The Adversiter Chronicle

domingo, 4 de junio de 2023

"Butaca de patíbulo", suplemento cinematográfico cutre

Suplemento cinematográfico cutre de The Adversiter Chronicle

JUEZ DREDD (1995)
  (Judge Dredd)

Aunque la gloria cinematográfica en la memoria del espectador es la versión de 2012, que ya nos encantó en su momento, fue en 1995 cuando se hizo la primera adaptación cinematográfica del comic y protagonizada por Silvester Stallone muy bien secundado por Armand Assante, Max Von Sydow, el eterno capitán de Uboat Jurgen Prochnow, el actor bufo Rob Schneider, la mirada hipnótico-oriental de Joan Chen y, sobre todo, nuestra venerada y amada Diane Lane que nos conquistó en Cotton Club y buen pulso de dirección de Danny Cannon. De aquella no perdonaban una al bueno del Stallone y la crítica no tuvo piedad, nominado a peor actor en los Premios Razzie pero también nominada a mejor película de ciencia-ficción del año en los Premios Saturn en las ediciones respectivas de 1995. Con noche de ínfulas veraniegas, nada mejor que aparcar los trastos de faena y bien provistos de birras y pistachos para visionar una película que no es tan mala como la tildaron en su estreno...

Y es que es una de las mejores películas que atinó en presentar un futuro que es presente en 2023 y lo que no, es inquietantemente factible a medio plazo. Vehículos eléctricos, una televisión omnipresente que en la actualidad son los dispositivos digitales con conexión a Internet, la diferencia obviando que no se vislumbraban los móviles es que disfrutamos de contenidos a la carta pero la alienación es la misma que producen las redes sociales; la conexión a una red informática de las cosas, sin que se vislumbrara Internet pero se anticipó al presente con casi treinta años de adelanto; el tema de los clones y la modificación genética y hasta de robots sustitutos de humanos que ya son medio siglo obsoletos en el futuro planteado en el 2139. Otro encanto de la película son los estupendos set de rodaje y unos efectos especiales criticados en su estreno porque le parecía a la crítica que se estaba mostrando más un videojuego que cine. Pues resulta que vista ahora tiene unos magníficos efectos especiales que no desentonan para nada como sucede con otros títulos más alabados en su momento y que vistos ahora resultan arcaicos y mal vistos.

El argumento es atractivo, en 2139 la población de Estados Unidos vive recluida en un puñado de ciudades amuralladas donde la gente se hacina en inmensas torres de edificios. La religión y las ideologías políticas ya no sirven de guía salvo para los subproductos del Sistema que viven en los páramos fuera de las ciudades amuralladas y es La Ley quien rige la vida. Aplicarla corre a cargo de jueces con poder para dictar sentencia en el acto cuando se comete un delito y son penas severas. A medida que cumplen años y sobreviven van ascendiendo en el escalafón y pueden llegar a formar parte del Consejo Supremo que rige la nueva sociedad. Dredd se verá envuelto en una intriga de poder y descubrirá que en realidad forma parte de un plan de modificación genética y gestado en incubadora. Acusado de asesinar a un periodista televisivo, hoy sería un influenciador en las redes sociales, que iba a destapar la corrupción y ansias de poder totalitario de un miembro del Consejo Supremo, obligará al Juez Dredd a descubrir los valores reales de la amistad, el compañerismo y que la Ley no siempre es perfecta y el ejemplo es él mismo, lo cual le hará replantearse su propia existencia mientras trata de descubrir la verdad y hacer justicia...

Luego la película tiene un poco de todo, un bufo Rob Scheneider que es un Sancho Panza de
un quijotesco Juez Dredd que tiene la mente obnubilada con el idealismo de hacer justicia y hacer cumplir la Ley; una tragedia griega en el eterno enfrentamiento entre hermanos pero totalmente opuestos en valores y ética. Todo ello sin menoscabo de la acción con profusión de disparos, armas mortíferas con gatillo personalizado al portador de las mismas y una sociedad no tan futurista, basta pasarse unos días en Moscú por citar un ejemplo, donde el ansia de poder se abre paso hasta crear un caos de violencia que justifique el totalitarismo. Stallone da lo que se esperaba en su estreno: las muecas y caretos marca de la casa, no es manco repartiendo mamporros y destila su socarronería también marca de la casa.

Y luego está la protagonista femenina, conservando aún su belleza juvenil en la mirada y rostro, de Diane Lane que eclipsa todo y a todos cuando aparece en plano, sensual, con carácter y tampoco nada manca a la hora de dar hostias como demuestra en la deliciosa pelea con una perturbadora Joan Chen. Es verdad que tras un inicio fascinante, superado el trauma de ver las trazas en la vestimenta del Juez Dredd y asumir que es uniformidad de los jueces, la cosa pierde fuelle por la premura de tiempo en desarrollar la trama, bien de hechuras pero deja la sensación de prisa, de que todo se desarrolla demasiado rápido y que faltan minutos de metraje. Y el lastre definitivo es la presencia, demasiado bufa, de Rob Schneider aunque resulte un buen Sancho Panza pero pesa más lo bufo que lo literario...

Hay que verla con ojos de ahora porque lo que en su estreno eran defectos criticados sin piedad se ha convertido en virtudes con el paso del tiempo y se ve tan fresca como si se estrenara hoy. Salvo la falta de prever teléfonos inteligentes, el futuro es reconocible porque se ha hecho realidad en muchos aspectos y otros van camino de serlo. Es un cómic cinematográfico y hay que verla como tal y no como producto de acción con tintes futuristas con un buen elenco, excelente producción y muy buenos efectos digitales donde los escenarios y ambientación resultan refrescantes en la tendencia actual de actores sobre un fondo digital de imágenes sintéticas. La versión de 2012 es radicalmente distinta pero la esencia es común a las dos y es un buen plan visionar la de 1995 para comparar ambas y descubrir que ambas son dignas de visionar y exponente del cine y la forma de narrar en pantalla un cómic con casi dos décadas de diferencia entre una y otra...
Digna de ver pero, puede, que no tanto de recordar salvo por Diane Lane.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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