ENCONTRARSE UN FAMILIAR
CON QUIEN HACE AÑOS QUE NO TE HABLAS
Hoy abordaré una
compostura del postureo de apariencia simple y que en realidad es muy
complicada. Todas las composturas de postureo por encuentros con
personas que hace años con las que no intercambiamos palabra ni
saludo merecen ser tratadas por separado, no es lo mismo el vecino en
vertical que el vecino en horizontal, o compañeros de estudios,
composturas del postureo todas ellas con sus propiedades únicas.
Someramente, estos encuentros con no familiares suelen solventarse
cambiando de acera, evitar la mirada girando la vista o hacer que nos
atamos los cordones aunque vayamos en sandalias. Con los familiares
la cosa se complica y la compostura del postureo en estos casos
requiere de flexibilidad y reflejos para reaccionar.
Hay toda una jerarquía no
escrita en las relaciones familiares y quien más y quien menos tiene
un familiar con el que hace años que no intercambia palabra. En caso
de cuñados y cuñadas que ya no lo son de facto ya depende de la
empatía de los mismos hacia nuestra persona, las farras entre
cuñados que ya sólo lo son de nombre son legendarias y de la misma
forma los odios pueden ser acérrimos. Con cuñadas la cosa cambia
por el factor erótico festivo del morbo y no son pocas las parejas
de amantes que antes han sido cuñado u cuñada. Me centraré en el
arquetipo del familiar que lo es político pero que durante el
matrimonio fue un miembro más de la familia y perduró tras la
separación y/o divorcio y que por circunstancias de repente se
pierde el contacto durante largo lapso de tiempo, más de una década
por ejemplo. Durante el citado lapso de tiempo es posible recibir
noticia suyas por terceros aunque lo habitual es que si no se pulula
por donde sabemos que pulula, el encuentro fortuito que provoca la
compostura del postureo es inevitable porque al igual que cuando se
juega a la misma combinación siempre, cada año que pasa sin tocar aumenta la probabilidad estadística de que toque, pues lo mismo con
el familiar al que no hablamos desde hace años. Llegados a este punto hay
que dejar fuera de la compostura del postureo el tema de odios y
pendencias que provocan anómalas composturas del postureo que suelen
acabar a hostias y garrotazos sin olvidar los populares machetes y
pistolas de fogueo modificadas para disparar munición real. Hablo
del encuentro fortuito civilizado y educado, donde la sorpresa de
toparnos de frente, sin escapatoria y el fundamental detalle de que
el familiar es quien se detiene y da pie al reencuentro verbal,
siempre provoca el inevitable umbral de incertidumbre y decidir que
compostura del postureo adoptar. El abanico de opciones de la
compostura del postureo comienza con la simple de girar el cuello y
seguir a lo nuestro ignorando al familiar. Otra es responder al
saludo y salir galgueando mientras decimos, sin detenernos, que
llegamos tarde. Finalmente queda la más habitual de saludarse, un
medio abrazo u pasar el brazo por la chepa proporciona sensación de
familiaridad nunca perdida que despierta la empatía y espanta los
miedos del familiar al rechazo. Aquí llega el momento de una
compostura del postureo campechana, borbónica si se quiere, donde
invitar a un café, a charlar mientras se camina un trecho son
recursos que rompen las reticencias residuales. También exige esta
compostura del postureo de ser comprensivo con el detallado catálogo
de dolencias que aquejan al familiar, dejando que hable sin mostrar
falsa comprensión, un escucha atento y que refleja preocupación
ante la lista casi inagotable. La compostura del postureo vuelve a
variar en el momento de la despedida, hemos de evitar que nos pida
que se acompañe a la compra o prolongar más tiempo del necesario la
cháchara. Son inevitables intercambios de número de teléfono y las
inevitables promesas de quedar un día o llamarse cuando ambas partes
saben cuando se dice por educación. Sea cómo sea, esta compostura
del postureo, que es variable y por tanto compleja, no requiere
especial atención y ya digo que muchas veces las composturas del
postureo se limitan a mirar a otro lado. El peligro, debo recalcar,
es si el familiar logra embarcarnos y acaparar nuestro tiempo y que
se pueda llegar a reproches, una compostura del postureo de paz y
amor, dejando que fluya, nos hace educados amén de civilizados en la
compostura del postureo.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
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