The Adversiter Chronicle

lunes, 15 de enero de 2018

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
 

Libro: Castro – El desleal-
Autor: Serge Raffy
Editorial: Santillana Ediciones Generales, S. L.
Traducción: Paloma Gómez Crespo
Edición: Septiembre de 2004

Biografía sin lugar a concesiones sobre uno de los personajes protagonistas de la segunda mitad del siglo XX, tótem y mito de la era comunista fallecido hace poco más de un año y que consiguió mantenerse en el poder hasta entrado el siglo XXI, instaurar una dictadura comunista e influir en todo el continente americano donde su ejemplo más reciente es Venezuela donde bajo la excusa del socialismo bolivariano logró echar mano del petróleo que tanto necesita Cuba...

Por supuesto, como en toda biografía, hay cierta subjetividad que cruje al inicio donde el autor destaca el innato don para la maldad del Fidel niño, una maldad que se recalca a lo largo de la obra si bien ilustra con datos y hechos, algunos de testimonios de testigos directos, la ambición, la simbiosis con su hermano para el control político y un hombre que una vez alcanzado el poder ya no estaba dispuesto a soltarlo, un reflejo del trauma de ser hijo bastardo de un terrateniente nos apunta el autor. Pero el encanto del libro más allá de conocer al protagonista reside en que es un fresco de la sociedad y la historia de Cuba, en descubrir los lazos de parentesco y patronazgo de Castro con Batista y la forma de deshacerse de quienes podían hacerle sombra en el poder y gozar de mayor popularidad entre el pueblo cubano.

Serge Raffy ha sido redactor jefe de la revista Elle y redactor adjunto de Le Nouvel Observateur. Periodista, escritor y guionista...

Y poco más os puedo contar de los datos biográficos del autor debido a la parquedad de los mismos en la contraportada aunque es de suponer que en Internet podréis saciar vuestra curiosidad sobre el mismo, pero sin más, unas breves reseñas que os inciten a su lectura:


Ángel Castro, padre de Fidel...
Con tal de ampliar sus posesiones, Ángel Castro estaba dispuesto a todo. Se comportaba de manera despiadada con sus cortadores de caña, sobre todo haitianos a quienes trataba con dureza, pero también con sus `primos´ gallegos, a quienes hizo venir por barco a través de traficantes que les obligaban a firmar contratos de cuatro años. Algunos murmuraban que tiraba del gatillo con facilidad y que se deshacía de los obreros recalcitrantes o demasiado exigentes. No existe documento algunos que que confirme este rumor. En cambio, los archivos de Santiago de Cuba cuentan con abundante correspondencia de esta época, donde aparecen numerosas quejas del cónsul general de Haití contra los colonos de la región. De modo que Puerto príncipe envió una comisión de inspección con el fin de comprobar las acusaciones hechas sobre crímenes cometidos en las plantaciones de la región de Banes y Mayari. El cónsul, preocupado ante la reacción violenta que pudieran tener los propietarios de las tierras, quienes no estaban dispuestos a admitir que alguien metiese la nariz en sus asuntos, imploró a las autoridades cubanas que proporcionaran a la comisión una escolta policial e, incluso, refuerzos del ejército si fuera necesario. Conviene aclarar que el Oriente, en aquellos años, se parecía al Lejano Oeste: los desacuerdos comerciales se arreglaban a golpe de Winchester más que con los libros de derecho.”

Esperando a invadir el Santo Domingo de Trujillo...

Durante cincuenta y nueve días, bajo un sol de justicia y acosado por los mosquitos, Fidel esperó junto a aquel ejército rebelde compuesto por cubanos, dominicanos y portorriqueños que les dieran luz verde -algo improbable- para atacar la isla vecina. A lo largo de esta cuarentena tropical, recibió algunos rudimentos de instrucción militar. Los días pasaban, pero no llegaban noticias sobre la operación desde el cuartel general situado en el hotel Sevilla, en la avenida del Prado de La Habana. Como consecuencia, la CIA tuvo todo el tiempo del mundo para ponerse al corriente, ya que las filtraciones iban en aumento. El presidente Grau, ante las presiones de los norteamericanos, intervino y envió a la marina para detener aquel pequeño ejército armado. Fidel consiguió subir a un pequeño bote improvisado y escapó de la detención.”

El fracasado asalto a la Moncada...
¿Acaso podía Fidel confesarles que aquel domingo, a las cinco de la mañana, no se encontraba precisamente en forma? La víspera, había conducido todo el día para hacer, bajo un sol de justicia, el trayecto interminable y agotador que lleva de La Habana a Santiago. Se detuvo a mitad de camino en una óptica de Santa Clara para que le hiciesen unas gafas graduadas. Castro era muy miope, pero sólo se ponía las gafas de vez en cuando, sobre todo cuando tenía que conducir mucho tiempo. Pero aquel sábado, 26 de julio, se las había dejado en casa de Melba Hernández, en La Habana. Puede que el óptico de Santa Clara, con las prisas, le proporcionase unos cristales inadecuados al jefe de la revolución. ¿O quizás lo que sucedió fue que Fidel, cuya coquetería era legendaria, decidió ir a la batalla sin las gafas graduadas, en otras palabras, en la niebla? Algunos supervivientes sospechaban que cometió este grave error pensando `en la foto´ . “

El Granma...
En el transcurso de la inspección de un grupo de `rebeldes´, Fidel Castro encontró un barco de turistas de 14 metros, el `Granma´, cerca de la desembocadura del río Tuxpan. La embarcación contaba con un motor Diésel y podía transportar a 25 pasajeros. Era demasiado pequeña para dar cabida a una tropa de desembarco que, según los cálculos del Comandante y de su ayudante Pedro Miret, estaría compuesta por un centenar de hombres. Pero no tenía otra elección. Deberían contentarse con aquella barca. El único problema era el precio: en torno a los 20.000 dólares. A pesar de sus esfuerzos por conseguir fondos de guerra, el jefe rebelde no tenía ese dinero. Se encontraba en una situación desesperada, cogido en la trampa de su propio anuncio de desembarco para diciembre de 1956, de modo que Castro debía encontrar con urgencia un mecenas.”

Eliminación de Camilo Cienfuegos...
De regreso a la base, el piloto del Sea Fury se enteró de la verdad: nunca había existido un aparato `enemigo´. El único avión en vuelo que había en toda la región era el Cessna de Camilo Cienfuegos. Se hundió. Unas horas más tarde, los hombres de Osvaldo Sánchez lo detuvieron para `aleccionarle´. Le dieron a elegir entre dos versiones. Una: decía la verdad y con toda seguridad le condenarían a muerte, ya que había derribado a un héroe de la revolución. Dos: nunca había efectuado aquel vuelo ni recibido la orden de derribar a nadie y se daría carpetazo al asunto. Si por desgracia alguien descubría que hizo una salida el 28 de octubre y utilizó las ametralladoras, debería contar que se divirtió disparando a los tiburones durante un vuelo rutinario. Se trataba de una historia absurda, porque a 400km/h, velocidad punta del Sea Fury, ¡ es imposible que el piloto pueda distinguir ningún escualo! Desconcertado, tuvo tiempo de hablar con los mecánicos de la base, entre los que estaba Luis Miguel Paredes, así como con otros pilotos. El rumor llegó hasta el estado mayor en La Habana, al cuartel de Columbia (convertido en `Ciudad Libertad´). Muchos colaboradores de Camilo Cienfuegos no albergaban dudas acerca de la `conspiración´ que había desembocado en la muerte de su jefe. Se produjo un hecho que corroboró sus sospechas: al día siguiente de la tragedia, el oficial de guardia de la torre de control de Camagüey se `suicidó´ de un tiro en la cabeza. Por último, había otro detalle que les preocupaba: el registro de la torre de control había desaparecido de forma misteriosa. No existía constancia de los vuelos efectuados el día en que murió el jefe del ejército rebelde.”

El Che...
Hacía años que no pensaba en otra cosa: volver a su país y reunirse con los suyos. ¿Cómo podía confesar a todos los que lo veneraban en Cuba que se ahogaba en su isla? El clima húmedo, malísimo para el asma, le producía unos ataques espantosos. No le gustaba el café cubano, ese espresso con demasiada azúcar. Sólo bebía mate, una especie de té hecho a base de unas hierbas que sólo se encontraban en Argentina. Detestaba la playa y el mar. Y además no se había acostumbrado al espíritu cubano. No entendía esa ligereza, su humor infantil, aquella ironía agridulce y esa manía de cantar en cualquier momento. Este carácter de `niño grande´ le hacía sentirse incómodo. No había ido a Cuba para bailar salsa, sino para construir al `Hombre Nuevo´. Pero desde hacía algún tiempo la situación se le había ido de las manos. ¿Cuándo empezó todo? No cabe duda que fue a principios de 1964, cuando Fidel Castro realizó un discreto viaje a Moscú, casi como un mendigo, a suplicar nuevos créditos del Kremlin. Su viaje pasó casi desapercibido pero no engañó a nadie. Desesperado, el Comandante tuvo que ceder a la conminación de sus `padrinos´ e hizo que Ernesto Guevara comprendiera que por un tiempo era necesario moderar las luchas guerrilleras. Le pidió que se tomara un descanso.”

Aliados del comunismo cubano...
Varios servicios cubanos ya habían traficado con marihuana y, de manera más específica, con cocaína. ¿Por qué no aprovechar la posición estratégica de Cuba entre Colombia y Florida? Él mismo había comprobado a fines de 1981 la capacidad defensiva del servicio aduanero estadounidense al recorrer en el más estricto secreto a bordo de una lancha motora rápida, el Pájaro Azul, las aguas del Golfo de México, para alcanzar sin problemas el puerto de Cozumel en Yucatán. Sus allegados creyeron que sólo se trataba de una forma de burlarse de las autoridades norteamericanas. Esta vez no se reían. La `operación Rescate´ era una cuestión de Estado. Pero Tony de La Guardia no debía decir nada al ministro del Interior, Ramiro Valdés, que, como algunos de los altos cargos del Medio, era capaz de cometer acciones muy viles para la `Familia´, pero `¡droga, nunca!´. Ramiro Valdés tenía sus principios. Hasta tal punto que en varias ocasiones pidió órdenes por escrito al Comandante cuando le encargaba algún asunto que consideraba demasiado `sucio´. Poco tardaron en quitarse a Valdés de encima sin miramientos, el soldado fiel y obediente, el hombre que conducía el primer vehículo en el asalto a la Moncada el 26 de julio de 1953, la `sombra´ de Fidel y figura histórica de la revolución.”

Libro para amantes de las biografías sin misericordia, votantes de populismos de izquierda con lo bolivariano de referente y lectura reposada para turnos de noche, convalecencias y periodos vacacionales para saber algo de una Cuba donde los integrantes de la guerrilla de Fidel Castro y sobre todo su hermano Raúl están a punto de criar malvas y la sociedad cubana se encontrará ante la disyuntiva de permitir un régimen comunista podrido en su génesis o volver a ser una tierra de oportunidades, negocio y libertad política, que ya toca que la isla se integre en el mundo del siglo XXI. Historia por otra parte del ascenso al poder de un dictador comunista y cómo mantenerse en el mismo traicionando supuestos ideales, ideología, compañeros de armas y la a misma ciudadanía cubana...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

http://theadversiterchronicle.org/

 
 
 
 
 
 
                                                      

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