The Adversiter Chronicle

martes, 20 de julio de 2021

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Los talibán 
-El Islam, el petróleo y el nuevo `Gran Juego´ en Asia Central-
Autor: Ahmed Rashid
Editorial: Ediciones Península S. A.
Traducción: Jordi Fibla
Edición: Séptima edición, octubre de 2001

Las tropas estadounidenses y de sus aliados en la OTAN se retiran de Afganistán tras dos décadas fallidas en sus objetivos de recuperación del país mientras nos llegan noticias de que las fuerzas talibanes se lanzan a la reconquista del territorio tras la retirada militar. Cuando tras la retirada soviética los señores de la guerra y los talibanes se enfrentan, dejarán un legado de destrucción, muerte y fanatismo religioso, peones todos ellos de la lucha por la construcción de oleoductos, los intentos de Pakistán por ser juez y árbitro, las mafias del contrabando, el tráfico de narcóticos y la desintegración de un modo de vida y la llegada de jóvenes para engrosar las fuerzas talibanes. El libro, publicado casi a la vez de los atentados a las Torres Gemelas, es dos décadas después una guía imprescindible para adentrarse en la historia reciente de Afganistán, las distintas etnias que lo habitan, el ascenso del integrismo religioso al poder y la lucha entre las sombras de las repúblicas vecinas por los recursos naturales, la rivalidad religiosa y geopolítica entre Arabia Saudí e Irán o como se ha vuelto en contra de Pakistán el apoyo de sus servicios secretos y financiación de las distintas facciones que libran una guerra en suelo afgano, siendo la población y sobre todo las mujeres quienes sufren la intransigencia religiosa llevada al poder del gobierno de un país...

Ahmed Rashid cubre como corresponsal (2001) del Daily Telegraph y la Far Eastern Economic Review la zona de Asia Central, Paquistán y Afganistán. También interviene con regularidad en programas de las cadenas de televisión BBC y CNN y en otros medios de comunicación internacionales. Para el profesor Fred Halliday, de la London School of Economics, Los Talibán es `un análisis impresionante y muy ameno del movimiento talibán […] Es muy difícil que este texto llegue a ser superado: todo apunta a que será la principal obra de referencia sobre los talibán´.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición pero en Internet podéis encontrar más información sobre el autor. Sin más rollos, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura:

Talibanes...

Las heridas de los talibán son un constante recordatorio de veinte años de guerra que han causado un millón y medio de muertos y devastado el país. La Unión Soviética invirtió en Afganistán unos cinco billones de dólares al año (en total cuarenta y cinco billones), a fin de someter a los muyahidín... y fracasó. Entre 1990 y 1992, Estados Unidos dedicó entre cuatro y cinco billones de dólares para ayudar a los muyahidín. Arabia Saudí aportó unos fondos similares a los norteamericanos, y junto con el apoyo de otros países europeos e islámicos, los muyahidín recibieron en total más de diez billones de dólares. Gran parte de esta ayuda llegó en forma de armamento letal moderno entregado a un sencillo pueblo agrícola que lo utilizó con unos resultados devastadores. Las heridas de guerra de los dirigentes talibán también reflejan el sangriento y brutal estilo bélico que se empleó en Kandahar y sus alrededores en la década de los ochenta. Los pashtunes durrani que habitan al sur de Kandahar recibieron mucha menos ayuda a través de la CIA y ayuda confidencial de Occidente que les armó, financió y proporcionó logística, tal como centros médicos para los muyahidín, en comparación con los pashtunes ghilzai al este del país y alrededor de Kabul. La ayuda fue distribuida por Interservices Intelligence (ISI) de Pakistán, un organismo que tendía a considerar Kandahar como un lugar atrasado y a los durranis con recelo. El resultado fue que el centro médico más cercano de que disponía un muyahidín kandahari se encontraba en Quetta, al otro lado de la frontera, en Paquistán, a dos días de incómodo viaje a camello. Incluso hoy escasean las unidades de primeros auxilios entre los talibán, hay muy pocos médicos y no hay cirujanos en la línea del frente. Prácticamente los únicos centros médicos del país son los hospitales del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)

Los talibán toman Kabul...

Veinticuatro horas después de la toma de Kabul, los talibán impusieron el sistema islámico
más estricto que existe en cualquier lugar del mundo. Se prohibió trabajar a todas las mujeres, aun cuando éstas ocupaban la cuarta parte del funcionariado de Kabul, todo el sistema educativo elemental y gran parte del sanitario. El cierre de escuelas y universidades femeninas afectó a más de 70.000 estudiantes, y se impuso un código indumentario estricto, según el cual las mujeres debían ir cubiertas de la cabeza a los pies y llevar velo. Se temía que 25.000 familias sostenidas por viudas de guerra que dependían del trabajo y las donaciones de la ONU se muriesen de hambre. A diario tenían lugar nuevas proclamas. El 28 de septiembre de 1996, Radio Kabul anunció que `a los ladrones se les amputarán manos y pies, los adúlteros serán lapidados y a quienes tomen licores se les castigará con latigazos´. Se prohibió la televisión, los vídeos, las antenas parabólicas y todos los juegos, incluidos el ajedrez, el fútbol y las cometas. Radio Kabul fue rebautizada como Radio Shariat, y eliminaron cualquier tipo de música de sus emisiones. Soldados talibán permanecían en las calles principales y detenían a todos los hombres sin barba. Al contrario que cuando capturaron Herat y otras ciudades, en Kabul había un gran contingente internacional de reporteros y cámaras de televisión, y por primera vez informaron ampliamente sobre las restricciones que imponían los talibán. Establecieron una shura de seis miembros para gobernar Kabul, en la que dominaban los pashtunes durrani y no incluía a un solo kabulí. Ningún miembro de la shura había vivido nunca en una gran ciudad, pero ahora gobernaban una ciudad vibrante, semi moderna y multiétnica, con una población de 1.200.000 habitantes, de la que los pashtunes eran sólo una pequeña minoría. Mientras la recién constituida policía religiosa talibán se dedicaba a imponer la sharia, trataban Kabul como una ciudad ocupada. No acababan de entender que el gobierno de una gran ciudad era distinto al de un pueblo. Parecía que lo único que se interponía en el camino hacia la victoria total de los talibán era Ahmad Shah Masud.”

Los niños...

La guerra afectaba a los niños mucho más que en cualquier otro conflicto civil del mundo. Todos los señores de la guerra habían utilizado soldados adolescentes, algunos de sólo doce años, y muchos de ellos eran huérfanos sin ninguna esperanza de tener familia, educación y trabajo, y cuya única salida era ingresar en el ejército. Los talibán, con sus vinculaciones a las madrasas paquistaníes, alentaban a miles de niños a alistarse y luchar. Unidades enteras estaban formadas por chiquillos, que cargaban las baterías artilleras, transportaban munición, vigilaban las instalaciones y luchaban. Es significativo que un gran esfuerzo internacional llevado a cabo en 1998 para limitar la edad mínima de los soldados a los dieciocho años, en lugar de quince, que era el límite de edad en vigor, tropezara con la resistencia de Estados Unidos, Paquistán, Irán y Afganistán. Según un informe publicado en 1999 por Amnistía Internacional, había en todo el mundo 300.000 niños alistados como soldados. La penosa situación de las mujeres y los niños empeoraría mucho más después de que los talibanes tomasen Kabul.”

El Gran Juego...

Existía un problema mayor. Hasta julio de 1997, cuando Strobe Talbott pronunció su discurso en Washington, Estados Unidos careció de un plan estratégico para acceder a la energía de Asia Central. Las compañías petroleras estadounidenses se enfrentaban a lo que no podían hacer, en lugar de lo factible, puesto que se les había prohibido tender oleoductos a través de Irán y Rusia. Finalmente, cuando Washington anunció su política de `un corredor de transporte´ desde el Caspio a Turquía (evitando Rusia e Irán), las compañías petroleras se mostraron reacias a secundar el proyecto, debido a los costes y la turbulencia en la región. El problema esencial que Estados Unidos no quería abordar era el logro de la paz, pues hasta que no cesaran las guerras civiles en Asia Central y el Caspio (Afganistán, Tayikistán, Georgia, Chechenia, Naborno-Karabaj, el problema kurdo) y se llegara a un consenso amplio con Irán y Rusia, construir gasoductos no sería seguro ni comercialmente factible, pues a cada paso Irán y Rusia los bloquearían o incluso sabotearían. Irán y Rusia estaban interesados en mantener la inestabilidad de la región, armando a la alianza antitalibán, de modo que los planes norteamericanos para construir un gasoducto nunca podrían tener éxito. Incluso hoy (1999) existe confusión en Estados Unidos sobre la cuestión crítica de si desean salvar las economías deprimidas de Asia Central, permitiéndoles exportar energía a la manera que esos países prefieran, o mantener a Irán y Rusia bloqueados en lo que respecta a los gasoductos.”

Paquistán...

Paquistán hizo varios intentos débiles de frenar al ATT, deteniendo la importación de bienes tales como aparatos electrónicos, pero el gobierno siempre retrocedía, pues los talibán se negaban a acatar las nuevas órdenes y la mafia presionaba a los ministros del gobierno. En Islamabad no había camarillas dispuestas a señalar el daño que se infligía a la economía paquistaní u obligar a los talibán a obedecer. El ISI era reacio a emplear la amenaza de retirar el apoyo a los talibán hasta que obedecieran. Para los perplejos inversores extranjeros y paquistaníes, el gobierno parecía dispuesto a debilitar la economía de su propio país en beneficio de los talibán, pues Islamabad permitía de facto una transferencia de ingresos del estado de Paquistán a los talibán. Era una forma de ayuda extraoficial que beneficiaba a los talibán y enriquecía en extremo a los paquistaníes involucrados. Éstos crearon la camarilla más poderosa para que continuara el apoyo de Paquistán a los talibán. La reacción violenta de Afganistán echó leña al fuego de la inestabilidad en Paquistán. En los años ochenta, las repercusiones de la invasión soviética de Afganistán había creado `la cultura de la heroína y el Kaláshnikov´, que socavó la política y la economía de Paquistán. Como escribió el historiador norteamericano Paul Kennedy, `diez años de participación activa en la guerra afgana ha cambiado hasta tal punto el perfil social de Paquistán que cualquier gobierno se enfrenta a graves problemas para gobernar con eficacia. Ahora la sociedad paquistaní está más fracturada, inundada de armamento complejo, embrutecida debido a la creciente violencia civil y abrumada por la expansión de los narcóticos.”

Libro que se devora con avidez y que sobrecoge al ver los pocos cambios de la situación tras dos décadas desde su publicación. Lectura para amantes de la historia que quieran tratar de comprender la tragedia de toda una región, cómo los talibanes lograron el poder y, en definitiva, tratar de comprender cómo nadie es capaz de contrarrestar el movimiento talibán y sus califatos de terror integrista musulmán. Ideal para estancias hospitalarias, vacacionales, lectura de noche y bajo la sombrilla en la tumbona. Cuidado con dejarlo a la suegra que puede tratar de imponer una sharia en la sopa boba, cuidadín.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org




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