Un par de veces o tres,
cuando no son cuatro, me desplazo en el autobús municipal. Tengo ya
esa maña del usuario de transporte público urbano en que ya intuyes
la cadencia de paso, ver la diferencia entre una parada vacía de
usuarios y una parada con gente esperando, lo cual indica que acaba
de pasar en el primer caso u está a punto de pasar. He llegado a tal
punto de intuición de cadencia de paso del bus que puedo hasta tomar
un cafelito antes de que pase...
El rollo es que
habitualmente lo cojo siempre sobre la misma hora, casi con rostros
ya familiares en la parada, la rutina de encontrarte usuarios fijos o
casi fijos como yo que cogen el bus. Pues siempre me encuentro en el
interior del autobús a una chica y un chico, estudiantes a punto de
acabar la adolescencia y ser la juventud que ya aflora en sus
fisonomías. Ella es de esas chicas que tienen un rostro casi
extraño, de retrato del Greco y belleza medieval que logran una
especie de atracción magnética, delgada y bien proporcionada sin
protuberancias que destaquen. El chico parece el típico zangolotino
de instituto, con mochila bien pertrechada en su interior por como
abulta y parece pesar cargada a su espalda...
Pensando como un huele
braguetas ante un suculento caso de novela negra, deduzco que no son
compañeros de clase y sí de instituto, lo digo por sus
conversaciones que hacen despreocupados del resto del pasaje del
autobús y te acabas enterando, cuando no es la conversación a voces
por el móvil de alguien y a veces hasta una serie, pero al menos
atisbo algo de su conversación cuando subo y debo esperar en zona de
nadie a que desagüe un poco el autobús de usuarios para poder coger
asiento cual ave rapaz a caza de algo que llevarse al buche...
El chico se ve que siente
atracción por la chica y siempre trata de que la conversación no se
pare, a veces charlan animadamente, otras les he visto casi discutir
hablando de series y suponen un soplo de aire fresco, un paréntesis
en el que me detengo para ver la primavera del amor. Ella no mucho,
por no decir nada, muestra que le atraiga el chico, da la sensación
de que tuvieran el pacto de que nada de tirar los tejos, sí
disfrutar de compañía para charlar en el bus...
Aparte de parecer un
fisgón, todos los somos en el bus cuando el entretenimiento es mirar
por la ventanilla, me reconforta ver que hay cosas que no cambian por
mucho que cambie el entorno, que a chico le gusta la chica y no sabe,
quizás no se atreva, cómo ir un pasito más allá. Tal vez me trae
recuerdos de la misma situación, no hay cosa más universal que el
que te guste alguien a esa edad y por algún extraño arcano cuando
quedas a solas aunque sea rodeados de gente pues resulta que hablas y
hablas para nunca decirle algo...
Creo que les echaré de
menos cuando un día coja el bus a esas horas y ya no estén. Supongo
que seguirán caminos de estudios diferentes, otros espacios y otros
lugares. Quizás me tope con el chico u la chica pero ya nunca juntos
con el chico tratando de disfrutar cada segundo de la chica y su
presencia mientras la chica mantiene la mirada neutra que la hace más
sugerente y charlaban de cosas de su mundo y su edad...
Siempre es más
estimulante que estar alienado con el móvil en el bus.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario