The Adversiter Chronicle

miércoles, 10 de mayo de 2023

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina

Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina 
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

GALLETITAS SALADAS REDONDAS

Hoy tratamos de un alimento que despierta nuestro apetito aún sin estar hambrientos, con millones de consumidores compulsivos y parte de la dieta de otros tantos. Incapacidad de comer sólo una y acabar devorando medio tarro es inevitable. Y ahora en tiempos de penurias inflacionistas en la cesta de la compra puede ser una alternativa de los alimentos que dejamos de consumir. Son también las galletitas saladas un básico de comidas y cenas a base de picoteo y permiten además una amplia variedad de presentaciones como base de paté, por citar un ejemplo. Nadie mejor que nuestro querido profesor para aclararnos cuestiones relativas a las galletitas saladas...

-Alimento en apariencia sencillo y simple pero lleno de matices...

-Una galletita salada no deja de ser una galleta que no es otra cosa que pasta de harina, azúcar y otras substancias, cocida al horno bajo distintas formas y de tamaño pequeño. Estamos, por tanto, ante un alimento habitual de nuestra dieta y la galletita salada no es más que una variante, de forma redonda y tamaño minúsculo en comparación a sus hermanas mayores de desayuno. Es además una variante apta para servir de complemento con otro alimento que se unta sobre la galletita salada que nos permite desarrollar nuestra creatividad con presentaciones variadas. No hay que olvidar que para nuestro subconsciente la galletita salada despierta ecos de la infancia, su pequeño tamaño nos quita cortapisas de no comer fuera de hora y ponerse a comer galletitas saladas es ver la vida como algo bello.

-¿Se puede incorporar a la dieta habitual como sustitutivo de otros alimentos?

-Es una cuestión de poder adquisitivo para la cesta de la compra. Una lata de paté servido untado en galletita salada, aguacate, un alegre mejillón de lata y cualquier otra cosa que se nos ocurra, logra que nos sintamos comiendo un pequeño manjar. El problema es que las galletitas saladas, independientemente del unto, acaban saciando como elemento de dieta habitual y puede provocar una reacción de hartazgo que perdura años. Sustituir carnes y pescados por su alto precio con la inflación es factible pero exigirá una ingesta generosa y generosidad a la hora de la evacuación intestinal. Y si bien sacian consumidas con unto, al final nos dejan una sensación deprimente, hartazgo temporal que puede ir acompañado de náuseas y la sentencia inamovible de que cualquier filete o sardina es mejor que devorar en la dieta galletitas saladas por mucho unto que se les unten. Pero como alimento alternativo y en su justa medida sí que pueden servir de complemento a la dieta habitual, regocijándonos en sus sensaciones placenteras al paladar y recuerdos placenteros de antaño cuando siendo infancia paladeábamos cada galletita salada como si fuera la última y comíamos hasta la última sin remordimientos estéticos de adultos.

-Algo de razón tiene porque a lo tonto a lo tonto me he tragado más de medio recipiente...

-Analizamos el formato de envase de 350 gramos que es el más habitual en las alacenas y vemos que 100 gramos aportan 468 kilo calorías, lo cual no es ni mucho ni poco estando sano, son generosas en grasas y no se quedan cortas en las saturadas, unos buenos hidratos de carbono, algo de fibra alimentaria sin faltar proteínas y, por supuesto, sal. Este formato de envasado nos da para catorce raciones de 25 gramos cada una y hay que sumar los valores del unto que las acompaña si así se tercia. Es un factor de riesgo el carácter adictivo de su consumo donde la simple fuerza de voluntad no basta para evitar una ingesta compulsiva hasta devorar todo el envase como acaba de hacer usted.

-Sólo quería probar una, hacía décadas que no comía una buena galletita salada con este afán...

-Hay estudios, nada clínicos, que muestran que el instinto de devorar galletitas saladas se mantiene aletargado y puede despertarse en cualquier momento de la vida del consumidor. Porque es raro el día o la semana que por alguna u otra razón no comamos una galletita salada, pero encontrarse a solas y de frente a un bote de galletitas saladas nos transforma, saca nuestros instintos devoradores y resulta inevitable acabar comiendo compulsivamente galletitas saladas. No obstante, siempre
conviene tener reserva en casa de galletitas saladas, si no están a la vista se puede no caer en la tentación y lo mismo calman al bebé que al anciano. Imprescindible en pincheos y saraos cutres en casa. Pero el mejor consejo para no caer en la tentación y la ingesta compulsiva es que no estén a la vista en la vida diaria. Es mejor no mirar los ingredientes siguiendo el axioma de que ojos que no ven, estómago que no se resiente, porque encontramos desde harina a metabisulfito de sodio pasando por ácido de amonio e incluso trazas de mostaza. Es por tanto un alimento de elaboración industrial con todas las características del mismo, a lo que estamos habituados desde el siglo pasado en nuestra dieta. Y una galletita salada siempre alegra el día por unos instantes con lo que tiene hasta propiedades terapéuticas en nuestra psique.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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