Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: Castro
– El
desleal-
Autor:
Serge Raffy Editorial: Santillana Ediciones Generales, S. L.
Traducción: Paloma Gómez Crespo
Edición: Septiembre de 2004
Biografía
sin lugar a concesiones sobre uno de los personajes protagonistas de
la segunda mitad del siglo XX, tótem y mito de la era comunista
fallecido hace poco más de un año y que consiguió mantenerse en el
poder hasta entrado el siglo XXI, instaurar una dictadura comunista e
influir en todo el continente americano donde su ejemplo más
reciente es Venezuela donde bajo la excusa del socialismo bolivariano
logró echar mano del petróleo que tanto necesita Cuba...
Por
supuesto, como en toda biografía, hay cierta subjetividad que cruje
al inicio donde el autor destaca el innato don para la maldad del
Fidel niño, una maldad que se recalca a lo largo de la obra si bien
ilustra con datos y hechos, algunos de testimonios de testigos
directos, la ambición, la simbiosis con su hermano para el control
político y un hombre que una vez alcanzado el poder ya no estaba
dispuesto a soltarlo, un reflejo del trauma de ser hijo bastardo de
un terrateniente nos apunta el autor. Pero el encanto del libro más
allá de conocer al protagonista reside en que es un fresco de la
sociedad y la historia de Cuba, en descubrir los lazos de parentesco
y patronazgo de Castro con Batista y la forma de deshacerse de
quienes podían hacerle sombra en el poder y gozar de mayor
popularidad entre el pueblo cubano.
Serge
Raffy ha sido redactor jefe de la revista Elle
y redactor adjunto de Le Nouvel
Observateur. Periodista,
escritor y guionista...
Y
poco más os puedo contar de los datos biográficos del autor debido
a la parquedad de los mismos en la contraportada aunque es de suponer
que en Internet podréis saciar vuestra curiosidad sobre el mismo,
pero sin más, unas breves reseñas que os inciten a su lectura:
Ángel
Castro, padre de Fidel...
“Con
tal de ampliar sus posesiones, Ángel Castro estaba dispuesto a todo.
Se comportaba de manera despiadada con sus cortadores de caña, sobre
todo haitianos a quienes trataba con dureza, pero también con sus
`primos´ gallegos, a quienes hizo venir por barco a través de
traficantes que les obligaban a firmar contratos de cuatro años.
Algunos murmuraban que tiraba del gatillo con facilidad y que se
deshacía de los obreros recalcitrantes o demasiado exigentes. No
existe documento algunos que que confirme este rumor. En cambio, los
archivos de Santiago de Cuba cuentan con abundante correspondencia de
esta época, donde aparecen numerosas quejas del cónsul general de
Haití contra los colonos de la región. De modo que Puerto príncipe
envió una comisión de inspección con el fin de comprobar las
acusaciones hechas sobre crímenes cometidos en las plantaciones de
la región de Banes y Mayari. El cónsul, preocupado ante la reacción
violenta que pudieran tener los propietarios de las tierras, quienes
no estaban dispuestos a admitir que alguien metiese la nariz en sus
asuntos, imploró a las autoridades cubanas que proporcionaran a la
comisión una escolta policial e, incluso, refuerzos del ejército si
fuera necesario. Conviene aclarar que el Oriente, en aquellos años,
se parecía al Lejano Oeste: los desacuerdos comerciales se
arreglaban a golpe de Winchester más que con los libros de derecho.”
Esperando
a invadir el Santo Domingo de Trujillo...
“Durante
cincuenta y nueve días, bajo un sol de justicia y acosado por los
mosquitos, Fidel esperó junto a aquel ejército rebelde compuesto
por cubanos, dominicanos y portorriqueños que les dieran luz verde
-algo improbable- para atacar la isla vecina. A lo largo de esta
cuarentena tropical, recibió algunos rudimentos de instrucción
militar. Los días pasaban, pero no llegaban noticias sobre la
operación desde el cuartel general situado en el hotel Sevilla, en
la avenida del Prado de La Habana. Como consecuencia, la CIA tuvo
todo el tiempo del mundo para ponerse al corriente, ya que las
filtraciones iban en aumento. El presidente Grau, ante las presiones
de los norteamericanos, intervino y envió a la marina para detener
aquel pequeño ejército armado. Fidel consiguió subir a un pequeño
bote improvisado y escapó de la detención.”
El
fracasado asalto a la Moncada...
“¿Acaso
podía Fidel confesarles que aquel domingo, a las cinco de la mañana,
no se encontraba precisamente en forma? La víspera, había conducido
todo el día para hacer, bajo un sol de justicia, el trayecto
interminable y agotador que lleva de La Habana a Santiago. Se detuvo
a mitad de camino en una óptica de Santa Clara para que le hiciesen
unas gafas graduadas. Castro era muy miope, pero sólo se ponía las
gafas de vez en cuando, sobre todo cuando tenía que conducir mucho
tiempo. Pero aquel sábado, 26 de julio, se las había dejado en casa
de Melba Hernández, en La Habana. Puede que el óptico de Santa
Clara, con las prisas, le proporcionase unos cristales inadecuados al
jefe de la revolución. ¿O quizás lo que sucedió fue que Fidel,
cuya coquetería era legendaria, decidió ir a la batalla sin las
gafas graduadas, en otras palabras, en la niebla? Algunos
supervivientes sospechaban que cometió este grave error pensando `en
la foto´ . “
El Granma...
“En
el transcurso de la inspección de un grupo de `rebeldes´, Fidel
Castro encontró un barco de turistas de 14 metros, el `Granma´,
cerca de la desembocadura del río Tuxpan. La embarcación contaba
con un motor Diésel y podía transportar a 25 pasajeros. Era
demasiado pequeña para dar cabida a una tropa de desembarco que,
según los cálculos del Comandante y de su ayudante Pedro Miret,
estaría compuesta por un centenar de hombres. Pero no tenía otra
elección. Deberían contentarse con aquella barca. El único
problema era el precio: en torno a los 20.000 dólares. A pesar de
sus esfuerzos por conseguir fondos de guerra, el jefe rebelde no
tenía ese dinero. Se encontraba en una situación desesperada,
cogido en la trampa de su propio anuncio de desembarco para diciembre
de 1956, de modo que Castro debía encontrar con urgencia un
mecenas.”
Eliminación de Camilo Cienfuegos...
“De
regreso a la base, el piloto del Sea Fury se enteró de la verdad:
nunca había existido un aparato `enemigo´. El único avión en
vuelo que había en toda la región era el Cessna de Camilo
Cienfuegos. Se hundió. Unas horas más tarde, los hombres de Osvaldo
Sánchez lo detuvieron para `aleccionarle´. Le dieron a elegir entre
dos versiones. Una: decía la verdad y con toda seguridad le
condenarían a muerte, ya que había derribado a un héroe de la
revolución. Dos: nunca había efectuado aquel vuelo ni recibido la
orden de derribar a nadie y se daría carpetazo al asunto. Si por
desgracia alguien descubría que hizo una salida el 28 de octubre y
utilizó las ametralladoras, debería contar que se divirtió
disparando a los tiburones durante un vuelo rutinario. Se trataba de
una historia absurda, porque a 400km/h, velocidad punta del Sea Fury,
¡ es imposible que el piloto pueda distinguir ningún escualo!
Desconcertado, tuvo tiempo de hablar con los mecánicos de la base,
entre los que estaba Luis Miguel Paredes, así como con otros
pilotos. El rumor llegó hasta el estado mayor en La Habana, al
cuartel de Columbia (convertido en `Ciudad Libertad´). Muchos
colaboradores de Camilo Cienfuegos no albergaban dudas acerca de la
`conspiración´ que había desembocado en la muerte de su jefe. Se
produjo un hecho que corroboró sus sospechas: al día siguiente de
la tragedia, el oficial de guardia de la torre de control de Camagüey
se `suicidó´ de un tiro en la cabeza. Por último, había otro
detalle que les preocupaba: el registro de la torre de control había
desaparecido de forma misteriosa. No existía constancia de los
vuelos efectuados el día en que murió el jefe del ejército
rebelde.”
El
Che...
“Hacía
años que no pensaba en otra cosa: volver a su país y reunirse con
los suyos. ¿Cómo podía confesar a todos los que lo veneraban en
Cuba que se ahogaba en su isla? El clima húmedo, malísimo para el
asma, le producía unos ataques espantosos. No le gustaba el café
cubano, ese espresso con demasiada azúcar. Sólo bebía mate, una
especie de té hecho a base de unas hierbas que sólo se encontraban
en Argentina. Detestaba la playa y el mar. Y además no se había
acostumbrado al espíritu cubano. No entendía esa ligereza, su humor
infantil, aquella ironía agridulce y esa manía de cantar en
cualquier momento. Este carácter de `niño grande´ le hacía
sentirse incómodo. No había ido a Cuba para bailar salsa, sino para
construir al `Hombre Nuevo´. Pero desde hacía algún tiempo la
situación se le había ido de las manos. ¿Cuándo empezó todo? No
cabe duda que fue a principios de 1964, cuando Fidel Castro realizó
un discreto viaje a Moscú, casi como un mendigo, a suplicar nuevos
créditos del Kremlin. Su viaje pasó casi desapercibido pero no
engañó a nadie. Desesperado, el Comandante tuvo que ceder a la
conminación de sus `padrinos´ e hizo que Ernesto Guevara
comprendiera que por un tiempo era necesario moderar las luchas
guerrilleras. Le pidió que se tomara un descanso.”
Aliados del comunismo cubano...
“Varios
servicios cubanos ya habían traficado con marihuana y, de manera más
específica, con cocaína. ¿Por qué no aprovechar la posición
estratégica de Cuba entre Colombia y Florida? Él mismo había
comprobado a fines de 1981 la capacidad defensiva del servicio
aduanero estadounidense al recorrer en el más estricto secreto a
bordo de una lancha motora rápida, el Pájaro Azul, las aguas del
Golfo de México, para alcanzar sin problemas el puerto de Cozumel en
Yucatán. Sus allegados creyeron que sólo se trataba de una forma de
burlarse de las autoridades norteamericanas. Esta vez no se reían.
La `operación Rescate´ era una cuestión de Estado. Pero Tony de La
Guardia no debía decir nada al ministro del Interior, Ramiro Valdés,
que, como algunos de los altos cargos del Medio, era capaz de cometer
acciones muy viles para la `Familia´, pero `¡droga, nunca!´.
Ramiro Valdés tenía sus principios. Hasta tal punto que en varias
ocasiones pidió órdenes por escrito al Comandante cuando le
encargaba algún asunto que consideraba demasiado `sucio´. Poco
tardaron en quitarse a Valdés de encima sin miramientos, el soldado
fiel y obediente, el hombre que conducía el primer vehículo en el
asalto a la Moncada el 26 de julio de 1953, la `sombra´ de Fidel y
figura histórica de la revolución.”
Libro para amantes de las biografías sin misericordia,
votantes de populismos de izquierda con lo bolivariano de referente y
lectura reposada para turnos de noche, convalecencias y periodos
vacacionales para saber algo de una Cuba donde los integrantes de la
guerrilla de Fidel Castro y sobre todo su hermano Raúl están a
punto de criar malvas y la sociedad cubana se encontrará ante la
disyuntiva de permitir un régimen comunista podrido en su génesis o
volver a ser una tierra de oportunidades, negocio y libertad
política, que ya toca que la isla se integre en el mundo del siglo
XXI. Historia por otra parte del ascenso al poder de un dictador
comunista y cómo mantenerse en el mismo traicionando supuestos
ideales, ideología, compañeros de armas y la a misma ciudadanía
cubana...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario