Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a la máquina
expendedora
El
viajero se para un momento antes de salir del soportal, hace una
tarde-noche muy fresca tirando ya a frío, pero tuvo el viajero
apetencia de devorar unos aperitivos de maíz frito para acompañar la
velada televisiva, ha bajado en chándal y añora no haber puesto un
abrigo...
Debe
recorrer unos metros para llegar a la máquina expendedora, atraviesa
la carretera para atajar porque no viene ningún coche y evita el
pequeño rodeo de la acera, en realidad no hay mucha diferencia entre
una opción u otra, pero da la impresión de que se ataja. Hay dos
máquinas expendedoras, una dedicada a botes de bebida y el otro
ofrece desde chicles a bolsas de aperitivos pasando por chocolatinas
y papel de liar, denotando los gustos de los estudiantes que se
acercan a las máquinas durante la mañana y parte de la tarde, pero
a estas horas de una tarde de frío diciembre las máquinas son dos
escaparates luminosos en la soledad de la noche que avanza dejando
atrás la tarde...
El
viajero echa un vistazo a la máquina expendedora, no recuerda casi
cuando fue la última vez que tiró de máquina expendedora y no
recuerda, obviando las máquinas expendedoras de café en el
hospital, pero de coger algo de comer no tiene ya memoria. Observa el
viajero que las cosas han cambiado, el selector es un teclado y hay
que teclear el número del producto que se desea y luego meter la
moneda, deduce el viajero que tiene un atisbo de duda de si meter
primero el dinero y luego teclear el número del aperitivo. Se decide
por teclear el número primero y a continuación procede a introducir
la moneda de 1€ que cuesta el aperitivo, una bolsita de fritos de
maiz. Al principio el viajero no ve que ocurra nada y mira la bolsita
sujeta por una espiral metálica que de súbito comienza a girar
lentamente a la vez que la bolsita de fritos de maiz comienza a
deslizarse hacia el abismo de las profunidades abisales de la máquina
expendedora, cae sin hacer ruido ni lamento aceptando su destino,
barrunta el viajero que se siente poético al ver la luna. El viajero
ha calculado dónde se ha precipitado la bolsa de fritos de maiz e
introduce el brazo en el cajetín tras apartar la tapa de apertura.
Palpa con la mano las entrañas de la máquina expendedora y nota
inquieto que la bolsa no está en el lugar calculado y el brazo ya
está introducido más allá del codo. Nota el viajero que hay una
pareja de adolescentes que se ha situado detrás suya, sin duda con
la intención de adquirir algo cuando termine el viajero, que nota
sudores fríos, le asaltan pensamientos de que la máquina expendedora
se ha tragado su dinero y su bolsa de fritos de maíz y además hay
cola esperando, invadiéndole una desagradable sensación de agobio
mientras palpa frenéticamente todo el perímetro del interior del
cajón hasta que finalmente logra palpar la bolsa de fritos de
maíz
El
viajero recupera la compostura, la pareja de adolescentes está a lo
suyo y no han sido testigos conscientes del azoramiento del viajero y
sus entuertos con la máquina expendedora. Inicia el camino de
regreso, esta vez va por la acera y no por la calzada, apurando el
paso porque hace un pelete que incita a subir rápido para encontrarse
con el reconfortante calorcito casero. Llega el viajero al portal y
se mete en el ascensor sin perder tiempo y...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org




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