"El sermón de la pradera", por el padre I. N. Mundicia
Una sección del
padre I. N. Mundicia en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Comuniones y rogativa
procesional para que llueva en la parroquia
El próximo domingo celebramos la comunión de los niños
y niñas en edad para ello y creo necesario hacer una puntualización
y esta puntualización que quiero puntualizar no es otra que la
relativa al vestuario de los adultos que acompañan a niños y niñas.
No se admite que las mujeres vistan a medio vestir enseñando el
sujetador, aunque sea sólo una cazuela del mismo. El recato es una
virtud amén de una obligación. Tampoco se tolerará el travestismo,
Aurelio sigue siendo Aurelio aunque ahora vista de señora y se haga
llamar Eulalia. Nadie se cree su cambio de sexo porque sigue tan
putero como siempre y es un burdo ardid para no pagar la pensión a
su esposa. No emponzoñar la fiesta del domingo con trifulcas
domésticas que no son incumbencia de la Iglesia.
Los niños irán de marineritos y las niñas de novia,
nada de ropajes de influencia hereje y protestante por muy surferos
que sean los progenitores, que tiene redaños ser surfero en tierras
de secano y la tabla de surf queda muy molona en el techo del coche y
nada de ello justifica una excepción para recibir el sacramento de
la comunión en gayumbos y camisas floreadas. Se rechaza la petición
de Evaristo para ornamentar la iglesia con flores y adornos acordes a
la ceremonia. Su colmado es una desleal competencia a la tienda
parroquial y, aunque el proveedor sea el mismo, su política de
precios es hasta sospechosa. La tienda parroquial es fundamental en
la vida social de la parroquia y única autorizada para la venta de
productos oficiales y de oficio. Acusar de monopolio y la política
voluntaria pero obligatoria de que la feligresía entregue lo
adquirido, una vez finalizada su función, para ser reciclado y
vuelto a poner a la venta no es rapiña, es ser conscientes de que
hay que cuidar nuestro entorno y eso incluye a la naturaleza y a la
parroquia, incluyendo mi persona. Celebremos el domingo sin
intromisiones electoralistas y todos vestidos y vestidas como mandan
los cánones y con complementos oficiales adquiridos en la tienda
parroquial.
Sufrimos en la parroquia una sequía galopante que
afecta al huerto parroquial y ha echado a perder las lechugas,
tomates, pimientos, cebollín y perejil que con mimo y ternura
cultiva el párroco auxiliar, padre Genaro. Por ello, y hasta que
vuelva a llover, se sacará de rogativa procesional a San Cucufato,
debidamente engalanado, de siete a ocho de la tarde. Me produce pena
ver como se confía en cachivaches que orbitan la tierra, augurios de
hombres del tiempo e incluso la tecnología para tratar de meter mano
en asuntos que no son terrenales ni de nuestra incumbencia como es el
tiempo meteorológico y que sólo incumbe al Señor. El único
bálsamo a la sequía es el rezo, con devoción y solemnidad, que nos
valga para pedir clemencia y que se acabe la sequía. Esas zarandajas
de que no se invierten los caudales de la parroquia en la traída del
agua y que el huerto tiene sequía mientras que los que riegan por la
conducción de agua están perfectamente, sólo esconde vuestro
absentismo religioso y de obligación con la parroquia. No es
tacañería, es fe pedazo de acémilas, es fe. Así que todos de
forma voluntaria pero obligatoria a procesionar a partir del lunes.
AMEN
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
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