Es curioso como pasa el
tiempo, lo digo porque me puse a lo típico de estas calendas como es
felicitar la navidad y desear próspero año nuevo...
Encontrar una imagen
animada apropiada, haber hay a tutiplén y a gusto del usuario,
cierto que la mayoría no vienen en cristiano pero alguna hay. El
problema es cuando me pongo a revisar amistades y contactos, de las
primeras no me sorprende que no me quede nadie, ya sea por causa
natural o artificial. Hay, sin embargo, un puñado que hace eones que
no saludo, de las que tienes en el pensamiento y sin querer ha pasado
el tiempo sin saber nada. Es que da como corte, mandar una
felicitación navideña cuando hace eones que no hay contacto, igual
es mal recibida, igual es bien recibida o caerá en el olvido de la
indiferencia de mandar la felicitación a la papelera...
Crea angustia la cosa, una
disyuntiva elegir felicitar o no. Hay incertidumbre si felicito y hay
otro año por delante para llegar al mismo punto actual sólo que se
habrá sumado otro año sin saber de alguien ni ese alguien de mí,
hasta que una navidad queda descartado enviar nada porque ya no
procede...
Supongo que es inevitable
y puede que pase como cuando te pasas tiempo esperando encontrarte a
alguien que sabes que pulula por la zona y te enteras de sopetón que
hace tiempo que está criando malvas, es verdad que las redes
sociales permiten buscar y localizar, pero lo de felicitar la navidad
es otra cosa y aunque ahora las tarjetas son digitales echo de menos,
nostalgia más bien, buscar una felicitación navideña, escribir
algo y enviarla por correo postal; visto ahora es un coñazo y un
atraso por no hablar de la movilidad y la carestía de la vivienda
que no favorece direcciones postales estables, que para eso está el
móvil y sus aplicaciones de mensajería...
Al menos los Reyes Magos,
sumando a Papá Noel y personajes autóctonos, siguen exigiendo una
carta como dios manda, de papel escrita a mano, mano ilusionada que
escribe como sueña de corazón, echarla en el buzón real y esperar
la respuesta en un despertar mágico tras una noche de magia...
Nunca recibo cartas, esa
es la triste y patética realidad: que nunca pasa el cartero...
Aunque, ahora que lo pienso, tampoco tengo buzón
en el acantilado.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org




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