Hoy
entrevistamos a un tipo que en épocas de vacas gordas es un rara
avis porque todo el mundo es optimista y no nos gustan los cenizos y
pesimistas. Mas las tornas han cambiado, las democracias se contagian
del populismo de los extremistas a diestras y siniestras, el
totalitarismo bajo distintas banderas y credos coge fuerza a medida
que se debilitan las democracias y ahora el pesimista es visto casi
como un profeta. Palmiro Aguarón es uno de esos tipos pesimistas que
nos puede aclarar algo más sobre este tipo de personas...
-¿Es
lo mismo ser pesimista en época de bonanza que en época de vacas
flacas llenas de pulgas como la que vivimos en este momento?
-Me
alegro de que me haga esa pregunta. Ser pesimista se vive, tender a
ver y juzgar las cosas en su aspecto más negativo es casi una
vocación monacal, sin dejarse hipnotizar por una felicidad ficticia
que se muestra a todos los niveles. Recuerdo la época de inicio de
siglo hasta la crisis del 2008 donde me ofrecían todos los días
grandes negocios, enormes ingresos, infinidad de compras a crédito y
empezar a pagar cuatro meses después, de pedir un crédito para
cambiar el coche y ofrecerme crédito para el coche, un crucero por
el Mediterráneo y hasta una freidora de regalo... ¡Jamás, pero
jamás de los jamases sucumbí a tales cantos de sirena! Yo decía
que algún día se iría todo a tomar por el culo, que mi cuñada no
estaba capacitada para montar una empresa de complementos para las
uñas cuyando no sabe ni pintarlas, y así todo. El del bar pasó de
vender pintas de vino peleón a vino garnacha y ahora que ni hay para
vino peleón se acuerda de cuando le decía que se estaba
aprovechando de las circunstancias nada más y no se su talento como
tabernero, porque su bar era más bien una taberna de piratas en
cualquier islote caribeñó olvidado de la mano de Dios y así todo.
Pues ahora que la cosa es cada día que pasa más jodida, resulta que
no era pesimista y casi soy profeta. Reconforta ver que la sociedad
comienza a diferenciar entre la imagen icónica del pesimista y casi
gafe para ver en realidad mentes preclaras.
-Pero
al fin y al cabo, son ciclos y es fácil cuando todo va bien ser
pesimista. ¿Y ahora que el futuro es denso y oscuro, es igual de
pesimista?
-Esto
no es una bata de quita y pon, permita que le diga. Esto se veía
venir y lo que vendrá será peor, no hay motivos para el optimismo.
La cosa internacional se pondrá con unos patas arriba y el resto
esperando que baje la pata y que no nos pise mucho. La economía sin
comercio se va al garete y repercutirá de forma casi siniestra en
nuestro bolsillo y vida cotidiana. Ser joven será ser carne de
cañón, siempre en el peor de los casos porque el pesimismo no es
lineal y cualquier atisbo de solución no se libra de un pesimismo
casi preventivo podría decirse.
-No
es un objetivo de pesimista dar consejos, pero si piensan en casarse
es mejor que pasen directamente a la luna de miel, si son jubilados
deberían contemplar la opción del suicidio porque siempre es mejor
morir como uno gusta a morirse de asco, si son adolescentes que vayan
recuperando el hábito de jugar a las chapas para cuando nos corten
las comunicaciones y si son de comprar lotería que la pasen por la
chepa de alguien a ver si son afortunados y pueden tomar las de
Villadiego. En realidad el pesimismo es casi una filosofía, yo
cuando encontré mi primer trabajo fue una alegría para mis padres y
yo avisé de que aquello no era lo mío, que no fuera pesimista me
dijeron y ya ve, pesimista me quedé y confieso que no me arrepiento.
-No
niego que pueda haber cierta predisposición genética, pero es una
formación continua desde que se es escolar y te levantas diciendo
que hoy te sacan a decir algo que no sabes. Claro, cuando llegan las
notas y los suspensos se trasciende de ser escolar y es como abrirse
la mente. A mi primera novia le dije que la cosa no podría durar, a
la segunda que la cosa a veces no funciona y espero a la tercera que
puede que sea una arpía mezcla de las otras dos. Quiero decir que
hay una evolución que, irremediablemente, acabará mal. El pesimista
no se basa en aciertos plenos, se basa en hechos y los hechos nos
dicen que acabaremos deshechos.
-No hombre no, una cosa es ser pesimista y otra
gilipollas. Nunca gasto en lotería y sólo juego la que me regalan.
Ser pesimista no es pensar que pasará lo peor, o algo malo, no es
nada de eso. Pero los hechos dan la razón. Pero la gente no queremos
saber, ansiamos conocer el futuro pero no queremos saber nada si no
es bueno, y ahí queda un terreno de nadie que ocupa el pesimismo, no
el pesimismo temporal que a todos nos da alguna vez sino el pesimismo
existencial que, ya digo, es casi una filosofía de vida. Si cuando
tenemos un instante de felicidad dejamos un resquicio al pesimismo
aprenderemos a valorar lo que hay. Pensar en mejorar puede cegar
durante la mejoría, pero pensar en mejorar con dosis de pesimismo
logra una imagen más realista y nítida de pensamiento que nos ayuda
a vivir el presente que es la forja del futuro en la fragua del
pasado.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario