Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a la panadería
El viajero mira al cielo de la mañana, gris y espeso como las gotas de lluvia que caen, de ritmo lento y constante, de esa lluvia que parece no ser tal pero te acaba empapando si te paras, piensa el viajero mientras se sube el cuello y emprende el camino a la panadería...
Hay poca gente en la calle como si por fin se hubiera tomado consciencia de la gravedad de la pandemia y su contagio. En la terraza de la cafetería que pilla de paso al viajero hay irreductibles sentados en una de las mesas de la terraza, hay que apoyar a la hostelería, cierto, pero el tiempo no acompaña para sentarse en una terraza, con la humedad y el frío que parece querer regresar tras dos días de tregua...
Mira el viajero la farmacia vecina de la panadería y recuerda las colas cuando comenzó la pandemia a tocar a la puerta, ahora ya no hay colas pero sí en la panadería, dos clientas donde la que es atendida parece no tener prisa y está dando la lengua y la turra a la dependienta que de vez en cuando mira de reojo al viajero que se moja a la puerta; la otra clienta espera dentro su turno, se autoriza un máximo de dos clientes dentro del local gracias a sus dimensiones, pero al viajero la clienta que no deja de hablar con la dependienta comienza a parecerle una auténtica petarda. El viajero ha notado el fenómeno parlanchín en otros establecimientos como el kiosco, comprende el viajero que son tiempos de soledades y nadie con quien hablar para muchos y muchas de sus semejantes sufridores de la pandemia y sus condicionamientos sociales, pero hasta la dependienta parece dar la razón al viajero cuando le mira fugazmente como pidiendo disculpas...
La petarda parlanchina termina por fin la cháchara, que no aminoró pese a percatarse de que el viajero espera bajo la lluvia, que la mira serio cuando se cruzan. El viajero respira aliviado de esperar dentro del local y se recrea en los productos expuestos, aquí unos mujís de apetitosa crema pastelera, allí unos croissants de tentador apetitoso hojaldre, más allá se exponen delcias pasteleras de las que el viajero ignora el nombre pero que le hacen salivar mientras el tenue aroma penetra en sus fosas nasales y le recuerdan al viajero otros pasteles de otros tiempos...
El viajero pide su barra de pan y no puede resistir a solicitar que le despache un par de delicias de hojaldre, las suficientes para saciar su gula pastelera e insuficientes para causarle estragos en forma de colesterol y lorzas, aunque el viajero ya se sintió engordar un par de kilos sólo con el aroma pastelero que inunda el ambiente del local...
El vajero sale con su pan bajo el brazo, cobijándolo en su cuerpo porque ya no dan bolsas y la saca de papel es sensible a las mojaduras porque sigue lloviendo cuando el viajero emprende el camino de regreso...
Pero ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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