The Adversiter Chronicle

martes, 16 de mayo de 2023

"COMPOSTURA DEL POSTUREO", por Alí Kate

ENCONTRARSE UN FAMILIAR CON QUIEN HACE AÑOS QUE NO TE HABLAS

Hoy abordaré una compostura del postureo de apariencia simple y que en realidad es muy complicada. Todas las composturas de postureo por encuentros con personas que hace años con las que no intercambiamos palabra ni saludo merecen ser tratadas por separado, no es lo mismo el vecino en vertical que el vecino en horizontal, o compañeros de estudios, composturas del postureo todas ellas con sus propiedades únicas. Someramente, estos encuentros con no familiares suelen solventarse cambiando de acera, evitar la mirada girando la vista o hacer que nos atamos los cordones aunque vayamos en sandalias. Con los familiares la cosa se complica y la compostura del postureo en estos casos requiere de flexibilidad y reflejos para reaccionar.
Hay toda una jerarquía no escrita en las relaciones familiares y quien más y quien menos tiene un familiar con el que hace años que no intercambia palabra. En caso de cuñados y cuñadas que ya no lo son de facto ya depende de la empatía de los mismos hacia nuestra persona, las farras entre cuñados que ya sólo lo son de nombre son legendarias y de la misma forma los odios pueden ser acérrimos. Con cuñadas la cosa cambia por el factor erótico festivo del morbo y no son pocas las parejas de amantes que antes han sido cuñado u cuñada. Me centraré en el arquetipo del familiar que lo es político pero que durante el matrimonio fue un miembro más de la familia y perduró tras la separación y/o divorcio y que por circunstancias de repente se pierde el contacto durante largo lapso de tiempo, más de una década por ejemplo. Durante el citado lapso de tiempo es posible recibir noticia suyas por terceros aunque lo habitual es que si no se pulula por donde sabemos que pulula, el encuentro fortuito que provoca la compostura del postureo es inevitable porque al igual que cuando se juega a la misma combinación siempre, cada año que pasa sin tocar aumenta la probabilidad estadística de que toque, pues lo mismo con el familiar al que no hablamos desde hace años. Llegados a este punto hay que dejar fuera de la compostura del postureo el tema de odios y pendencias que provocan anómalas composturas del postureo que suelen acabar a hostias y garrotazos sin olvidar los populares machetes y pistolas de fogueo modificadas para disparar munición real. Hablo del encuentro fortuito civilizado y educado, donde la sorpresa de toparnos de frente, sin escapatoria y el fundamental detalle de que el familiar es quien se detiene y da pie al reencuentro verbal, siempre provoca el inevitable umbral de incertidumbre y decidir que compostura del postureo adoptar. El abanico de opciones de la compostura del postureo comienza con la simple de girar el cuello y seguir a lo nuestro ignorando al familiar. Otra es responder al saludo y salir galgueando mientras decimos, sin detenernos, que llegamos tarde. Finalmente queda la más habitual de saludarse, un medio abrazo u pasar el brazo por la chepa proporciona sensación de familiaridad nunca perdida que despierta la empatía y espanta los miedos del familiar al rechazo. Aquí llega el momento de una compostura del postureo campechana, borbónica si se quiere, donde invitar a un café, a charlar mientras se camina un trecho son recursos que rompen las reticencias residuales. También exige esta compostura del postureo de ser comprensivo con el detallado catálogo de dolencias que aquejan al familiar, dejando que hable sin mostrar falsa comprensión, un escucha atento y que refleja preocupación ante la lista casi inagotable. La compostura del postureo vuelve a variar en el momento de la despedida, hemos de evitar que nos pida que se acompañe a la compra o prolongar más tiempo del necesario la cháchara. Son inevitables intercambios de número de teléfono y las inevitables promesas de quedar un día o llamarse cuando ambas partes saben cuando se dice por educación. Sea cómo sea, esta compostura del postureo, que es variable y por tanto compleja, no requiere especial atención y ya digo que muchas veces las composturas del postureo se limitan a mirar a otro lado. El peligro, debo recalcar, es si el familiar logra embarcarnos y acaparar nuestro tiempo y que se pueda llegar a reproches, una compostura del postureo de paz y amor, dejando que fluya, nos hace educados amén de civilizados en la compostura del postureo.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

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