primero es meter la
tarjeta, previamente sacándola del viejo móvil. Con ayuda de la
lupa logra entender que hay que retirar la carcasa protectora que
tapa el minúsculo orificio para abrir la ranura de la tarjeta. El
viajero observa perplejo el diminuto orificio y busca herramienta
apropiada. Encuentra un viejo clip que procede a desdoblar,
calculando que el clip tiene el grosor adecuado para penetrar en el
minúsculo orificio. El extremo recto del clip penetra, pero no se
abre la ranura. El viajero enmpuja un poco más y, si bien parece que
penetra otro poco no produce la apertura de la ranura de la
tarjeta...
El
viajero enciende un cigarro tras levantarse de la mesa, necesita
discurrir que pasa antes de seguir empujando el clip hasta que
atraviese el nuevo móvil cual espada de fakir. Le viene a la mente
los alicates, quizás haciendo cuña y presionando algo se abra la
dichosa ranura de la tarjeta, quizás el destornillador de punta fina
sea más adecuado, barrunta el viajero mientras vuelve a la mesa...
El
viajero siente de súbito la curiosidad de mirar en la caja del móvil
nuevo y buscar el manual, sólo encuentra un folleto que desplegado
es enorme y en un montón de idiomas aunque no es de instrucciones y
sí de la garantía. Por algún extraño arcano, la mirada del
viajero se detiene en el fondo de la caja donde ve en el centro del
mismo una especie de herramienta que parece especialmente diseñada
para lo que necesita el viajero, que ve a dios por una pata y la
solución a sus problemas y tribulaciones. El viajero siente un
éxtasis casi místico cuando la especie de herramienta encaja
perfectamente en el minúsculo orificio y la dichosa ranura de la
tarjeta asoma tímidamente al exterior cual virginal doncella
sirviendo la mesa de fornidos caballeros tras una batalla...
El
viajero, con la lección aprendida, logra abrir sin dificultad la
ranura de la tarjeta del móvil nuevo. El problema es que la nueva
ranura tiene espacio para dos tarjetas cuando el viejo sólo tiene
una. Le parece al viajero que es un problema simple y menor, pero
ignora en cuál de los dos espacios debe meter la tarjeta. Tras
meditar unos segundos, decide probar en una y si no funciona pues se
cambia a la otra. Todo parece en orden y el viajero observa la
pantalla del nuevo móvil siguiendo las indicaciones. Decide el
viajero traspasar aplicaciones y demás del viejo móvil al nuevo, su
sobrino le indicó unos mínimos rudimentos para ello. Todo va bien
hasta que el móvil nuevo le pide al viajero que conecta por cable
ambos móviles. El problema es que si mete un extremo en un móvil en
el otro móvil no sirve la clavija, y si enchufa por la clavija no
puede conectar el USB del otro extremo. Contrariado, el viajero opta
por que se conecten sin cable...
El
viajero respira aliviado cuando termina el proceso, una capa de sudor
bordea su frente, cierto agotamiento psíquico y la satisfacción de
haber migrado con éxito de un movil a otro. Es cierto, reconoce el
viajero para sí mismo mientras enciende un cigarro satisfecho de sí
mismo, que la ranura no cierra, se ve que la perforación del clip ha
causado algún pequeño estrago, pero gracias a la carcasa de
protección la ranura no se sale y cumple su función a las mil
maravillas y es mejor que la cinta americana pensada por el viajero
como primera opción para sujetar la ranura y sin duda queda más
estético con la carcasa que con una tira de cinta americana
envolviendo la zona...
El
viajero guarda los alicates y el destornillador, también un tenedor
que tenía como herramienta de reserva y tras el duro trabajo y la
satisfacción del trabajo bien hecho, nada mejor que salir para ir
a...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario