Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: David K. Fieldhouse
Editorial: Siglo XXI De España Editores, S. A.
Traducción: Agustín Gil Lasierra
Edición: Sexta edición en español, noviembre de 1993
Da la sensación a la mente occidental que los refugiados y la guerra en Siria, los mamoneos ruso-turcos o la primavera árabe no nos incumben más allá de que alteren nuestra confortable existencia de primer mundo, pero nada más lejos de la realidad. Hasta 1945 Europa tenía colonias en África y protectorados a medida que se desmembraba el imperio otomano...
Así que nada mejor que traer un libro que nos hable del
colonialismo desde el fin de las guerras napoleónicas hasta ayer. Ya
advierte el autor que apenas citará el imperio español ya que por
aquellas fechas España había perdido su imperio quedando tan sólo
residual hasta 1898 que sería el fin absoluto de anteriores tiempos
de grandeza que intentó recuperar en Marruecos y que dio lugar a los
militares africanistas quienes posteriormente...
Bueno, esa es otra historia.
Quienes sí tuvieron algo que decir fueron el resto de
potencias europeas que vio florecer el imperio británico y a su
estela el resto de potencias ansiaban nuevos mercados y fuentes de
materias primas no dudando para ello en el continente africano, de
norte a sur y de este a oeste, repartirlo y establecer fronteras
artificiales sin importar las consecuencias en la población local y
manteniendo siempre supuesta superioridad del hombre blanco y sus
creencias que le hacían merecedor de disponer de colonias y de sus
habitantes.
Es una historia apasionante que nos enganchará desde la
primera página, esa fascinación de ver el pasado desde la
perspectiva de vivir sus consecuencias y siempre quedará la duda de
si en realidad las potencias no supieron crear prosperidad que se
desvaneció con la independencia para dar lugar a guerras civiles,
matanzas étnicas y que sigamos aprovechando en el primer mundo sus
recursos sin tener la suficiente inteligencia de que los beneficios
lo sean para todos...
David K. Fieldhouse nació en 1925 y estudió en el
Queen´s College de Oxford. Desde 1950 hasta 1952 fue docente en el
Haileybury College. Lector de Historia en la Universidad de
Canterberry (Nueva Zelanda). A partir de 1958 enseña Historia en la
Universidad de Oxford. En 1965 es profesor visitante en la Australian
National University de Canberra. En el año 1969 es profesor
visitante en la Universidad de Yale. Ha publicado artículos sobre la
historia del imperio británico y es autor de varios libros.
Datos del autor, como siempre, sacados de la contraportada y, dado el tiempo
transcurrido, es posible que ya esté criando malvas. Pero sin más,
unas breves pinceladas que os inciten a su lectura...
La primera expansión europea...
“Ahora
bien, para Europa los descubrimientos constituyeron sin duda un gran
acontecimiento. Europa había poseído, en la Edad Media, una
civilización propia, pero de carácter bastante limitado. Había
sufrido, en cierta medida, el influjo del mundo
islámico y de
Bizancio, pero estaba aislada del resto del mundo por el Atlántico,
el imperio moscovita, el Islam y por la inexplorada África. El
descubrimiento tanto de América como de la ruta oceánica hacia
Oriente liberaron al continente europeo de una especie de prisión
geográfica y espiritual, espoleándolo intelectualmente y
permitiéndole alcanzar más ágilmente a las superiores
civilizaciones orientales, a la par que estimulaban su imaginación
al ponerlo en contacto, por Occidente, con unos pueblos totalmente
diferentes. Ni los sucesivos descubrimientos en el Pacífico, ni la
exploración espacial, iniciada en nuestro siglo, pueden parangonarse
con aquella primera ampliación de los horizontes medievales.”
Brasil...
“También
la independencia del Brasil fue una consecuencia de las guerras
napoleónicas. Cuando napoleón ocupó Lisboa en 1808, la familia
real marchó al exilio en Río de Janeiro, que se convirtió de ese
modo en la capital del imperio portugués. Eso beneficiaba al Brasil,
que se liberaba de cualquier restricción de índole comercial o
política. Pero el enfrentamiento decisivo se produjo en 1815, cuando
Portugal pidió el retorno de la Corona y la Corte y el parlamento
insistió en que Brasil recobrase su antigua posición subordinada en
el comercio y en el gobierno. En 1820, aunque de mala gana, el rey
Juan regresó a Lisboa, dejando la regencia del Brasil a su hijo y
heredero, don Pedro. Los brasileños, sin embargo, se negaron a
aceptar tal subordinación y en 1822 monárquicos y republicanos se
unieron para declarar la independencia del Brasil, con don Pedro como
monarca. También en esa ocasión el reconocimiento de Inglaterra,
otorgado en 1825, tuvo una importancia decisiva. En 1828 se rompieron
los lazos, incluso formales, entre la familia real del Brasil y la de
Portugal.”
Imperialismo...
“Otra
explicación que se relaciona con una causa única es la que
considera al
imperialismo como una expresión del nacionalismo
europeo. La unificación de Alemania y de Italia antes de 1870, la
derrota francesa en 1870-71 y el desarrollo del chovinismo en todos
los países generaron una rivalidad internacional de proporciones
nunca vistas antes de 1815. las colonias alimentaban la potencia
nacional y eran símbolos de prestigio. La presión ejercitada por el
voto de unas masas incultas durante esa primera fase de la democracia
europea obligó a los estadistas aristocráticos a asegurar nuevas
colonias a la nación; y la competencia produjo el reparto.”
Nuevo reparto tras 1918...
“Durante
la contienda todas las posesiones alemanas y buena parte de las
turcas habían sido ocupadas por los aliados. Estos no contemplaban
la posibilidad de anexionarse territorios enemigos, pero después de
1918 encontraron razones óptimas para hacerlo. Había una razón
irrefutable para no devolver las posesiones de Turquía: habría sido
imposible reconstruir el Imperio otomano, que había sido mantenido
vivo tanto tiempo únicamente gracias a estimulantes artificiales. El
nacionalismo árabe había asumido proporciones notables. A los
árabes se les había prometido la independencia a cambio del apoyo
prestado a los aliados, y los ingleses habían complicado aún más
las cosas prometiendo a los hebreos una `patria nacional´ en
Palestina a cambio del apoyo sionista. Pero en cambio no existían
motivos irrefutables para dejar de restituir las colonias alemanas, y
los aliados recurrieron al pretexto de que, en sus colonias, Alemania
había demostrado no estar capacitada para gobernar a otros pueblos.”
Descolonización...
“La
descolonización tuvo lugar primero en los semiprotectorados del
Caribe. Análogamente a lo que había ocurrido en los otros imperios,
habrían podido ser
transformados gradualmente en verdaderas
posesiones. En vez de eso, los americanos los consideraron como
mandatos provisionales y se retiraron apenas se diluyó la amenaza de
una intervención europea, después de 1918. La ocupación militar de
la República Dominicana finalizó entre 1922 y 1924; el derecho de
intervención en Cuba, en 1925. Los marines fueron retirados de
Nicaragua en 1925, llamados nuevamente por el presidente de Nicaragua
en 1927, y retirados de modo definitivo en 1933-34. También el
`corolario de Roosevelt´ fue tácitamente abandonado y sustituido
por la política de `buena vecindad´ de F. D. Roosevelt. En 1941 los
Estados Unidos habían renunciado al control de los estados del
Caribe, que cayeron en el caos político y las revoluciones.”
Epílogo...
“Nada
en la historia de los imperios coloniales fue más espectacular que
la velocidad con que desaparecieron. En 1939 parecían estar en el
cenit, y en 1965 prácticamente habían dejado de existir. La cosa
fue todavía más sorprendente desde el momento en que las
principales potencias coloniales -Gran Bretaña, Francia, Estados
Unidos, Bélgica y Holanda- habían salido ganadoras de la segunda
guerra mundial y continuaban siendo las principales potencias. Por
todo ello el final de los imperios no puede ser explicado en términos
de una decadencia de Occidente, porque Occidente conservó su
preponderancia económica y política. ¿Por qué entonces hubo una
descolonización?”
Lectura para comprender un poco más los barros del
presente analizando los lodos del pasado que no dejaban de ser otros
barros de otros lodos anteriores. Ideal para lectura de reposo
obligatorio, veladas tranquilas al calor de la mesita o turnos
tediosos de tropecientas horas sin novedad en el horizonte. Porque al
final la pregunta es si realmente llevamos civilización y cultura o
simplemente nos impusimos a otras civilizaciones y otras culturas...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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