Ha entrado el mes de
febrero con su típica forma extraña de hacer acto de presencia,
después de enero con su Año Nuevo, la noche de reyes y la cuesta
consiguiente...
Pero, lentamente, cae
sobre el asfalto, filtrándose en el alma, esa tenue pero pesada
manta de que es otro día igual al anterior y un mes igual al mes
pasado por efecto de la pandemia. Este febrero, con la incertidumbre
de si será igual el febrero del año que viene, no habrá
carnavaladas por la pandemia del coronavirus...
Queda recordar otros febreros con sus carnavales y que todo semejante tenga que ir enmascarado aumenta la nostalgia de que este febrero no tendrá gentes disfrazadas por las calles, las chirigotas, el ambiente festivo con el anonimato que da ir disfrazado...
De alguna manera la guerra biológica nos obliga a disfrazarnos, unas veces de optimismo ante noticias esperanzadoras, otras de pesimismo ante el aumento de contagios y de fallecidos, alguna vez de escepticismo ante previsiones imprudentes y charlatanerías alternativas, unas cuantas de impotencia al ver que si todas y todos menos una o uno cumplimos las reglas del juego resulta que no sirve de nada el sacrificio...
Yo este febrero me disfrazaré de náufrago, un poco de arena de obra en el suelo de la bañera y agua me bastarán para el atrezo ambiental. Además, al ser mi bañera una isla estaré a salvo del contagio. Tampoco requiere mucho gasto ya que la arena de obra se coge de una ídem, el gasto en agua es mínimo si aprovecho el agua de fregar y en cuanto a ropajes me sirven unas hojas de parra o quedarme en pelota picada, a fin de cuentas es mi jodida isla y no tengo compañía en la misma....
Sin embargo, la pandemia logra que hasta tener fantasías tenga un gusto amargo.
Queda recordar otros febreros con sus carnavales y que todo semejante tenga que ir enmascarado aumenta la nostalgia de que este febrero no tendrá gentes disfrazadas por las calles, las chirigotas, el ambiente festivo con el anonimato que da ir disfrazado...
De alguna manera la guerra biológica nos obliga a disfrazarnos, unas veces de optimismo ante noticias esperanzadoras, otras de pesimismo ante el aumento de contagios y de fallecidos, alguna vez de escepticismo ante previsiones imprudentes y charlatanerías alternativas, unas cuantas de impotencia al ver que si todas y todos menos una o uno cumplimos las reglas del juego resulta que no sirve de nada el sacrificio...
Yo este febrero me disfrazaré de náufrago, un poco de arena de obra en el suelo de la bañera y agua me bastarán para el atrezo ambiental. Además, al ser mi bañera una isla estaré a salvo del contagio. Tampoco requiere mucho gasto ya que la arena de obra se coge de una ídem, el gasto en agua es mínimo si aprovecho el agua de fregar y en cuanto a ropajes me sirven unas hojas de parra o quedarme en pelota picada, a fin de cuentas es mi jodida isla y no tengo compañía en la misma....
Sin embargo, la pandemia logra que hasta tener fantasías tenga un gusto amargo.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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