The Adversiter Chronicle

martes, 16 de diciembre de 2025

"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre

Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle

Viaje a poner el árbol de Navidad

El viajero aparta un par de cajas y encuentra la que busca en un rincón, ha llegado diciembre y toca colocar el árbol de Navidad que ya lleva en poder del viajero casi un lustro y dos años en la caja, pero estas navidades siente el viajero cierta morriña de navidades pasadas, quizás demasiados ausentes ya resultando más confortable el recuerdo que el presente...
Saca el árbol el viajero de la caja y observa con preocupación que al árbol de Navidad le falta la mitad de su tronco con sus correspondientes ramas. Tras cierta zozobra mental, logar recordar el viajero que la última vez que se guardó le fue imposible introducirlo entero en su caja y optó por meter la mitad y la otra mitad guardarla aparte, en un arcón debajo del sillón escamoteado a la vista de los demás. Tras recuperar la otra mitad, monta el viajero el tronco del árbol para proceder a desplegar las ramas que a su vez se divide cada una en cinco ramitas y cada ramita con cinco ramitas aún más ramitas. El viajero calcula el tiempo de desplegar en todo su esplendor arbóreo el árbol de Navidad y le viene a la mente la ocurrencia de que ya que el árbol estará cerca de la pared, sólo queda a la vista un frontal que evita desplegar las ramas que quedan enfrente a la pared y fuera de la vista del observador, una gran ocurrencia piensa el viajero para sus adentros que le motiva a seguir el proceso del montaje del árbol de Navidad, con nuevos bríos desplegando las ramas en ramitas y las remitas en otras ramitas. Se detiene en el despliegue arbóreo cuando considera que ya está en todo su esplendor y el viajero observa con pánico que el suelo alrededor del árbol está lleno de cortos filamentos verdes que se han desprendido del árbol de Navidad durante el despliegue arbóreo, lo que eran graciosas hojitas de las ramas y ramitas forman en el suelo un tapiz digno del pelaje de un perro verde que va perdiendo el mismo. Tiene el viajero que ir a buscar la escoba y el recogedor para barrer la frondosidad arbórea desprendida, aprovechando de paso para coger resuello...
El viajero abre la caja de las bolas y adornos con formas variadas y de distintos colores, quiere formar un conjunto colorido y a la vez llamativo, una espiral de bolas de un color que cambia a mitad de la espiral. Quiere el viajero hacer manojos de cuatro bolas que colgará juntas, pero encuentra dificultades numéricas en el sentido de que no hay suficientes bolas para hacer los manojos de cuatro bolas necesarios, tampoco le importa mucho porque es un coñazo hacer los manojos y resuelve que lo mejor es el formato clásico de colgar los adornos individualmente. Hay bolas azules, rojas y plateadas; estrellas azules y plateadas de dos tamaños, pirulos de colores y una gran estrella para coronar el árbol...
El viajero contempla satisfecho la primera fase de la tarea y se pasa su buen cuarto de hora corrigiendo detalles estéticos como que no haya muchas bolas apelotonadas, que los colores se intercalen, el delicado equilibrio entre adornos y bolas de navidad teniendo en cuenta que estas varían de tamaño. Toca poner las luces, piensa el viajero mientras pasa de nuevo la escoba porque el árbol de Navidad sigue perdiendo pelambrera. Las encuentra en el cajón de los trastos, son un filo hilo salpicado de led que el viajero enrolló sobre el cajetín de las pilas la última vez que las utilizó. Tiene dos, porque dispone de un belén compacto donde los protagonistas del mismo son fijos salvo el ángel que cuelga sobre sus cabezas, todo ello quedando muy resultón una vez le rodean las luces. Comienza por el árbol de Navidad, el hilo se desenrolla fácilmente y lo hace subir y bajar entre las bolas y los adornos navideños, luego rodeando en espiral descendente y serpenteando de nuevo para subir. Comprueba el viajero que funcione el mando tras colocarle las pilas y todo funciona a la perfección, no puede el viajero reprimir el impulso de bajar las persianas para quedar a oscuras y contemplar su creación luminosa que le deja satisfecho tras probar la media docena de combinaciones que permite el mando de las luces navideñas...
El viajero observa con un poco de pánico que el segundo hilo no está enrollado a la caja de las pilas o puede que lo estuviera y se ha salido, pero sea lo qué sea el resultado es un ovillo que el viajero trata de desenrollar para comprobar que es tarea imposible, se desenrolla algo de inicio pero llega un punto en que la tarea es trabajo inútil. Mira el viajero el belén compacto y el juego de luces hecho un ovillo y se le ocurre que el tramo de hilo desenrollado le da para rodear el belén compacto haciéndolo pasar entre los protagonistas y si coloca el ovillo de luces detrás, justo encima del Niño Dios, creará un efecto lumínico sorprendente resaltando al protagonista de la Navidad y se pone a ello concentrado, primero pasando el hilo desde el ángel y a lo largo de la estructura del pesebre y descendiendo para extenderse entre la Virgen y San José, rodeando la cuna y finalmente llegando al ovillo que el viajero coloca estratégicamente matando dos pájaros de un tiro: iluminar el belén y sacar provecho de la desgracia de no poder desenrollar el hilo de luces...
El viajero mira satisfecho desde la puerta del salón, luego pasa al sofá, después a la ventana y, tras hacer unas correcciones moviendo aquí y allá alguna cosa, queda plenamente satisfecho de su árbol de Navidad con el belén a sus pies y la estrella coronando el árbol que también se ilumina. Piensa en grabar un vídeo y felicitar así a sus amistades, pero lo descarta al instante no tanto por carecer de amistades a quien felicitar como a su inutilidad para las artes cinematográficas. Tan contento está el viajero y es tal su satisfacción, que decide premiarse a sí mismo con un cafelito recién hecho, de manera que sale al pasillo y se dirige a la...
Pero ése, ya es otro viaje.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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