Puede sonar a pasota o
algo peor, en realidad es que a la muerte, como todo, te acabas
acostumbrando, igual que les pasa a los combatientes que llega un
momento en que ver cadáveres, restos humanos y el hedor de la muerte
se vuelven parte del paisaje...
Lo digo porque me escupe
el televisor que cierto sujeto que ha sido pillado haciendo trampas
que le auparon a un puestín, pues ha intentado suicidarse. Por
supuesto hay testimonios de que andaba gacho y por el cementerio,
pero le salvaron. Por mi experiencia personal creo que el suicida no
avisa y el mundo se entera cuando se descubre su cadáver, pero sé
que sonará frío, así que lo mejor será citar lo que sé...
Conocí a tres suicidas,
de los que así se nombran porque se suicidaron. El primero era una
amistad de mis abuelos, un vecino típico con el que se llevaban
bien. Recuerdo, cuando a posteriori se habló de ello buscando
comprender, que era un viernes y él y mi abuelo estuvieron en el
pueblo, vivían fuera del casco urbano dentro del municipio. Habían
quedado en verse de nuevo por la tarde, cuando se despidieron ya en
la hora de comer, supongo que sobre las 14:00 horas o un poco antes
incluso. Su esposa llegó más tarde, casi a las tres, y se lo
encontró ahorcado en la cocina...
El segundo me pilló de
pleno. Era un kameraden, el tercero también lo era, de asociación.
Nos veíamos los viernes cuando nos reuníamos y era de otra
localidad vecina. Hablamos un par de veces de salir a dar un garbeo a
horas ya nocturnas fin semaneras, tenía un pasado de adicciones, pero
tenía buena presencia y tampoco era un lerdo. Aquel viernes hablamos
de que se acercaba el buen tiempo y podíamos quedar. El domingo se
ahorcó...
El tercero era también de
la asociación, una mente brillante con un potencial enorme
cortocircuitado y que le hizo renunciar a lo que esperaba.
Congeniamos enseguida, ambos recurríamos al humor y la ironía para
afrontar la realidad. Tenía su circunstancia personal, como todos,
que le hacía algo desdichado por incomprendido con el reproche
constante de lo que pudo haber sido. Digamos que su entorno era
incapaz de comprender. Un día mirando el periódico veo su nombre en
una esquela. No me lo podía creer, habíamos coincidido en un acto
un par de semanas antes. Necesitaba respuestas, era el segundo
kameraden que perdía en combate, así que salí al tanatorio y allí
supe que se había tirado por la ventana...
Espero que todo el circo
del tipo que intentó suicidarse, que no suicida, no sea otro paripé
para justificar escurrir el bulto. Mis dos kameraden eran luchadores
pese a sus miedos, eran mentes brillantes intelectualmente que no
necesitaban mentir. El suicida nunca avisa, no se notan síntomas y
todo el mundo le ve normal. La muerte no anuncia su llegada al
entorno del suicida...
Tal vez, sólo tal vez, me
he vuelto insensible...
Y sin embargo, una lágrima
resbala por mi rostro.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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