Unas memorias de
Antón Rendueles en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Maquetas
Me
entero tarde, mal y nunca de que ha cerrado un local comercial, una
juguetería de las de toda la vida a estas alturas de la misma. En
realidad era un establecimiento especializado en modelismo y aunque
no soy de los vecinos que conocían a los dueños sí que tengo
relación con el establecimiento desde que era niño...
Mientras
la sociedad encaminaba el rumbo hacia la democracia y asentaba la
misma, atacada por el terrorismo de ETA y añorantes de la dictadura
franquista, el mundo infantil disfrutaba de la sociedad del
bienestar. El piso de mis abuelos estaba a unos cincuenta metros del
local de la juguetería. Siempre tenía cosas magníficas y me
enganchó a ser asiduo del escaparate una caja de una maqueta de las
naves de una serie de televisión, Espacio 1999. Es
el primer recuerdo que tengo de algo que veía en la televisión como
serie. Muchas veces estaba con mis padres o familiares fuera de casa
y yo empezaba a dar la tabarra para que me llevaran a casa. Cuando
llegaba tarde, siempre me paraba en la puerta de una sidrería que
tenía la televisión al fondo del local y podía ver si había
empezado o no. La historia era fascinante, es curioso que lo recuerde
pese a que esa época de recuerdos es una nebulosa, pero recuerdo la
trama: la Luna se salía de la órbita terrestre y vagaba por el
espacio llevando de habitantes a los terrícolas atrapados en la base
lunar. Me fascinaba ver la nave sobrevolar los parajes lunares y sólo
en 2001 Una odisea del espacio sentí
la misma fascinación viendo las naves sobrevolar la Luna...
Cuando
te traían los Reyes Magos una maqueta, como regalo de cumpleaños o
detalle de un familiar que venía de visita de Pascua en Ramos, es que
habías llegado a otro nivel en tu crecimiento. En mi caso, la
primera maqueta me la regalo un compañero de colegio en un
cumpleaños. Era una maqueta de algo de lo que se hablaba y que para
un niño fascinado con la conquista lunar fue un sueño hecho
realidad: una maqueta del futuro transbordador espacial. Había
visto en la tele algo, un 747 llevando una nave sobre su fuselaje,
con cohetes de lanzamiento que era reutilizables, una bodega de carga
que permitiría llevar un laboratorio espacial. El futuro, siempre
fascinante en la infancia...
Con
esa maqueta que me regalaron comenzó una nueva etapa en mi relación
con la juguetería. En su escaparate siempre había varias cajas de
maquetas, de aviones, barcos y vehículos militares que salían en
las películas. Pude montar la maqueta sin grandes complicaciones,
por su sencillez, para alguien a quien no fascinaban las clases de
manualidades salvo porque era la última clase del último día de la
semana escolar y a la salida esperaba todo un fin de semana para
jugar...
Mi
padre, pensando que era afición incipiente al modelismo lo que sólo
era fascinación por todo lo que fuera la conquista del espacio, me
acompaño a la juguetería. No soy capaz de describir con palabras el
universo que se abrió ante mí cuando de la mano de mi padre bajé a
la plata baja del local y de cuya existencia era desconocedor. Toda
la planta baja era un templo, una catedral gótica desde mi talla
infantil consagrada a las maquetas. Grandes, enormes y supongo que mi
padre notó algo porque esa Navidad recibí un circuito de
Scalextric. No era el
fascinante circuito montado en el bajo con detalles como personal de
pista y cuenta vueltas...
Sólo
hice tres maquetas, la ya citada del transbordador espacial; un
diorama que me tuvo horas para montarlo donde se veía un Jeep
estadounidense con todo lujo de pequeños detalles que había que
montar y la de un barco ballenero que fue la última. Seguí
visitando el escaparate y, ya como cliente, compré los botecitos de
pintura y un par de pinceles. A lo largo de los años he visto
multitud de maquetas y siempre me he detenido cuando he podido a
contemplarlas con deleite, imaginando el proceso de montaje y
admirado de quienes tenían verdadera afición, pero nunca me abandona
la fascinación de aquel niño, de la memoria de mi pequeña historia
dentro de la Historia...
Antón
Rendueles
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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