Cuando tras el recuento
electoral de unas elecciones todo el mundo se muestra contento y
celebra el resultado, lo más seguro es que en realidad ninguno está
satisfecho, que aunque parezca lo mismo no es lo mismo estar contento
que estar satisfecho...
En el trabajo el común de
los mortales tiene jornadas de estar contento y tiene jornadas de
estar satisfecho pero en política no funciona igual por lo que veo
desde el acantilado. Mientras el electorado muestra su descontento
con los votos o quedando en casa, los portavoces se muestran
contentos de los resultados y braman como siempre, como si no hubiera
pasado una cita electoral. Unos lo tienen fácil porque el
enfrentamiento no entiende de resultados ya que si se pierde es culpa
del enemigo y si se gana es la prueba de que hay un enemigo, poco
importa la fábula que lo creó porque el engaño se ha convertido en
verdad tras repetirlo mil veces...
Los otros también están contentos, no podía ser menos, y tratan de acabar con el enfrentamiento pero sin saber cómo no estar enfrentados...
Ni unos ni otros acaban de encontrar la satisfacción, los unos porque sería el fin del negocio y se quedarían sin argumentos que adoctrinar mientras que los otros deberían reconocer que ser oposición no es lo mismo que gestionar, aunque unos y otros son votados para que gestionen y no que se contagien de argumentos minoritarios aunque todos saben que las lealtades del electorado siempre son más firmes que las lealtades hacia los votantes de quienes han sido votados...
Por mi parte, he decidido decretar elecciones en el acantilado para acabar con la dictadura de las gaviotas y sus cagadas. Mi primer paso ha sido crear una plataforma aunque mi intención ha caído en saco roto por parte de la fauna y flora que ni siquiera se han dignado a contestar a mi invitación para que participen del proceso. Las gaviotas no sólo han hecho oídos sordos a mi propuesta y ni se han dignado a entablar una negociación, siguen cagando donde se les antoja pese a mi sensibilidad a su circunstancia especial como aves voladoras desde el punto de vista de quien es animal de estar en el suelo...
Visto lo visto, la plataforma sólo me serviría para coger impulso y tirarme acantilado abajo, disfrutando de las vistas los breves instantes que me proporcione el impulso al lanzarme desde la plataforma. Puedo imaginar los obituarios y las noticias donde informarán de cómo hice una plataforma para suicidarme, sin que nunca supieran que fue creada para un loable esfuerzo de diálogo. La fauna y flora se volverán mudos porque alguien podría señalarles como colaboradores de mi suicidio al no escuchar mis ruegos a dialogar, las gaviotas pasarían del tema, soberbias en su altura y soberanas en su vuelo aunque siempre comen de mis sobras antes que lanzarse a pescar...
Como cantaba el poeta, para qué discutir cómo combatir la pandemia si podemos pelear entre nosotros...
Ya nos mata el coronavirus y sin mancharnos las manos de sangre.
Los otros también están contentos, no podía ser menos, y tratan de acabar con el enfrentamiento pero sin saber cómo no estar enfrentados...
Ni unos ni otros acaban de encontrar la satisfacción, los unos porque sería el fin del negocio y se quedarían sin argumentos que adoctrinar mientras que los otros deberían reconocer que ser oposición no es lo mismo que gestionar, aunque unos y otros son votados para que gestionen y no que se contagien de argumentos minoritarios aunque todos saben que las lealtades del electorado siempre son más firmes que las lealtades hacia los votantes de quienes han sido votados...
Por mi parte, he decidido decretar elecciones en el acantilado para acabar con la dictadura de las gaviotas y sus cagadas. Mi primer paso ha sido crear una plataforma aunque mi intención ha caído en saco roto por parte de la fauna y flora que ni siquiera se han dignado a contestar a mi invitación para que participen del proceso. Las gaviotas no sólo han hecho oídos sordos a mi propuesta y ni se han dignado a entablar una negociación, siguen cagando donde se les antoja pese a mi sensibilidad a su circunstancia especial como aves voladoras desde el punto de vista de quien es animal de estar en el suelo...
Visto lo visto, la plataforma sólo me serviría para coger impulso y tirarme acantilado abajo, disfrutando de las vistas los breves instantes que me proporcione el impulso al lanzarme desde la plataforma. Puedo imaginar los obituarios y las noticias donde informarán de cómo hice una plataforma para suicidarme, sin que nunca supieran que fue creada para un loable esfuerzo de diálogo. La fauna y flora se volverán mudos porque alguien podría señalarles como colaboradores de mi suicidio al no escuchar mis ruegos a dialogar, las gaviotas pasarían del tema, soberbias en su altura y soberanas en su vuelo aunque siempre comen de mis sobras antes que lanzarse a pescar...
Como cantaba el poeta, para qué discutir cómo combatir la pandemia si podemos pelear entre nosotros...
Ya nos mata el coronavirus y sin mancharnos las manos de sangre.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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