Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a comprar pintura
El
viajero se para en el escaparate de la tienda de pinturas antes de
entrar. Es una tienda que le pilla en su ruta habitual y últimamente
se paraba siempre desde que decidió que había que pintar el
pasillo. Mira una última vez y finalmente entra...
Lleva
el viajero un carrito de la compra para transportar la pintura y
alguna que otra cosa necesaria. Hay dos dependientes ocupados con
clientela, poca salvo el viajero y otras dos personas que están
siendo atendidas. El viajero no tiene ni puta idea del mundo de la
pintura con brocha gorda. Sí ha visto a lo largo de su vida cómo lo
hacían otros, su padre cuando el viajero era niño y después a
pintores. Piensa el viajero para sus adentros que se trata
básicamente de colorear la pared sin salpicar mucho y quedando la
superficie pintada homogénea. Lo cierto es que la tienda está bien
surtida, de amplio local bien iluminado y estanterías con extraños
arcanos para el viajero con cosas como distintos tipos de pintura,
decapantes, tintes para madera; una auténtica jungla hostil para un
neófito de la brocha gorda como el viajero que, finalmente, supera
el golpe visual y se encamina a un catálogo mural en la pared. Hay
colores en columnas verticales que van descendiendo de tonalidad y el
viajero siente cierto mareo inesperado imaginando el pasillo con cada
uno de la multitud de colores expuestos. El viajero se calma y de
forma reposada se detiene en la columna de los rojos y encuentra
finalmente uno que le quedará fetén en su pasillo. Se dirige al
mostrador donde es amablemente atendido y el dependiente toma nota
del código del color para introducirlo en la máquina, cosa de unos
diez minutos que el viajero aprovecha para ir a la estantería de
utensilios, El viajero se queda obnubilado ante la variedad de
brochas de todos los tamaños, algunas con simpáticos colores en la
paleta que para el viajero son tan incomprensibles como el arameo y
los jeroglíficos egipcios. Necesita el viajero una brocha normal,
una mediana y una pequeña que escoge dudando. Atisba un utensilio
que parece para escurrir la brocha o más bien el rodillo que el
viajero ha cogido junto con las brochas. Echa un último vistazo el
viajero a la zona de utensilios pero decide dejarlo e irse de nuevo
al mostrador porque empieza a parecerle que necesita un poco de todo
y en varios tamaños...
El
viajero mete el bote de 4 kilos de pintura, una brocha normal, otra
mediana, otra pequeña, el escurridor y dos rodillos, uno grande y
otro más pequeño, por si acaso hace falta. La verdad es que el
viajero es más de alicates y martillo que de brocha gorda pero
confía en el manual de instrucciones que traiga la pintura, espera
el viajero que venga en cristiano y no en lengua extraña a sus
entendederas. Las brochas y los rodillos no vienen con manual de
instrucciones pero barrunta el viajero para sus adentros que es un
artilugio sencillo y simple que hasta un chimpancé de circo sin
amaestrar sería capaz de manejar, tiene un mango y un rodillo,
sistema sencillo hasta para un profano de la brocha gorda como el
viajero...
El
viajero sale a la calle, pega un sol radiante y el carrito de la
compra se lleva liviano pese a la carga y le pilla de camino un...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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