Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a poner el árbol
de Navidad
El
viajero aparta un par de cajas y encuentra la que busca en un rincón,
ha llegado diciembre y toca colocar el árbol de Navidad que ya lleva
en poder del viajero casi un lustro y dos años en la caja, pero
estas navidades siente el viajero cierta morriña de navidades
pasadas, quizás demasiados ausentes ya resultando más confortable
el recuerdo que el presente...
Saca
el árbol el viajero de la caja y observa con preocupación que al
árbol de Navidad le falta la mitad de su tronco con sus
correspondientes ramas. Tras cierta zozobra mental, logar recordar el
viajero que la última vez que se guardó le fue imposible
introducirlo entero en su caja y optó por meter la mitad y la otra
mitad guardarla aparte, en un arcón debajo del sillón escamoteado a
la vista de los demás. Tras recuperar la otra mitad, monta el
viajero el tronco del árbol para proceder a desplegar las ramas que
a su vez se divide cada una en cinco ramitas y cada ramita con cinco
ramitas aún más ramitas. El viajero calcula el tiempo de desplegar
en todo su esplendor arbóreo el árbol de Navidad y le viene a la
mente la ocurrencia de que ya que el árbol estará cerca de la
pared, sólo queda a la vista un frontal que evita desplegar las
ramas que quedan enfrente a la pared y fuera de la vista del
observador, una gran ocurrencia piensa el viajero para sus adentros
que le motiva a seguir el proceso del montaje del árbol de Navidad,
con nuevos bríos desplegando las ramas en ramitas y las remitas en
otras ramitas. Se detiene en el despliegue arbóreo cuando considera
que ya está en todo su esplendor y el viajero observa con pánico
que el suelo alrededor del árbol está lleno de cortos filamentos
verdes que se han desprendido del árbol de Navidad durante el
despliegue arbóreo, lo que eran graciosas hojitas de las ramas y
ramitas forman en el suelo un tapiz digno del pelaje de un perro
verde que va perdiendo el mismo. Tiene el viajero que ir a buscar la
escoba y el recogedor para barrer la frondosidad arbórea
desprendida, aprovechando de paso para coger resuello...
El
viajero abre la caja de las bolas y adornos con formas variadas y de
distintos colores, quiere formar un conjunto colorido y a la vez
llamativo, una espiral de bolas de un color que cambia a mitad de la
espiral. Quiere el viajero hacer manojos de cuatro bolas que colgará
juntas, pero encuentra dificultades numéricas en el sentido de que
no hay suficientes bolas para hacer los manojos de cuatro bolas
necesarios, tampoco le importa mucho porque es un coñazo hacer los
manojos y resuelve que lo mejor es el formato clásico de colgar los
adornos individualmente. Hay bolas azules, rojas y plateadas;
estrellas azules y plateadas de dos tamaños, pirulos de colores y
una gran estrella para coronar el árbol...
El
viajero contempla satisfecho la primera fase de la tarea y se pasa su
buen cuarto de hora corrigiendo detalles estéticos como que no haya
muchas bolas apelotonadas, que los colores se intercalen, el delicado
equilibrio entre adornos y bolas de navidad teniendo en cuenta que estas varían de tamaño. Toca poner las luces, piensa el viajero
mientras pasa de nuevo la escoba porque el árbol de Navidad sigue
perdiendo pelambrera. Las encuentra en el cajón de los trastos, son
un filo hilo salpicado de led que el viajero enrolló sobre el
cajetín de las pilas la última vez que las utilizó. Tiene dos,
porque dispone de un belén compacto donde los protagonistas del
mismo son fijos salvo el ángel que cuelga sobre sus cabezas, todo
ello quedando muy resultón una vez le rodean las luces. Comienza por
el árbol de Navidad, el hilo se desenrolla fácilmente y lo hace
subir y bajar entre las bolas y los adornos navideños, luego
rodeando en espiral descendente y serpenteando de nuevo para subir.
Comprueba el viajero que funcione el mando tras colocarle las pilas y
todo funciona a la perfección, no puede el viajero reprimir el
impulso de bajar las persianas para quedar a oscuras y contemplar su
creación luminosa que le deja satisfecho tras probar la media docena
de combinaciones que permite el mando de las luces navideñas...
El
viajero observa con un poco de pánico que el segundo hilo no está
enrollado a la caja de las pilas o puede que lo estuviera y se ha
salido, pero sea lo qué sea el resultado es un ovillo que el viajero
trata de desenrollar para comprobar que es tarea imposible, se
desenrolla algo de inicio pero llega un punto en que la tarea es
trabajo inútil. Mira el viajero el belén compacto y el juego de
luces hecho un ovillo y se le ocurre que el tramo de hilo
desenrollado le da para rodear el belén compacto haciéndolo pasar
entre los protagonistas y si coloca el ovillo de luces detrás, justo
encima del Niño Dios, creará un efecto lumínico sorprendente
resaltando al protagonista de la Navidad y se pone a ello
concentrado, primero pasando el hilo desde el ángel y a lo largo de
la estructura del pesebre y descendiendo para extenderse entre la
Virgen y San José, rodeando la cuna y finalmente llegando al ovillo
que el viajero coloca estratégicamente matando dos pájaros de un
tiro: iluminar el belén y sacar provecho de la desgracia de no poder
desenrollar el hilo de luces...
El
viajero mira satisfecho desde la puerta del salón, luego pasa al
sofá, después a la ventana y, tras hacer unas correcciones moviendo
aquí y allá alguna cosa, queda plenamente satisfecho de su árbol
de Navidad con el belén a sus pies y la estrella coronando el árbol
que también se ilumina. Piensa en grabar un vídeo y felicitar así
a sus amistades, pero lo descarta al instante no tanto por carecer de
amistades a quien felicitar como a su inutilidad para las artes
cinematográficas. Tan contento está el viajero y es tal su
satisfacción, que decide premiarse a sí mismo con un cafelito
recién hecho, de manera que sale al pasillo y se dirige a la...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org




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