La intensidad de sus
sonidos, una mezcla de sonsonete de atracciones de feria y de
orquesta, es según sople el viento y puedo otear en la lejanía
luces que se mueven y cambian de color. Las luces delimitan el perímetro de la verbena de barrio mientras el resto de la ciudad coge
su ambiente nocturno ante un nuevo lunes, resulta algo grotesco
escuchar verbena nocturna siendo lunes al día siguiente...
Bien mirado ya es lunes,
eso me escupe el reloj cuando miro la hora, y se cumple ese dicho de
que sólo se puede saber que tras el fin de semana llega un jodido
lunes otra vez. Supongo que algunos no se enteran de que toca volver
a ser lunes y olvidarse de estar de fin de semana perenne, no
funciona ni es aceptable, como esas malas orquestas a las que les dan
una oportunidad de actuar en las fiestas del barrio y tras sufrir su
actuación no volverán a contratar nunca, al menos hasta que no
afinen voces e instrumentos de tal forma que se les pueda llamar
orquesta...
El viento ya no trae eco
de verbena ni hay luces de tal, todo pasa...
Y todo llega.
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