Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
-Europa
después de la Segunda Guerra Mundial-
Autor:
Keith Lowe
Editorial:
Galaxia Gutenberg, S. L.
Traducción:
Irene Cifuentes
Edición:
2012
Solemos tener una visión simplista del final de la
guerra en Europa en 1945 con la derrota del régimen nazi y un
continente devastado. Es además una lectura muy recomendable ahora
que Donald Trump retira su alianza defensiva y alimenta el
imperialismo de la Rusia de Putin obligando a un rearme del
continente porque la guerra se hace posible a corto-medio plazo. La
propuesta de hoy es una mirada a la Europa del día después de la
victoria aliada. En los países oprimidos por Hitler se procede a la
expulsión de la población de origen alemán en una limpieza étnica
que abarca a las minorías en el este de Europa donde los nuevos
gobernantes no admiten a las minorías étnicas. Las dos
superpotencias influyen en la política de los países bajo sus
esferas de influencia, así la URSS controla que los partidos
comunistas se alcen con el poder mientras EEUU hace otro tanto para
que los comunistas no lleguen al poder. Las fuerzas partisanas
proceden tras la victoria a sus propias venganzas y amenazan en
Francia e Italia a los gobiernos constituidos, enfrentándose las
distintas facciones ideológicas unidas por la lucha contra las
fuerzas nazis y ahora en la paz enfrentadas entre sí llegando
incluso a guerras civiles como en Grecia...
Keith
Lowe nació en Londres en 1970. Es uno de los más destacados
historiadores británicos. Es Ampliamente reconocido como una
autoridad en la Segunda Guerra Mundial e interviene a menudo en la
radio y la televisión de Gran Bretaña y Estados Unidos. Es autor de
Inferno: The Devastation
of Hamburg, 1943. Sus
libros han sido traducidos a diez idiomas.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año
de edición pudiendo encontrar más información del autor en
Internet. Y sin más preámbulos, unas breves reseñas que os inciten
a su apasionante lectura:
Una Europa hambrienta...
"Uno
hubiera esperado que la situación alimentaria en Europa se calmara
en cuanto acabara la guerra, pero en muchos lugares en realidad
empeoró.. En los meses inmediatamente posteriores a la declaración
de paz, los aliados lucharon desesperadamente y sin éxito por
alimentar a millones de hambrientos en Europa. Como ya he dicho, al
acabar la guerra la ración diaria normal en Alemania se redujo a
algo más de 1.400 calorías; para septiembre de 1945 ésta disminuyó
todavía más hasta 1.224 calorías en la zona británica de
Alemania, y para el mes de marzo siguiente sólo era de 1.014
calorías. En la zona francesa, la ración se mantuvo así durante
los siguientes seis meses. Las condiciones en el resto de Europa no
eran mucho mejores, y en muchos casos peores. Un año después de que
el sur de Italia fuese liberado, y después de que 100 millones de
dólares en ayuda hubieran circulado por el país, las amas de casa
seguían amotinándose contra los precios de los alimentos en Roma, y
en diciembre de 1944 se celebró una `marcha del hambre´ en protesta
por la escasez. Según un informe de la UNRRA, al final de la guerra
los disturbios por los alimentos continuaban por todo el país. La
ración oficial en Viena rondó las 800 calorías durante la mayor
parte de 1945. La ración para diciembre en Budapest se redujo a tan
sólo 556 calorías al día. La gente de la antigua Prusia Oriental
recurrió a comer perros muertos que encontraban en las cunetas. En
Berlín se veía a los niños recoger hierba de los parques para
comer, y en Nápoles robaron todos los peces tropicales del acuario
para comer. Como consecuencia de la profunda y extendida malnutrición
se produjeron brotes de enfermedades por todo el continente. La
malaria hizo su reaparición en el sur de Europa y lo mismo la
tuberculosis por todas partes. Los casos de pelagra en Rumanía, otra
enfermedad asociada a las privaciones, aumentaron en un 250%. El
problema no era sólo que había una escasez mundial de alimentos,
sino también que los que había no podían distribuirse
adecuadamente. Después de seis años de guerra, la infraestructura
europea de transportes estaba destrozada. Antes de que los alimentos
pudieran viajar eficazmente a las ciudades europeas había que
reconstruir la red de ferrocarriles, arreglar las carreteras y
restablecer el transporte marítimo de mercancías. E igualmente
importante, había que reinstaurar la ley y el orden. En algunas
partes de Europa los suministros de alimentos eran saqueados en cuanto
llegaban, impidiendo a los organismos de ayuda distribuir los víveres
esenciales a los lugares donde más los necesitaban."
Poner orden donde reina el caos...
"Estaba
claro que esa situación no podía continuar. Los aliados no podían
permitir ningún indicio de anarquía detrás de sus líneas, sobre
todo mientras la guerra seguía su curso. Ni los nuevos gobiernos
podían permitir que la población local se tomara la justicia por su
mano porque ello desafiaba su propia autoridad. `El orden público es
una cuestión de vida o muerte´, declaró Charles de Gaulle a su
regreso a París en agosto de 1944. En una emisión radiofónica al
pueblo, insistió en que el Gobierno Provisional se hacía cargo
ahora, y que `absolutamente todas las autoridades interinas deben
cesar´. Los nuevos gobiernos de Europa occidental atacaron el
problema enseguida desde diversos ángulos. En primer lugar,
admitiendo que parte del problema era que la gente no confiaba en la
policía, hicieron lo que pudieron por reforzar la posición de la
fuerza policial como pilar más importante de la ley y el orden. En
algunas zonas, sobre todo en Italia y Grecia, no contaban más que
con la presencia masiva de los Aliados para prestar apoyo. Pero en
otras zonas, afrontaron el problema sin ambages mediante la
depuración de oficiales sospechosos de dicha fuerza. Al cabo de un
año de la liberación de Francia, por ejemplo, uno de cada ocho
policías había sido suspendido, y uno de cada cinco detectives
franceses había perdido su trabajo. Otros países la imitaron: la
depuración de la policía en Noruega y Dinamarca fue igual de
impresionante, aunque tal vez lo fue menos en el resto de Europa
occidental. Lo importante era restablecer la legitimidad d ela
policía para que pudiera hacer frente a las patrullas ciudadanas que
se habían hecho con el control de muchos barrios y ciudades. En
segundo lugar, las nuevas autoridades empezaron a intentar desarmar a
los grupos de antiguos resistentes que estaban cometiendo gran parte
de los actos violentos. A menudo esto era más fácil decirlo que
hacerlo. En parís, por ejemplo, la Milicia Patriótica continuaba
realizando patrullas armadas en franco desafío a las autoridades. En
Valenciennes mantenían enormes depósitos secretos de armas que
comprendían granadas, ametralladoras antiáereas y fusiles
antitanque. En Bruselas, a los miembros del `Ejército Secreto´ les
dieron dos semanas para disolverse, y una manifestación de protesta
degeneró en un disturbio menor, aunque la policía abrió fuego e
hirió a 45 personas. En Italia y Grecia miles de partisanos se
negaban a entregar sus armas por la sencilla razón de que no se
fiaban de las autoridades, quienes aun después del derramamiento de
sangre de la liberación estaban integradas por un sinnúmero de
personas contaminadas por sus relaciones con el anterior régimen."
Rumanía como ejemplo de injerencia soviética en Europa
oriental...
"Con
los últimos vestigios de la oposición por fin neutralizados, los
comunistas eran libres de emprender su verdadero programa: la
estalinización de todo el país. El ataque al pensamiento y la
expresión individual trajo consigo la depuración de profesores, el
cierre de todos los colegios religiosos o extranjeros, la prohibición
de los libros de texto que no fueran comunistas, y la enseñanza
obligatoria de la interpretación de Stalin de los preceptos
marxista-leninistas. A los hijos de la burguesía les negaron la
educación en favor de los hijos de los trabajadores, y algunos
estudiantes fueron expulsados de las escuelas politécnicas porque en
otro tiempo sus abuelos tuvieron casa en propiedad. Las bibliotecas
se limpiaron de todo libro que no estuviera de acuerdo con la visión
estalinista del mundo. El periódico del Partido Comunista `Scînteia´
atacaba a poetas y novelistas, cuyas obras eran censuradas o
prohibidas. La religión estaba especialmente en el punto de mira.
Las iglesias fueron despojadas de sus bienes y el estado se hizo
cargo de sus escuelas. Las autoridades prohibieron los bautismos, las
bodas eclesiásticas y las celebraciones públicas de la Navidad y la
Pascua, y los miembros del Partido Comunista recibieron la orden de
no asistir a ningún servicio de la iglesia. La Iglesia católica fue
puesta bajo el control de un nuevo `Comité de Acción Católica´ y
aquellos que no aprobaban las sentencias del comité eran arrestados.
La Iglesia ortodoxa fue depurada, y llenaron su jerarquía de
miembros del Partido Comunista y otros simpatizantes del régimen. La
Iglesia uniate, que tenía más o menos 1,5 millones de fieles, fue
obligada a fusionarse con la Ortodoxa bajo el control del estado.
Cuando los sacerdotes uniates se negaron a admitir este secuestro de
sus creencias religiosas, fueron arrestados en masa. En noviembre de
1948 cerca de 600 sacerdotes uniates fueron detenidos. Algunos
sacerdotes y obispos de las tres religiones fueron asesinados o
murieron a consecuencia de las torturas. La supresión de la libertad
de expresión vino acompañada de un brusco viraje hacia la
centralización y la abolición de la propiedad privada. Todo, desde
el transporte, la industria, la minería hasta los seguros y la
banca, fue nacionalizado: sólo en 1950, el estado tomó el control
de 1.060 importantes empresas, que representaban el 90% de la
producción industrial de todo el país. En el proceso se destruyeron
mecanismos de mercado, casi desaparecieron los pequeños negocios, y
la economía fue esclavizada por una `Comisión de Planificación
Estatal´ y un `Plan Quinquenal´ estalinista."
Lectura muy recomendable ahora que al albur del
populismo y la crisis tanto el fascismo como el comunismo vuelven por
sus fueros, un totalitarismo que llevó a una guerra mundial que
configuró el mundo que ahora se reconfigura con una Europa obligada
al rearme sin que la sociedad europea parezca muy consciente de lo
que significa. Olvidar la historia condena a repetirla y este siglo
XXI comienza a parecerse demasiado al siglo XX con la diferencia del avance
tecnológico que permite al totalitarismo convencer de sus tesis para
ser una opción democrática que acabe con la democracia. Hay que
recordar cómo quedó Europa para mantener la memoria viva de quienes van
desapareciendo como testigos por ley de vida y ya no pueden rebatir
las mentiras de quienes tratan de alterar lo ocurrido para volver a
repetirlo una vez alcanzado el poder...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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