Me alegré al oir su voz y no me alegró tanto escucharle y ver que aún sigue anclado al pasado, acomodaticio en su infierno particular. Lo he visto en otros kameraden, asimilan sus obligaciones terapéuticas aunque alguno afirme que está curado pero en realidad están restablecidos, equilibrados dentro de su desequilibrio, ausentes en cierta forma de la realidad...
No huye de la realidad, sabe que no tiene escapatoria de la misma, pero se refugia en la suya de no asumir responsabilidades salvo las obligadas y a regañadientes, pero se acopla y en el fondo no desea salir del mismo...
A mí me fue de ayuda y por un tiempo compartimos aventuras pero siempre que traté de brindarle la mía, por una razón u otra y todas sin razón, no pude ser de ayuda salvo salir con él e intercambiar parrafadas, risas y compartir sensaciones comunes a las y los parroquianos de la sala de espera...
Hay ocasiones en que recorres un pequeño o largo trecho del camino con alguien pero al final sigues al paso mientras el camino se bifurca, con el kameraden a la vista pero en otro camino que son los mismos en realidad...
Escuchar su voz y sus historias me hizo sentirme en lo alto de una montaña y ver al viejo kameraden a lo lejos, haciendo planes para un encuentro tras unas cuantas lunas sin encontrarnos, pero ni mi paso es ya el suyo ni él, creo, quiere afrontar la dureza del camino, sigue allí donde le conocí, simulando estar quieto y ejerciendo de quietud aunque sabe de sobra que son otros quienes caminan y se deja llevar, sin protestas, sumiso y obediente...
No le juzgo porque no soy quien y porque sé como se siente, esa fase atemporal donde todo parece absurdo pero porque el absurdo eres tú, el absurdo soy yo...
Apuro el cigarrillo, miro al cielo esperando que no llueva aunque siento la lluvia en mi cara, compruebo las botas y retorno al camino mirando furtivamente atrás y saludando con la mano a mi viejo kameraden vuelvo a mirar al frente, a la nada, a la soledad.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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