Suplemento
cinematográfico cutre de The Adversiter
Chronicle
EL JUSTICIERO DE LA CIUDAD (1974)
(Death Wish)
El
mes de agosto es época de reposiciones y las noches calurosas de
agosto apetece cualquier cosa menos ponerse manos a la faena, así
que en cuanto fichamos y nos cambiamos fuimos raudos a coger birras
frías y pistachos para visionar, ni siquiera sacamos los trastos de
faena, una película tildada de `despreciable´. Lo cierto es que es
un clásico del género de justicieros urbanos y sentó las bases y
lugares que siguen vigentes, adaptadas a los tiempos, en el cine
actual. Dirigida por el solvente, correcto y eficaz director Michael
Winner que ya tenía experiencia de rodar con Charles Bronson y que
había dirigido el año anterior América violenta.
El guion, basado en una novela de Brian Garfield, está firmado por
Wendel Mayes que logra saltar de un escenario a otro y perfilando a
los personajes con breves pinceladas. La estrella protagonista es un
Charles Bronson cuya interpretación fue tildada en su momento de
`papel de pocas palabras y demasiada violencia´. Todo ello no fue
impedimento para que el público respondiera a la propuesta y dio
lugar a toda una saga.
La
trama es sencilla, la esposa y la hija de un reputado arquitecto en
una firma de inversión inmobiliaria son asaltadas en su casa por una
pandilla de jóvenes violentos, podemos ver a un Jeff Goldblum
interpretando a uno de los jovenzuelos como curiosidad antropológica
cinematográfica. El protagonista, que fue objetor de conciencia en
la Guerra de Corea donde sirvió de comandante médico y creció
aprendiendo a disparar armas con su padre cazador hasta que lo
mataron confundiéndolo con un venado, toma conciencia de la
inseguridad del ciudadano en una Nueva York donde las bandas
controlan la noche y decide plantar cara eliminando indeseables
nocturnos. Las autoridades emprenden la caza de un justiciero que se
convierte en un símbolo para la población de la ciudad que empiezan
también a plantar cara a los delincuentes que les atracan. De fondo
una sociedad donde las élites viven en sus jaulas de oro porque la
ciudad está inundada de droga y jóvenes violentos buscando dinero
para satisfacer sus adicciones...
No
contamos más, porque hay más en un guion que nos lleva de la mano
mostrando distintas capas de la sociedad. Porque la película cuenta
muchas cosas tras su envoltorio de película de acción y venganza.
Por un lado la importancia de los medios de comunicación y sobre
todo de la televisión, habla del control de armas y las diferencias
entre la sociedad urbana de la costa este y la sociedad rural y
tradicional donde cada hombre tiene al menos un arma y que sin
renunciar a la modernidad son celosos de sus entornos naturales y
saben que los de la ciudad les consideran poco menos que palurdos con
pistola. Habla de la política y cómo pacta con el diablo si éste
es aclamado por los votantes dejando en ridículo a las fuerzas del
orden y sus jefes políticos. Y habla de una juventud urbana dividida
en bandas, enganchados a la droga y que asaltan sin importar a quién
con violencia gratuita. La película sabe mostrar todos esos aspectos
que se paladean como quien ve un cuadro de épocas pasadas llenos de
matices y detalles que pasan ajenos al observador sin más. Es una
película para paladear y además pasar hora y media atentos a la
pantalla. La violencia que tanto escandalizaba a la crítica se ve
ahora con naturalidad, no hay recreaciones en lo violento, la
violencia ocurre rápido y de forma incomprensible y sin motivos
salvo la violencia por la violencia de los jóvenes delincuentes.
Charles
Bronson está genial, como Vincent Gardenia en el papel de inspector
con el culo pelado y tos asmática haciendo la vida imposible a su
subalterno interpretado por Jack Wallace. Lo cierto es que se trata
de una película coral, hay homenajes al cine, mensaje entre líneas
y una cápsula del tiempo de una época que sigue vigente en algunos
aspectos, las redes sociales e Internet cumplen la función que hacía
la televisión, el control de armas sigue de plena actualidad, la
calle sigue inundada de drogas y el cine sigue exprimiendo la
historia con más o menos variantes hasta el día de hoy. Es casi una
película de novela negra y, reiteramos, para verla reposadamente y
sin juicios previos, no cómo la crítica de entonces que se quedaban
con el morbo y no veían más allá de sus propias narices...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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