Una sección del
padre I. N. Mundicia en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Hoguera parroquial de
San Juan
Se
acerca la fecha de celebrar, como cada año, la noche de la hoguera
de San Juan donde celebramos la fiesta del mismo, igual que el 29 de
agosto recordamos su martirio cuando la bailarina Salomé, tras
seducir las entendederas de Herodes Antipas mediante lascivos e
insinuantes bailes durante la celebración de su natalicio de un
banquete nocturno, una vulgar francachela entre compadres, en el
palacio fortaleza de Maqueronte donde... ¡Por vuestras caras y los ronquidos
del Salustiano deduzco que os interesa un pimiento la historia del
martirio de San Juan, para las farras con la excusa de la hoguera
bien que os interesa, bien que os interesa...!
Este
año no quiero incidentes en la hoguera parroquial y la comisión
formada por el párroco auxiliar el padre Genaro se ha determinado
unas mínimas normas para que la celebración de la hoguera de San
Juan no provoque la intervención de las fuerzas del orden, posterior
causa judicial y embargo de mis emolumentos. Queda terminantemente
prohibido depositar en el interior de la hoguera, camuflados a la vista,
cadáveres de fauna de corral; cosa que es además ilegal. Por
supuesto nada de ganado porcino, vacuno y lanar, al final se huele
que hay oveja quemada y llama la atención de las autoridades
llamadas por el denominado Colectivo Ecologista, antes grupo
municipal de PODRECEMOS y ahora en una plataforma del algo. El caso
es tocar los cojones y maligna competencia con su hoguera del
solsticio, una burda forma de borrar nuestras más tradicionales
tradiciones de la Iglesia. Competir con la barraca parroquial sólo
esconde afán materialista de quienes se tildan de espiritualistas
cuando le dan al espíritu de las bebidas espirituosas. El monaguillo
será dotado del extintor reglamentario para el caso de que haya que
intervenir para sofocar algún conato de incendio o brasas
incandescentes.
No
quiero finalizar sin advertir de que está prohibido saltar sobre las
llamas o caminar descalzo sobre brasas. El argumento de que es
tradición de siglos es una burda falsedad que esconde demandar a la
parroquia por quemaduras de primer grado y segundo grado en las
plantas de los pies. Sé por el confesionario que esas ínfulas de
quemarse las plantas de los pies es por motivos etílicos y el Pascual
aún se jacta de que está de baja pese a que han transcurrido tres
lustros de la noche de San Juan en que se lanzó calzado a las brasas
en un estado comatoso y apestando a alcohol de tal calibre que se le
quemaron playeros y calcetines sin que se enterara de nada hasta que
despertó en la unidad de quemados al día siguiente. Unos viejos
muebles, cajas acumuladas y ramas de la poda son los combustibles
requeridos para la hoguera parroquial y el padre Genaro, si bien
algo mojigato y meapilas de cerebro débil, se encargará de que se
cumplan las normas de la hoguera, fue vigilante de pasillo en el
seminario y sabe cómo atajar estos asuntos. Ir en paz y recordar que
celebramos la fiesta de San Juan, la hoguera sólo es un complemento,
no hacer caso de herejías importadas que desvinculan la fiesta de
sus hondas raíces cristianas, apostólicas y romanas.
AMEN
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