The Adversiter Chronicle

sábado, 29 de abril de 2023

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Tal como éramos - España hace un siglo-
Autor: Rafael Núñez Florencio
Editorial: Espasa Calpe S. A.
Edición: 1998

Tomando como referencia el año 1998, la propuesta de hoy es un fascinante viaje a la España de 1898. Fecha mítica porque marcó un antes y un después tras la guerra contra EEUU que supuso el fin de la España de ultramar al perder las últimas posesiones en Caribe y Filipinas. Lejos de ser un conglomerado de hitos históricos con fechas y nombres, el autor nos lleva a un fascinante viaje de cien años atrás en las cosas cotidianas que forman parte de la existencia, la vida normal y corriente de la masa silenciosa enmarcada en su contexto histórico...

Rafael Núñez Florencio (Camas, Sevilla, 1956) es doctor en Filosofía y letras y profesor de Historia de la Filosofía. Ha realizado varios proyectos de investigación en el Centro de Estudios Históricos (CSIC) y ha desempeñado su labor docente, entre otras, en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Colaborador con artículos de opinión y de crítica literaria en varias publicaciones periódicas (Historia 16, Nueva Revista, Revista de Libros, etc.), desde el punto de vista científico se ha dedicado fundamentalmente al análisis de las teorías políticas, ideologías y movimientos sociales en el mundo contemporáneo y es autor de obras en ese ámbito.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, y ahora una breves reseñas que os inciten a su apasionante e ilustrativa lectura...

Siglo XIX...
Vista en conjunto, si hay algo que llama la atención en la vida española del siglo XIX, es la asfixiante presencia de las armas, de la lucha en términos físicos y cruentos, de la guerra en definitiva. Y no precisamente guerra `contra otros´, contra vecinos o extranjeros, como solía ser habitual en muchos países, sino por lo general confrontación despiadada entre los propios españoles. No en vano, por ejemplo, el término español `pronunciamiento' pasa así, literalmente, a otros idiomas, que al mismo tiempo que importan el concepto reconocen implícitamente su especificidad. El pronunciamiento era la típica forma española de interferencia militar en la política: un general o un alto jefe militar se pronunciaba cuando, al mando de un determinado sector de la milicia, trataba de imponer al resto del ejército y, por supuesto, al resto del país, unas consignas políticas particulares. Si tenía éxito, evidentemente, ocupaba el poder. Si no, terminaba en el paredón de fusilamiento.”

Educación de la clase media...

Todo empieza evidentemente por la educación de chicos y chicas. Las expectativas de los padres son muy diferentes según sea el sexo de sus hijos. De las chicas sólo se espera un buen casamiento, es decir, que se conviertan muy pronto – en torno a los veinte años, o poco más- en buenas esposas y madres. Para ello no hace falta que aprendan mucho. Todo lo contrario: hay una cierta desconfianza hacia lo que se puede aprender si se estudia largo tiempo. Nunca se sabe... Algunos libros son muy peligrosos. El mismo discurrir por cuenta propia puede llevar al extravío. Lo más importante para una jovencita es ser y estar guapa. Si además sabe tocar el piano, recitar, cantar algunas arias y decir algunas palabras en francés, mejor que mejor. Así se facilita el objetivo esencial, que no es otro que pescar un buen partido. Muy diferente es, desde el principio, la vida del `pollo´. Si la familia puede costear los estudios (el número de hijos es bastante más elevado que en la actulidad -1998-), irá a un colegio religioso, privado, donde se le inculcarán los principios crisitianos y se le preparará para ingresar en el bachillerato. Es bueno ser religioso, pero sin pasarse, porque la virilidad exige no ser demasiado beato. En este sentido al chico se le consienten cosas y comportamientos que serían impensables en sus hermanas: puede llegar más tarde a casa, puede salir solo, puede hacer -en cuanto es un poco mayor- alguna calaverada, ya se sabe, `todos hemos sido jóvenes alguna vez´ (dice el padre con orgullo, mientras la madre mira con condescendencia). En casi todas las familias hay algún representante -hijo, primo o sobrino- de esa especie de calavera, estudiante juerguista, que termina por ser el simpático de la casa.”

Carnavales y romerías...
Sobre estas últimas fiestas (carnavales) resultan curiosas las apreciaciones de los cronistas del momento. Hay quien ve al Carnaval en su esplendor, y hay quien considera que `Momo´ está inmerso en una decadencia irreversible. Muchos juicios tienden a hacerse sobre la base de que cualquier fiesta pasada, in illo tempore, fue mejor, más auténtica, más espectacular. El desfile del Carnaval de Madrid, del que hay múltiples referencias, tenía lugar en el Salón del Prado, entre Cibeles y Neptuno (más tarde se extendería hacia Colón, y luego hasta la estatua de Castelar). Las máscaras y carrozas que desfilaban son calificadas por algunos de originales y divertidas, mientras que otros subrayan por el contrario la pobreza e improvisación de la mayoría de los participantes: brujas con escobas, diablos, caricaturas políticas, dominós hechos con lasrgas sábanas, etc. Los que se regocijaban veían todo de color de rosa, y los que no, sólo apreciaban un espíritu pobre y cutre. Nunca mejor la sabiduría del refrán: cada cual juzgaba la feria según le iba en ella. Las romerías eran otra variante e las celebraciones populares que venimos describiendo. El fondo religioso de la peregrinación a una hermita o a cualquier otro lugar sagrado se terminaba convirtiendo en una excusa para una fiesta por todo lo alto, en que no faltaba de nada, desde la comida y la bebida en ebundancia, y aun en exceso, hasta los bailes, juegos y concursos de mozos y mozas. Una de las más populares, la de San Isidro, en Madrid, suponía ni más ni menos que dos semanas de festejos. Durante cerca de quince días, en efecto, las calles de Segovia y de Toledo eran un hervidero de gente. Acudían muchas familias de pueblos vecinos a ver a sus parientes a la capital, con sus alforjas llenas de chorizos, huevos y algún pollo. Se iba a la famosa `pradera de San Isidro´ -entonces en las afueras de la ciudad- con la tortilla de patatas, los filetes empanados y la merluza rebozada, y allí se pasaba todo el día, comiendo, bebiendo, y recorriendo los puestos de baratijas.”

Ser mujer en 1898...
"Para que no se nos acuse de parciales y rebuscados, acudamos ahora a una fuente más
objetiva, más representativa si se prefiere. Nada menos que el Código Civil de 1889. este texto legal, producto sobre todo de las tendencias más progresistas de la época, señala en su artículo 57: `El marido debe proteger a la mujer, y ésta obedecer al marido´. El artículo 58 preceptúa: `La mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije la residencia´. El artículo 59 dice: `El marido es el administrador de los bienes de la sociedad conyugal´. El artículo 60 establece: `El marido es el representante de la mujer. Ésta no puede sin su licencia, comparecer en juicio´. En fin -esto es sólo una selección- el artículo 62 ordena:`Las compras de joyas, muebles y objetos preciosos, hechas sin licencia del marido, sólo se convalidarán cuando éste hubiese consentido a su mujer el uso y disfrute de tales objetos´. Demos ahora otro salto, de los textos legales a la instrucción. Ya sabemos que la educación -en sentido de formación intelectual- no es especialmente recomendable para la mujer. Si se nos apura, es casi más un peligro que un bien. El 30 de octubre de 1882 `La Ilustración´ daba noticia de un hecho insólito: la obtrención del Doctorado en Medicina por la Universidad de Madrid de Martina Castells y Ballespí, apadrinada por el doctor Letamendi. Ese mismo año otra joven se licenciaba en Medicina en Barcelona, y en 1886 los hacían dos en Valencia. La primera mujer que acudió regularmente a las clases de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid fue María Goyri, que pronto se convertiría en esposa de Menéndez Pidal. (Estamos hablando de la década de los noventa del siglo pasado.) Algo más tarde, en el curso 1909-10 de los 2.844 alumnos de Ciencias en toda España, 4 eran féminas. En Derecho, eran 2 de 4.685. En Medicina es donde había más: 11 de 5.111.”

Cuba...
El 24 de febrero de 1895 tenía lugar el primer acto (el `grito del Baire´) de lo que iba a ser la definitiva lucha cubana por la independencia de España. ¿Hace falta decir a estas alturas que los acontecimientos volvieron a coger a todos por sorpresa? Baste citar este dato: en ese momento la guarnición española en la isla no llegaba a 16.000 soldados. Como luego señalaremos, del número total había que quitar siempre una proporción cercana al 75 por 100 (a veces incluso más) que no estaban aptos para el combate, generalmente debido a las enfermedades. Las cosas sin embargo empezaron bastante mal para los insurrectos, porque al poco de desembarcar en la isla, el recién elegido jefe supremo de la revolución, el poeta José Martí, caía acribillado a balazos en el primer encuentro con las tropas españolas. Es desde entonces uno de los lugares comunes de la historiografía y de la política la especulación acerca del curso de la guerra, y aun de la Cuba posterior, si hubiera estado presente una figura del prestigio y la moderación de Martí. (Él había sido el redactor del famoso `Manifiesto de Montecristi´, donde, entre otras cosas, decía que la guerra no era contra el pueblo español, sino contra un régimen colonial injusto, del que eran víctimas tanto cubanos como españoles.)”

Reformas tras el desastre del 98...
"Esa fue una de las contradicciones básicas que dio al traste con todo el movimiento regeneracionista. El sistema de partidos estaba desacreditado, pero era lo único que había. O se entraba en él para cambiarlo desde dentro, o se le destruía desde fuera (mediante una revolución, una insurrección o un golpe militar). Los regeneracionistas no hicieron ni una cosa ni la otra, con lo que, no ya a la larga, sino a corto plazo, se condenaron a sí mismos a la inacción. Dejaron el campo libre a los Silvela, Villaverde, etc., a los típicos hombres de partido, que por muy buena voluntad que pusieran, se debían a las propias estructuras partidistas de las que procedían. De este modo, el regeneracionismo descafeinado de Silvela y sus amigos se convirtió pronto en `más de lo mismo´. Otro elemento curioso, que también explica en cierto modo el fracaso inevitable del regeneracionismo, es que este movimiento de reforma priocede de lo que podríamos llamar, simplificando, la derecha sociológica y política del país. Bien significativo a este respecto es que pasara por regeneracionista nada menos que el general cristiano, Polavieja, el mismo que hizo fusilar a Rizal, desató una represión a sangre y fuego en las Filipinas y entendía la política como una continuación de sus ideales religiosos. Con elementos de esa índole, una regeneración auténtica estaba muerta de antemano: independientemente de sus ideas, eran hombres del pasado, hombres que no podían comprender las nuevas realidades del siglo que se avecinaba. La izquierda aún ofrecía un panorama más penoso: pecaban por exceso los anarquistas, prisoneros e impotentes en su radicalidad, y por defecto un partido socialista tan timorato que ni siquiera había sabido canalizar el descontento de la guerra. Y los partidos republicanos, sempiternamente divididos, se empecinaban en una demagogia inútil y barata contra la Corona. Todos se agotaban en sus críticas, sin acertar a exponer ideas nuevas, renovadoras, que conectasen con el país real. El 98 fue por ello tanto o más que la crisis del régimen, el fracaso de la oposición. La regeneración quedó convertida en mero fuego de artificio: duró históricamente lo que duran los fuegos artificiales. Y como sucede con la pirotecnia, después, no quedó nada. Mejor dicho, volvió lo mismo.”

Apasionante viaje en el tiempo para comprender el contexto social de la España de 1898 que vivió un momento histórico y cuyas consecuencias perdurarían hasta bien avanzado el siglo XX. Conocer la vida, sus gentes, el marco político y todo aquello que forma parte de la vida diaria a la vez que se hace un relato realista de lo que fue la perdida de los últimos territorios de ultramar de una nación de glorioso pasado que se quedaba estancada del resto de Europa que encaraba el siglo XX a lomos de la revolución industrial y sistemas de gobierno liberales liderados por la burguesía. No es que España perdiera el tren del progreso, sencillamente no estaba ni se daban las condiciones que en el resto de países europeos que comenzaban su expansión colonizadora a costa de España y Portugal dando paso a una nueva realidad internacional. Ideal para lectura nocturna, tumbona en la playa e ideal para regalar a la suegra con la escusa de que habla de su juventud y nos pasaremos unas risas mientras protesta que no es tan vieja...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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