The Adversiter Chronicle

sábado, 16 de julio de 2022

"Memorias de La Transición", por Antón Rendueles

Unas memorias de Antón Rendueles en exclusiva para The Adversiter Chronicle

Maquetas

Me entero tarde, mal y nunca de que ha cerrado un local comercial, una juguetería de las de toda la vida a estas alturas de la misma. En realidad era un establecimiento especializado en modelismo y aunque no soy de los vecinos que conocían a los dueños sí que tengo relación con el establecimiento desde que era niño...
Mientras la sociedad encaminaba el rumbo hacia la democracia y asentaba la misma, atacada por el terrorismo de ETA y añorantes de la dictadura franquista, el mundo infantil disfrutaba de la sociedad del bienestar. El piso de mis abuelos estaba a unos cincuenta metros del local de la juguetería. Siempre tenía cosas magníficas y me enganchó a ser asiduo del escaparate una caja de una maqueta de las naves de una serie de televisión, Espacio 1999. Es el primer recuerdo que tengo de algo que veía en la televisión como serie. Muchas veces estaba con mis padres o familiares fuera de casa y yo empezaba a dar la tabarra para que me llevaran a casa. Cuando llegaba tarde, siempre me paraba en la puerta de una sidrería que tenía la televisión al fondo del local y podía ver si había empezado o no. La historia era fascinante, es curioso que lo recuerde pese a que esa época de recuerdos es una nebulosa, pero recuerdo la trama: la Luna se salía de la órbita terrestre y vagaba por el espacio llevando de habitantes a los terrícolas atrapados en la base lunar. Me fascinaba ver la nave sobrevolar los parajes lunares y sólo en 2001 Una odisea del espacio sentí la misma fascinación viendo las naves sobrevolar la Luna...
Cuando te traían los Reyes Magos una maqueta, como regalo de cumpleaños o detalle de un familiar que venía de visita de Pascua en Ramos, es que habías llegado a otro nivel en tu crecimiento. En mi caso, la primera maqueta me la regalo un compañero de colegio en un cumpleaños. Era una maqueta de algo de lo que se hablaba y que para un niño fascinado con la conquista lunar fue un sueño hecho realidad: una maqueta del futuro transbordador espacial. Había visto en la tele algo, un 747 llevando una nave sobre su fuselaje, con cohetes de lanzamiento que era reutilizables, una bodega de carga que permitiría llevar un laboratorio espacial. El futuro, siempre fascinante en la infancia...
Con esa maqueta que me regalaron comenzó una nueva etapa en mi relación con la juguetería. En su escaparate siempre había varias cajas de maquetas, de aviones, barcos y vehículos militares que salían en las películas. Pude montar la maqueta sin grandes complicaciones, por su sencillez, para alguien a quien no fascinaban las clases de manualidades salvo porque era la última clase del último día de la semana escolar y a la salida esperaba todo un fin de semana para jugar...
Mi padre, pensando que era afición incipiente al modelismo lo que sólo era fascinación por todo lo que fuera la conquista del espacio, me acompaño a la juguetería. No soy capaz de describir con palabras el universo que se abrió ante mí cuando de la mano de mi padre bajé a la plata baja del local y de cuya existencia era desconocedor. Toda la planta baja era un templo, una catedral gótica desde mi talla infantil consagrada a las maquetas. Grandes, enormes y supongo que mi padre notó algo porque esa Navidad recibí un circuito de Scalextric. No era el fascinante circuito montado en el bajo con detalles como personal de pista y cuenta vueltas...
Sólo hice tres maquetas, la ya citada del transbordador espacial; un diorama que me tuvo horas para montarlo donde se veía un Jeep estadounidense con todo lujo de pequeños detalles que había que montar y la de un barco ballenero que fue la última. Seguí visitando el escaparate y, ya como cliente, compré los botecitos de pintura y un par de pinceles. A lo largo de los años he visto multitud de maquetas y siempre me he detenido cuando he podido a contemplarlas con deleite, imaginando el proceso de montaje y admirado de quienes tenían verdadera afición, pero nunca me abandona la fascinación de aquel niño, de la memoria de mi pequeña historia dentro de la Historia...
Antón Rendueles

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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