The Adversiter Chronicle

viernes, 27 de enero de 2023

"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre

Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle

Viaje, invitado, a comer de restaurante

El viajero se baja del coche y observa el bello paraje rural de las afueras de la ciudad, aunque cada vez forme más parte de los interiores de la misma, pero el aparcamiento es una explanada que se va viendo poco a poco cercada por construcciones de vivienda. Pero el aire, la luz y el entorno engaña a los sentidos y se siente como una zona rural. La compañía del viajero le habló durante el trayecto de sus recuerdos del sitio, una antiguo lagar donde se servían platos. Ha pasado mucho tiempo, barruntaba el viajero mientras escuchaba los recuerdos del lugar...
El viajero y su compaña observan la edificación del lagar, y se percatan de que el restaurante se encuentra en un edificio anexo. Tiene pinta de sitio fino, lejos de los garitos donde suele comer el viajero, menús del día para trabajadores, pensionistas y, como el viajero, quienes comen fuera de la rutina habitual. Este garito no tiene nada que ver, puerta de buen ver, al entrar se nota trajín del personal muy coquetamente uniformado y en las mesas abundan las corbatas y gentes de profesiones liberales que libran de currar en andamios, zanjas o puestos de conductor. Viajero y compaña sorprendidos del nivel, pero ya dentro del local sin lugar a recular, solicitan una mesa. El empleado se acerca a un libro a ver si hay mesa libre, aunque el local no parece tan grande para tener libro de registro de mesas y el viajero se siente en una de esas escenas que ha visto en películas y se ríe para sus adentros...
Otorgan al viajero y su compaña una pequeña mesa para dos comensales. Es un comedor pequeño, sigue razonando cabezonamente el viajero, para tanta parafernalia pero se ve que la clientela disfruta de la comida, tal vez el viajero se siente un poco fuera de lugar y le dan ganas de salir fuera del mismo cuando inocentemente, casi inocencia virginal de primavera, abre la carta y la vista se va con instinto de pocos ingresos a los precios. Compaña y viajero acuerdan pedir un par de cosas, nada extravagante ni exótico, algo que gusta y se come pocas veces en casa y que siempre resulta agradable comer fuera. De bebida piden Rioja, no un vino sibarita, un Rioja conocido y agradable al paladar, aunque el viajero prefiere no mirar la tarifa correspondiente al Rioja...
Nunca el viajero había visto en la vida real tal cantidad de personal, uno para el libro de mesas, otro que sirve el vino. El viajero hace para sus adentros la observación de que parece reciclado de otra profesión, le falta algo de dinamismo aunque abre la botella con profesionalidad y sirve con prestancia, lástima que la jiñase al final de servir cuando le cae una gota de vino sobre el mantel, síntoma de bisoñez y no dominar los arcanos de servir el vino. La mesa está pegada en un lateral a otra mesa, separadas por pared a baja altura, donde el personal coge manteles, servilletas, copas y vasos, lo cual quita algo de intimidad a la hora de hablar. Otro camarero viene a servir los platos, éste ya veterano y con tablas que acerca el rostro a la mesa cuando se inclina y el viajero comienza a ver aerosoles con virus flotando sobre su plato y ambientando el resto de la mesa. La comida está bien y en cantidad razonable, el viajero ya se temía altos precios y mínimas raciones como se estila en sitios finos...
El viajero mira el reloj y ya ha pasado el tiempo, sin darse cuenta entre la charla, disfrutar del ambiente del local y de la pitanza que le ha dejado satisfecho. Es hora de irse pese a que no apetece, pero la compaña tiene compromisos y el viajero sus cosas. El viajero sale despacio saboreando el restaurante, estos tiempos no permiten saber al viajero cuándo volverá a disfrutar de comer a la carta en restaurante y además invitado. Al entrar en el coche deciden pasar por la zona de...
Pero ése, ya es otro viaje.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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