The Adversiter Chronicle

martes, 6 de julio de 2021

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Los verdugos voluntarios de Hitler 
-Los alemanes corrientes y el Holocausto-
Autor: Daniel Jonah Goldhagen
Editorial: Santillana, S. A. (Taurus)
Traducción: Jordi Fibla
Edición: 1997

Cuando se habla del exterminio de judíos por parte del régimen nazi, suele decirse que fue Hitler y su dictadura quien contaminó a la sociedad alemana el antisemitismo y que la mayoría de la población no sabía la eliminación del judío que se llevaba a cabo en los campos de exterminio, que las tropas que participaron en las matanzas se vieron obligadas por órdenes superiores y que además de a la población judía se trató de forma inhumana a otros colectivos como la etnia gitana, los rivales políticos y personas homosexuales y enfermas mentales, sin olvidad a los enemigos del régimen nazi. La propuesta de hoy es una visión diferente, donde el autor quiere demostrar analizando al alemán corriente que participó en el Holocausto, los perpretadores del mismo. Se nos muestra que el antisemitismo y el odio con rechazo al judío ya formaba parte de la cultura y la sociedad alemanas antes del ascenso de Hitler al poder y que una vez el Estado propiciaba el aislamiento social del judío hasta llegar a la política del exterminio, sólo fue un catalizador de un sentimiento que formaba parte de la cultura alemana que asimiló al judío como un parásito biológico que contaminaba al pueblo alemán y era además culpable de los males de Alemania como nación. Para ello se analizan los batallones policiales, los campos de trabajo y las marchas de la muerte buceando en las vidas de los alemanes corrientes que formaron parte de los tres sistemas de eliminación del pueblo judío mediante el exterminio.

Daniel Jonah Goldhagen es profesor ayudante (1997) de estudios gubernamentales y sociales en la Universidad de Harvard y asociado del Centro Minda de Gunzburg de Estudios Europeos de Harvard. Su tesis doctoral, que es la base de esta obra, fue galardonada en 1994 con el premio Gabriel A. Almond de la Asociación Norteamericana de Ciencia Política a la mejor tesis en el campo de la política comparada. Tras la publicación de su libro en Alemania, en 1997 Daniel Jonah Goldhagen recibió el prestigioso Premio de la Democracia.

Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición pero en Internet podéis encontrar más información y más reciente. Y sin más, unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura...

Perpetradores...
Los perpetradores trabajaban en instituciones que les asignaban papeles y cometidos concretos, y sin embargo, tanto individual como colectivamente, disponían de libertad para optar por unas u otras acciones. La adopción de una perspectiva que lo reconozca así requiere que se disciernan, analicen e incorporen toda explicación o interpretación de conjunto las opciones elegidas por los ejecutores y, en especial, las pautas de tales acciones. Los datos ideales responderían a las siguientes preguntas:
¿Qué hicieron realmente los ejecutores?
¿Qué hicieron además de lo que era `necesario´?
¿Qué se negaron a hacer?
¿Qué habrían dejado de hacer?
¿De qué manera llevaron a cabo sus tareas?
¿Con qué facilidad se desarrollaron las operaciones en conjunto?
Al examinar la pauta de las acciones llevadas a cabo por los ejecutores a la luz de los requisitos del papel institucional y la estructura de los incentivos, es preciso explorar dos aspectos más allá del simple acto de matar. En primer lugar, los alemanes hicieron objeto a los judíos (y otras víctimas) de una amplia serie de acciones, aparte de asestarles el golpe mortal. A fin de explicar la matanza genocida, es importante comprender la gama de los malos tratos que infligieron a los judíos, lo cual comentaremos en seguida con más detalle. En segundo lugar, las acciones de los perpetradores cuando no se dedicaban a actividades genocidas también vierten luz sobre la matanza. Las percepciones que un análisis de sus actividades al margen del genocidio ofrece sobre su carácter general y su disposición para actuar, así como el medio psicológico social en el que vivían, podrían ser esenciales para comprender las pautas de sus acciones genocidas.”

El Volk...

En el siglo XIX la ideología del Volk [el pueblo] que hacía las veces de cemento nacional, un sustituto modesto pero potente de una organización política unida, fue afianzándose cada vez más. Con el `descubrimiento´ de las `razas´ germánica y judía a mediados de siglo, la misma conceptualización de la base del Volk como lingüística y nacional sufrió una transformación al adoptarse el fundamento esencialista y aparentemente científico de raza. En 1847 uno de los polemistas populistas y antisemitas más renombrados captó esta metamorfosis y explicó que la `sensación de vigor´ y `amor a la patria´ se basaban en el `espíritu cristiano germánico´ y `la unidad racial germánica´ (germanische Blutseinhei). Los judíos, de conformidad con la imagen de sangre que era el elixir del pensamiento racial alemán, constituían los `eternos purasangre de la extranjería´. El concepto de `raza´ proporcionó al antisemitismo moderno alemán la coherencia que aún no había alcanzado.”

Muerte para las vidas indignas de ser vividas, aparte de las vidas judías...

Es muy poco plausible sostener que Hitler y quienes llevaron a la práctica el llamado programa de eutanasia se dispusieran a matar, y por decenas de millares, a alemanes no judíos con enfermedades mentales, pro que no considerasen, y no digamos creyesen con una certeza similar a la religiosa, que los judíos, a los que concebían como mucho más malignos y peligrosos, deberían compartir ese destino. Con respecto a quienes los nazis marcaban para el sacrificio en el programa de `eutanasia´ (aparte del pequeño porcentaje de judíos entre las víctimas), aunque juzgaban que sus vidas eran `indignas de ser vividas´, los consideraban sin embargo mucho menos amenazantes para Alemania. Los disminuidos congénitos y los enfermos mentales hacían peligrar la salud de la nación de dos maneras: por su potencial para transmitir sus enfermedades a nuevas generaciones y, en segundo lugar, al consumir alimentos y otros recursos. Pero esto era un juego de niños comparado con la supuesta amenaza que planteaban los judíos, a quienes al contrario que a las víctimas del programa de `eutanasia´, se les consideraba voluntariamente malignos, poderosos, empeñados en destruir al pueblo alemán en su totalidad, y tal vez capaces de hacerlo. Hasta que los judíos fuesen destruidos, Alemania estaría afligida por esa plaga.”

Batallón policial 101...
La franqueza d ellos alemanes acerca de sus matanzas genocidas, que ponían así a la vista
de tantos otros alemanes, hombres y mujeres, que se encontraban en Polonia, es una indicación de la evidente aprobación por parte de los ejecutores de sus históricas acciones. Después de la guerra negaron en general que hubieran aprobado las matanzas o que se enorgullecieran de ellas, pero nada revela mejor la falsedad de tales negativas que las fotografías que tomaron los miembros de aquel batallón para recordar la época que pasaron en Polonia, de las cuales sólo un pequeño porcentaje ha salido a la luz. El gusto con que aquellos alemanes tomaban abundantes recordatorios fotográficos de sus hazañas, incluidas las operaciones de matanza, en las que aparecen con porte alegre y orgulloso, como hombres que se sienten totalmente cómodos con su entorno, su vocación y las imágenes que preservan, es una prueba convincente de que no se consideraban criminales, y no digamos responsables de uno de los crímenes más grandes del siglo. “

Campos de trabajo...

Otro campo de `trabajo´ cercano a Lublin ofrece un ejemplo de crueldad y acción sanguinaria y antieconómica que hace dudar todavía más de que los alemanes se guiaran por criterios productivos en su tratamiento de los judíos, salvo en aspectos terciarios, transitorios. El complejo del campo, que tenía diversos nombres en los documentos alemanes, entre ellos los de `Campo de trabajo de Lublin´ y `Flughafen Lublin´ (Aeropuerto de Lublin), aparece aquí con una de sus apelaciones, el `Flughafenlager´ (el aeropuerto del campo). Sus actividades económicas principales eran la clasificación del botín arrebatado a los judíos perecidos en la Aktion Reinhard y, más adelante, también la producción de cepillos. La planeada producción de armamento nunca se puso en marcha. Esta producción, aunque tenía cierta importancia económica, era un producto secundario de su actividad principal. Lo que producía el campo en cantidades prodigiosas era cadáveres, los de sus `trabajadores´.”

Las iglesias alemana protestante y católica no alzaron la voz...
Durante todo el periodo del dominio nazi, mientras el gobierno y el pueblo sometían a los judíos de Alemania y de los países conquistados a una persecución cada vez más severa que culminó en su aniquilación física, las iglesias alemanas protestante y católica, sus órganos de gobierno, sus obispos y la mayoría de sus teólogos contemplaron el sufrimiento que los alemanes infligian en silencio a los judíos. Ningún miembro de la jerarquía, como tampoco ninguna de sus instituciones eclesiásticas, expresaron de una manera explícita su solidaridad con los judíos ni manifestaron explícita y públicamente su condena o protesta contra la persecución. Sólo unos pocos pastores y sacerdotes del nivel más bajo expusieron, o más bien clamaron en solitario, solidarizándose con los judíos, al tiempo que reprochaban severamente a las autoridades eclesiásticas por su silencio. De todos los obispos protestantes de Alemania, sólo uno, el obispo de Wurm, en una carta confidencial a Hitler, protestó por la matanza de judíos. Los obispos restantes permanecieron casi tan impasibles en privado como lo estaban en público, y por lo menos uno (Martin Sasse de Turingia) publicó un panfleto, erizado de virulencia antisemita, en el que justificaba explícitamente los incendios de sinagogas y la violencia antijudía a gran escala.”

Libro para tratar de comprender el Holocausto llevado a cabo en la Alemania nazi y que desmonta teorías anteriores de que fue Hitler y su régimen quien llevó a la locura al pueblo alemán para exterminar a los judíos, el aterrador descubrimiento de que el antisemitismo ya estaba presente como ahora hay presentes en la conciencia colectiva europea un resurgir de los nacionalismos racistas contra los inmigrantes ilegales, por poner un ejemplo. El régimen nazi simplemente dio carácter y apoyo institucional al antisemitismo y no fue nada difícil convertir a ciudadanos normales en genocidas y cómplices sin que entraran en conflictos morales y éticos acerca de lo que hacían sufrir a los judíos, que sí podían negarse sin castigos y por tanto que en el fondo del sentimiento de ser alemán, lo judío era algo extraño y nocivo al Volk. Lectura para quienes tratan de encontrar respuestas y como ejemplo de que somos capaces de lo peor como seres humanos contra otros seres humanos bajo el paraguas del nacionalismo, la defensa del marco etnográfico y el racismo amparado por el Estado y la religión.


The Adversiter Chronicle, diario depndiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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