The Adversiter Chronicle

martes, 29 de julio de 2025

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Guerras sucias -El mundo es un campo de batalla-
Autor: Jeremy Scahill
Editorial: Espasa Libros , S. L. U.
Traducción: Íñigo García y Albino Santos Mosquera
Edición: 1ª edición, octubre 2013

La propuesta de hoy es un viaje a la cara oculta de la guerra contra el terrorismo que comenzó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Es también la historia de un ciudadano estadounidense de credo musulmán nacido y criado como un niño estadounidense más y que terminó siendo declarado objetivo a matar como un líder de Al Qaeda en Yemen y Somalia. Porque tras los atentados el presidente Bush da libertad de acción a su vicepresidente Dick Cheney y al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, para poner en marcha una unidad de operaciones especiales con lo más selecto del Ejército estadounidense en dichas operaciones; disponiendo de recopilación de información por sus propios medios de inteligencia e independientes del resto de agencias y la propia C.I.A., con libertad de acción en todo el mundo y en cualquier lugar del planeta para proceder a la eliminación o secuestro de los objetivos. El uso de drones, primero para recopilar información y vigilancia para finalmente ir armados de misiles Hellfire. Pese a las promesas del candidato a la presidencia Barak Obama de reducir los asesinatos selectivos, una vez en la misma decidió intensificar la busqueda y eliminación de objetivos en operaciones negras. Y también se plantea la pregunta de si es legal que un ciudadano estadounidense puede ser eliminado sin detención ni juicio justo previo por ser un ideólogo que se fue radicalizando en sus discursos y en Internet aunque sin pruebas fehacientes de que perteneciera siquiera a la organización terrorista. El mejor resumen es contar que su hijo también fue seleccionado como objetivo cuando no tenía arte ni parte, una víctima colateral más de una política de persecución y eliminación de terroristas islámicos donde miles de musulmanes sufrieron sin culpa ni ser simpatizantes de Al Qaeda...

Jeremy Scahill es un periodista de investigación galardonado con el premio Polk. Colabora habitualmente en la revista The Nation y como corresponsal para el programa informativo Democracy Now!. Scahill ha ejercido una dilatada labor como reportero en Irak, la antigua Yugoslavia y Nigeria. Actualmente, trabaja con una beca literaria de la Puffin Foundation en el The Nation Institute. Scahill vive en Brooklyn, Nueva York. Es autor de Blackwater y en 2013 escribió y produjo el documental Dirty Wars.
Datos sacados de la contraportada y del año de la edición si bien en Internet se puede encontrar más información. Y sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura...

Hay que atacar Irak...
En la Casa Blanca, el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, andaban ya muy ocupados planificando la siguiente invasión tras Afganistán: la de Irak. Cuando accedieron al poder, entre sus planes se encontraba ya el derrocamiento de Sadam Husein y, pese a que no existía conexión iraquí alguna con los atentados, aprovecharon el 11-S como pretexto para impulsar sus propias prioridades. Pero las decisiones tomadas en aquel primer año de la administración Bush iban mucho más allá de Irak, Afganistán o, incluso al-Qaeda. Los hombres que estaban al frente del ejecutivo federal en aquel momento estaban empeñados en cambiar la manera en que Estados Unidos libraba sus guerras y, de paso, en dotar a la Casa Blanca de un nivel de competencias sin precedentes. Se habían terminado los tiempos de las batallas contra enemigos uniformados y ejércitos nacionales con arreglo a las normas de las Convenciones de Ginebra. `El mundo es un campo de batalla´ se convirtió en un lema reiterado por los conservadores del aparato de seguridad nacional de Estados Unidos en multitud de diapositivas PowerPoint en las que exponían sus planes de guerra global general y sin fronteras. Y los terroristas no eran su único objetivo. El sistema democrático de equilibrios y contrapesos entre los diversos poderes, con más de doscientos años de historia, estaba también en el punto de mira de los máximos dirigentes estadounidenses.”

Anwar Awlaki, un joven musulmán estadounidense...
"Los familiares de Awlaki no se consideraban particularmente religiosos, sino, simplemente, unos buenos musulmanes que rezaban cinco veces al día y trataban de vivir con arreglo al Corán. No es que la religión no fuera importante para ellos, pero, para los Awlaki, la identidad tribal era lo primero. Eran, además, gente moderna que mantenía relación con diplomáticos y empresarios de otros países. Mientras proseguía con su proceso de politización, Anwar acudía regularmente a una mezquita próxima a su universidad en Colorado, y el imán local le pidió que pronunciara uno de los sermones de los viernes. Anwar accedió y se dio cuenta d eque tenía un don para hablar en público. Comenzó a pensar que tal vez fuera la predicación -y no la ingeniería- su verdadera vocación. `Era una persona muy, muy prometedora. Y le augurábamos un buen futuro- recordaba el tío de Anwar, el jeque Saleh Bin Farid, un rico hombre de negocios y jefe d ella tribu de los Aulak en Yemen-. Creo que Anwar nació para ser líder. Lo llevaba en la sangre y en su mentalidad´."

La tortura sistematizada como método para interrogar objetivos...
En el interior de la Sala Negra, se aplicaba a los detenidos toda la gama de tácticas recogidas en el SERE, además de unas cuantas técnicas medievales de estilo más libre. `Estaba pintada de negro del suelo hasta el techo. La puerta era negra, todo era negro -según relató Perry-. Tenía altavoces en las esquinas, en las cuatro, colocados a la altura del techo. Tenía una mesa pequeña en uno de esos rincones y puede que también hubiera sillas. Pero lo normal era que en la Sala Negra nadie estuviera sentado. Allí se mantenía a los detenidos erguidos, en posturas de tensión.´ Los interrogatorios en esa sala solían incorporar elementos adicionales en forma de música extraordinariamente alta, luces estroboscópicas, golpes, manipulación de las condiciones ambientales (en especial, de la temperatura), privación del sueño, sesiones de interrogatorio de 24 horas, agua y posturas de tensión, así como humillaciones personales (de carácter sexual en no pocos casos). La desnudez forzada de los prisioneros no era algo inhabitual. Casi todo acto contra los detenidos era permisible siempre y cuando se ajustara al lema de que `sin sangre no hay delito´. Pero, al final, hasta la sangre pasó a ser aceptable.”

Nuevo presidente, misma doctrina de operaciones clandestinas...
El ataque a Nabhan le supuso muchos elogios a Obama en el entorno de la lucha antiterrorista y la comunidad de operaciones especiales, pero en otros círculos se planteaban serias dudas sobre el consenso bipartidista en lo referente a asesinatos, entregas extraordinarias y cárceles secretas. `Son como ejecuciones sumarias -dijo Evelyn Farkas, una antigua empleada del Comité de Fuerzas Armadas del Senado que trabajó en la supervisión del SOCOM entre 2001 y 2008-. ¿Quién las está autorizando? ¿Quién está haciendo las listas [de objetivos]? ¿Es una [misión} de captura y/o eliminación o se trata de una misión de eliminación a secas?´. El candidato Obama había asegurado que se apartaría radicalmente de las políticas de la era Bush, pero en el caso de Nabhan se escudaba en algunas d ellas más controvertidas de todas ellas. `¿Ha cambiado en algo nuestra política desde la administración anterior -se preguntaba Farkas-. Yo creo que no.´. Jack Goldsmith, que fue el ayudante del fiscal general durante la administración Bush, dijo que la creencia de que `la administración Obama ha revertido las políticas de la era Bush es en gran parte errónea. La verdad es más bien todo lo contrario: la nueva administración ha copiado la mayor parte del programa de Bush, lo ha ampliado un poco, y sólo ha reducido otro poco. Casi todos los cambios de Obama se reducen a meras cuestiones de formulismos, argumentaciones, símbolos y retórica´. Aunque afirmaban el fin d ellas cárceles secretas, Obama y su equipo de lucha antiterrorista habían encontrado una manera de continuar usándolas de tapadillo.”

Ha sido eliminado `Gerónimo´...
Bissonnette y otro SEAL entraron en la habitación. `Vimos al hombre tendido en el suelo a los pies de su cama -recordó-. Había sangre y sesos manando de su cabeza. En su agonía, seguía retorciéndose, aún se convulsionaba un poco. Otro asaltante y yo le apuntamos nuestros láseres en el pecho y disparamos varias veces más. Las balas le rompieron por dentro, clavándole el cuerpo contra el suelo hasta que quedó inmóvil´. La habitación estaba todavía completamente a oscuras, por lo que Bissonnette encendió el frontal que llevaba en el casco para examinar mejor el rostro del hombre que yacía en el suelo. Estaba cubierto de sangre. Un agujero en la frente le había roto la parte derecha del cráneo. Tenía el pecho desgarrado por las balas -recordó- Estaba tendido en medio de un charco de sangre. El SEAL que le disparó primero dijo: `El público americano no quiere saber qué pinta tiene´. Los SEAL no estaban seguros de que el hombre al que habían disparado fuera Bin Laden. Tenía el rostro hecho un asco. Comenzaron a tomar muestras de ADN del cadáver y uno de los SEAL roció la cara ensangrentada del hombre con agua de su cantimplora CamelBack. Bissonnette empezó a limpiarle el rostro. `Poco a poco, al frotar, el rostro se volvió reconocible. Parecía más joven de lo que me esperaba. Llevaba la barba muy oscura, como si se la hubiera teñido. Me quedé pensando en que no se parecía en nada a lo que esperaba encontrar´, escribió. Uno de los SEAL dijo por radio: `Tenemos un posible, repito POSIBLE touchdown en la tercera cubierta´. Bissonnette empezó a sacar fotos del cádáver del hombre. Luego se arrodilló para centrarse en el rostro. Colocó la cabeza inerte de un lado y del otro para sacarle fotos de perfil. Hizo que un compañero de equipo le abriera los ojos para conseguir una foto ajustada de las retinas.”

Libro apasionante que se devora de un tirón gracias a un estilo narrativo ágil, con datos nada farragosos y dejando que sea el lector quien saque las conclusiones ante los hechos que se narran. De fondo la creación de un arma de operaciones especiales con poderes para secuestrar y asesinar sin pasar por los controles que la democracia estadounidense tiene para fiscalizar la actuación de sus fuerzas armadas. También la inquietante pregunta de si los fines justifican que un ciudadano estadounidense sin pruebas concluyentes de ser un terrorista pueda ser declarado objetivo a eliminar sin detención ni juicio previo. Ideal como lectura veraniega, noches tranquilas de poco curro, estancias hospitalarias y de mesita de noche. Ojo con regalar a la suegra que puede coger ideas para hacernos imposible comer de su sopa boba y, en ocasiones, pasada del punto de sal...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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