Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
-El
político en una época de decadencia-
Autor:
John H. Elliot
Editorial:
CRÍTICA S. L.
Traducción:
Teófilo de Lozoya
Edición:
2012
La
propuesta de hoy es una deliciosa biografía de una figura
desconocida para el gran público que dirigió los asuntos de la
política española en una época crucial que marcó la decadencia de
España como potencia europea, con sus distintos reinos sostenidos en
su mayor parte por Castilla que ya mostraba síntomas de
agotamiento, los reinos peninsulares negando su cuota de
participación en hombres de armas e impuestos, con una Francia que
comenzaba su ápoca de esplendor tomando el relevo de España como
potencia europea y las provincias protestantes desafiando el poderío
naval español y portugués interfiriendo el comercio con las indias
y ocupando zonas de Brasil. De la mano del autor nos sumergimos en la
época de Olivares de forma amena, ágil estilo narrativo y la
emoción de los acontecimientos y los hechos que atrapan en su
lectura despertando fascinación lectora que logra que se lea de un
tirón, logro reconocido y que hace que el interés en la lectura no
decaiga en ningún momento...
John
H. Elliott (Reading1930, Londres 2022) maestro de hispanistas y
Premio Príncipe de Asturias en 1996, ha enseñado, a lo largo de su
dilatada carrera académica, en el Trinity College de Cambridge, en
el King´s College de la Universidad de Londres, en el Institute for
Advanced Study de Princeton y en la Universidad de Oxford, de la que
fue Regius Professor
desde 1990 hasta su jubilación en 1997.
Contraportada
parca en datos y en Internet podréis encontrar más información del
autor, yo sin más verborrea os dejo unas breves reseñas que os
inciten a su apasionante lectura:
Un
joven Olivares consigue un cargo en la corte...
"Aunque
no habrían faltado razones para temer la influencia que sobre el
joven heredero al trono pudiera ejercer un personaje tan dominante,
era de suponer que a Felipe III le aguardaban todavía muchos años
de reinado y, en cualquier caso, don Gaspar no era una personalidad
demasiado seductora. Robusto y achaparrado, con una nariz prominente,
negros bigotes y una barba recortada, su aspecto externo distaba
mucho de resultar atrayente. Efectivamente, el torso y los hombros
exagerados le daban el aspecto de un jorobado; tal vez ya por
entonces hacía aquellos movimientos involuntarios y repentinos de
cabeza, manos y piernas que luego observarían quienes le conocieron
y que acaso revelaban una dolencia epiléptica hereditaria. Aunque
era un gran jinete, su salud nunca fue buena -como tantos otros
miembros de la nobleza española probablemente estaba afectado de
sífilis-, e incluso podría dudarse de su salud mental. A finales de
la década de 1630, se alegó que siendo niño había sufrido épocas
de trastornos mentales, pero resulta difícil saber si estos
comentarios no eran más que habladurías maliciosas de sus enemigos.
Sin embargo, a sus contemporáneos les chocaban sus repentinos
cambios de humor, en los que alternaba una excesiva blandura con
violentos arranques de cólera. Asimismo, los periodos de euforia se
alternaban con momentos de profunda depresión, en los que pedía que
le dejaran enterrarse en cualquier lugar apartado y que le olvidara
todo el mundo. Pero es posible que todo esto no fuesen más que las
reacciones de un hombre de estado sometido a una gran presión; y si,
como al parecer opinaban sus contemporáneos, la personalidad de
Olivares tenía algo de extravagante, da la impresión que logró
desarrollar una fuerte disciplina interna que lo ayudó a ocultar sus
emociones y mantenerlas bajo férreo control."
Los
envíos de plata desde las Indias...
"
El descenso de los envíos de plata de las Indias y la decadencia
general del comercio español en América habían dado pie durante
los dos últimos años a muchos debates, y habían provocado una
lluvia de memoriales y proyectos sobre el asunto. Aparte de los
cambios fundamentales de la demanda producidos en el mercado
americano, que -como argumentaba López Pereira en uno de sus
memoriales- tenía un exceso de existencias, todo el mundo sabía que
era este un comercio dominado por el fraude a gran escala. Esta
situación se daba tanto en el envío de mercancías con destino a
las Indias, que, para evitar el pago de aranceles, apenas eran
consignadas en la documentación presentada a las autoridades, como
en el comercio de metales preciosos y demás bienes que se cargaban
con destino a Sevilla. Según un informe confidencial presentado al
Consejo de Estado en 1617, cuando la flota que regresaba de América
fondeaba en Sanlúcar, se sacaban de los galeones durante la noche
grandes cantidades de plata no declarada y se trasladaban en szecreto
a bordo de otros barcos procedentes del norte de Europa que esperaban
a las afueras del puerto, cargados con más plata traída de Sevilla
a Sanlúcar so pretexto de pagar las mercancías importadas. La
organización del comercio con las Indias se hallaba en manos de una
asociación de mercaderes que lo monopolizaba, el Consulado de
Sevilla, acusado por la Casa de Contratación (que supervisaba para
la corona el comercio con América) de ser en gran medida responsable
de estos fraudes. Lo cierto, sin embargo, es que el fraude y la
corrupción alcanzaban a todos los estamentos, desde los oficiales de
la Casa de Contratación a los del propio Consejo de Indias."
Olivares
y un Felipe IV que busca su espacio como Rey...
"El
17 de junio de 1629, Olivares presentó al rey una serie de preguntas
relativas a asuntos políticos de capital importancia, solicitando a
Felipe que escribiera sus respuestas al margen. El resultado de ello
constituye uno de los pocos documentos que se nos han conservado en
los que se levanta el velo que cubre las relaciones de trabajo
existentes entre el rey y su ministro, aunque no queda claro si el
formato de preguntas-respuestas que presenta constituía el método
normal de comunicarse que tenían, o si esa forma reflejaba alguna
nueva tensión momentánea en sus relaciones. No cabe duda que se veían menos que durante los primeros años del reinado, en parte al
menos porque Olivares había delegado su oficio de sumiller de corps
en su yerno, Medina de las Torres, en 1626. No obstante, en una carta
escrita al conde de Castro en agosto de 1629, Olivares se quejaba de
la, increíble obstinación del rey y decía de sí mismo `estar de
tres años tan retirado de su persona y de todas las cosas de gusto,
que de estas totalmente no sé nada, y la asistencia el día que más
es de un cuarto de hora´. ¿Hemos de creer realmente estas
afirmaciones? Castro se hallaba en Viena como delegado especial ante
el Emperador, y Olivares no tenía nada que perder haciendo hincapié
en su falta de influencia ante el rey en unos momentos en los que las
relaciones que mantenían Viena y Madrid eran bastante tensas, debido
a la aparente renuencia de Felipe a dejar que la reina de Hungría
emprendiera su viaje a Austria. Pero también es del todo plausible
la hipótesis de que un rey de veintipocos años que con tanta
frecuencia había tenido que oír que debía tomar las riendas del
gobierno, intentara, aunque fuera de manera vacilante, poner cierta
distancia entre su persona y la de un privado cuya ayuda al mismo
tiempo necesitaba y resentía."
Guerra
con Francia...
"Según
parece, el conde-duque no albergaba la menor duda de la necesidad de
la guerra con Francia, y de que, efectivamente, no había manera de
evitarla, del mismo modo que tampoco le cabía ninguna duda de la
lealtad innata de los vasallos castellanos del rey y de sus
cualidades marciales. La nación, decía al Consejo, había sido
siempre fiel a su rey; y, a pesar de la `crianza tan extravagante de
nuestra juventud, me pongo de parte della y de la nación´. El
problema radicaba en cómo explotar esa lealtad y en cómo emplearla
de la manera más ventajosa. Castilla podía hacer mucho, pero no
podía hacerlo todo, y había quienes aducían que lo que ahora se le
pedía era hacer lo imposible. En particular, el íntimo amigo y
confidente del conde-duque, el conde Humanes, se sentía claramente
incómodo. Menos de tres meses antes de morir en otoño de 1635,
escribió un curioso documento en el que trataba los problemas de la
monarquía, que, a su juicio, se veía actualmente en un estado tan
lamentable por su persistente determinación de aferrarse a Flandes y
Milán. El remedio que proponía era abandonar los Países Bajos
españoles y emplear cinco o seis millones de ducados anuales que
pudieran ahorrarse de ese modo en mejorar las defensas de España y
las Indias. Abogaba también porque se cediera al cardenal-infante,
en calidad de ducado independiente, Milán, cuyo principal valor para
la corona consistía en servir de base militar para el envío de
tropas a los Países Bajos. La monarquía, reducida así a España,
las Indias, Nápoles y Sicilia, resultaría más fácil de defender,
y el rey sería en realidad más poderoso de lo que era en la
actualidad. Este proyecto de retirada y reducción de gastos no hizo
mella, que se sepa, en las ideas del conde-duque."
Dificultades
financieras en 1642...
"Las
consecuencias de la falta de plata -y de confianza- resultaban
dolorosamente visibles. El 23 de abril, el embajador de Venecia
comunicaba que, durante los últimos nueve días, desde que se había
tenido noticia por segura la marcha del rey, el premio de la plata
por vellón había subido en un 50 por 100 y se hallaba ya con el 300
por 100 o más. Una de las consecuencias de la vertiginosa caída del
valor del vellón era que los precios de las mercancías que había
en las tiendas eran completamente arbitrarios, con lo que la miseria
se generalizaba. Según el anterior despacho del embajador de
Venecia, fechado el 16 de abril, el clero denunciaba al gobierno
desde los púlpitos y Madrid y Sevilla se hallaban al borde de la
sublevación. La nobleza, la mayoría de cuyas rentas provenía de
los cobros de sus censos, juros y demás instrumentos de crédito, se
hallaba empobrecida hasta la desesperación, y el rey no podía sacar
partido de sus rentas en Castilla, pues los contribuyentes pagaban
en vellón. El cambio de planes producido cuando Felipe salió de
Aranjuez el 23 de mayo constituye también un indicio de las
dificultades que entrañaba la financiación del viaje. Su primer
destino no era ya Valencia, donde habría tenido que pagarlo todo en
plata, sino la ciudad castellana de Cuenca, aún, por fortuna, dentro
del reino de vellón."
Muerte
del rival francés de Olivares...
"Aquel
`solo accidente´ acaso hubiera ocurrido ya. Al parecer, la noticia
definitiva de la muerte del cardenal Richelieu, acaecida en París el
4 de diciembre de 1642, no llegó a Madrid hasta primeros de enero.
El día 10, el conde-duque recibía una carta de don Francisco de
Melo, escrita en Bruselas el 11 de diciembre, en la que confirmaba el
fallecimiento y se valoraban las repercusiones que ello podía tener
para España. A juicio de Melo, los esfuerzos bélicos de Francia se
debilitarían, pues el sucesor del cardenal, Mazzarino, `es agudo
estadista, pero ni puede mandar con autoridad ni tiene la vehemencia
y violencia del Cardenal para seguir el curso que había empezado´.
Para colmo, Luis XIII se hallaba alicaído y no había de vivir
mucho. Todo ello había de mejorar las perspectivas de paz. El
conde-duque coincidía por entero con estas apreciaciones. En el que
acaso fuera su último escrito de Estado, redactado el 10 de enero y
debatido ese mismo día en el Consejo de Estado, incitaba a sus
colegas, ante las noticias recibidas de Francia, a que reflexionaran
sobre la grave situación en la que se hallaba la propia monarquía.
Era el momento de hacer todo lo posible para conseguir un tratado de
paz, aunque fuera a costa de `indignidad expresa´. El Consejo de
Estado, constatando que los pueblos de ambos países anhelaban que
llegara al fin la paz, se mostraron enteramente de acuerdo con
Olivares, acaso por última vez."
Pequeñas
gotas del mar de una época y un personaje apasionantes y
desconocidos que aportan luz a problemas actuales aunque pueda
parecer una época y hechos desfasados. Ideal para amantes de la
Historia, mentes inquietas por saber del pasado y en lectura de turno
de noche tranquilo, estancias hospitalarias y días de asueto por
ajustes en la plantilla. Un libro apasionante que se devora atrapados
en el estilo único de John H. Elliot que te atrapa desde el inicio e
imprescindible para conocer ese periodo histórico que reconfiguró
los equilibrios en Europa y marcó el declive del dominio español en
el continente.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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