Suplemento
televisivo cutre de The Adversiter
Chronicle
VIAJE AL FONDO DEL MAR
(1961)
(Voyage to the botton of the
sea)
Una
de las magias del cine reside en que las películas son pequeñas
cápsulas del tiempo que nos permiten ver el pasado, sin cometer el
progresista error de ver el pasado con gafas del presente. Si le
sumas que hay personal en prácticas del turno de noche, sólo fue
cuestión de fichar y endilgar a los novatos el mocho, la linterna y
la caja de herramientas para proveernos de birras frías y pistachos
para dirigirnos al despacho del gerente y disfrutar con posterior
tertulia hasta la hora de fichar para salir. Elegimos el visionado de
una encantadora película dirigida por el solvente Irwin Allen que ya
estaba fogueado en películas de aventuras y ciencia ficción de no
muy alto presupuesto y que el año anterior había dirigido la
también recordada El mundo perdido;
firma también el guion junto con Charles Bennett basado en una
historia de autoría del propio director. La, película se nutre de
tres géneros con legión de frikis como son la ciencia-ficción, el
cine de catástrofes y de submarinos...
Reparto
suculento con Walter Pigdeon de almirante científico que va de
enrollado con todo el mundo pero le gusta el ordeno y mando sin
posibilidad de recurso a lo ordenado y mandado. Un Peter Lorre que
atrapa la atención cada vez que aparece en una escena en el papel de
comodoro científico y auténtico escudero del almirante mandón,
encerrándose ambos para hacer sesudos cálculos para evitar y atajar
la catástrofe. Luego está Robert Sterling de atribulado capitán
del submarino siempre incordiado por el almirante y el comodoro que
son quienes dictan las órdenes para congoja del capitán que además
cuenta en la tripulación con su prometida, una contoneante Bárbara
Eden en un rol en principio arquetípico de la época como mujer pero
también oficial tripulante, alivio entre cubiertas del atribulado
capitán y prometido, conocedora de los machos alfa en disputa que
son el capitán y el almirante. Y luego está Joan Fontaine como
observadora que se ve atrapada en el submarino y su misión de salvar
al planeta que además examina el comportamiento del almirante y le
ruca la oreja al atribulado capitán sobre un supuesto desorden
mental del almirante. En realidad es una película coral donde todo
el reparto está soberbio en sus interpretaciones.
Y
una cápsula del tiempo donde se pueden apreciar heraldos del futuro
como el televisor como fuente de noticias al instante, un primitivo
Internet analógico si se quiere porque ya nos dirán como pilla la
señal si el submarino está sumergido bajo los hielos árticos. El
encanto de los efectos especiales, trucas casi que vistas hoy
producen una sensación de candor inocente, pero sigue siendo vistoso
ver el submarino esquivar rocas de hielo. Aunque con aires de Serie
B, se nota la producción de la 20Th Century Fox resultando una
delicia el set de rodaje en el submarino, cierto que más espacioso
de lo que es normal aunque la amplitud era necesaria para los
contoneos de Bárbara Eden, pero es delicioso recorrer el submarino
porque se curraron los decorados y ese ambiente de las películas de
submarinos de la Segunda Guerra Mundial. El argumento es apocalíptico
con un cinturón de radiación que está derritiendo los polos,
iniciándose una carrera contrarreloj antes de que la temperatura
alcance un punto crítico que sería el fin de la humanidad...
Todo
ello un bonito envoltorio donde el bombón está en el guion que
rezuma mordacidad, ironía y un reírse un poco de todo. El rol de la
mujer en un mundo de hombres capaces de solucionar problemas y que
por las mujeres pueden perder las entendederas. Una crítica al autoritarismo
escondido tras un trato paternal y de francachela. Tragedia que es
sacrificio por la patria y la Tierra donde se parte de forma
voluntaria pero obligatoria a la muerte. El submarino tiene una proa
acristalada que llama la atención cuando vemos que es una sala
panorámica de observación de las profundidades y lo del calamar
gigante ya acaba de atraparte, hacerte quitar las gafas del presente
y paladear una película que ves hasta el final casi quedando con
ganas de más, que es lo mejor que se puede decir de una película.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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