Suplemento
cinematográfico cutre de The Adversiter
Chronicle
WIND RIVER (2017)
Al
equipo de cata cinematográfica se nos ponen los pelos como escarpias
cuando aparcamos los trastos de faena y nos disponemos al visionado
de una película que tenga niño, perro, ambos dos o que la crítica
sea unánime en elogios. Estas últimas suelen ser unas castañas cinematográficas de tomo y lomo, pero ante la presencia de una
estrella emergente, género de asesinatos y parajes indómitos nos
aprovisionamos de birras frías y pistachos para disfrutar de esta
producción de 2017 y dirigida por un tal Taylor Sheridan, y aquí
se nos cayó el alma cinematográfica a los pies cuando descubrimos
que es su debut como director de cine...
La
historia es simple, en una reserva india de Wyoming que debe ser un
secarral en verano y es un arcón frigorífico en invierno, aparece
el cadáver de una chica de la reserva con los pies descalzos,
vomitando sangre y todo ello tras recorrer más de ocho kilómetros
sin ni siquiera calcetines. Una joven agente del FBI, que resultaba
ser la representación de la agencia federal más cercana al lugar de
los hechos, deberá confiar en el jefe de la policía nativa de la
reserva y en un cazador experto en seguir rastros y huellas para
resolver lo que podría ser un asesinato. Se juega con el rollo del
paraje nevado a temperaturas bajo cero que además afecta al personal
que lo habita porque tienen todos unos dramones personales que acaban
provocando bostezos, con silencios de planos prolongados y unas
turras pseudofilosóficas que parecen no terminar nunca. El personaje
de Elizabeth Olsen está vendido desde el principio cuando se
presenta con el chubasquero del FBI por todo abrigo y tienen que
dejarle ropa de una joven difunta. Y es que los jovenes de la
reserva, los adultos también, están deseando salir de la misma ya
sea con drogas y alcohol o bien buscándose la vida por otros lares y
terruños.
Jeremy
Renner interpreta otro de sus personajes atribulados por las
circunstancias que le tocan vivir y solitario aunque esté rodeado de
gente, familia y amigos, que siempre acaba ayudando a desfacer
entuertos y proteger a los suyos, ya sea desactivando artefactos
explosivos improvisados en Irak o ayudando a las fuerzas del orden
con su especialidad en la que es un campeón. Uno de esos cazadores
rastreadores que llamas cuando pierdes una gallina del corral por la
tormenta y te la encuentra siguiendo sus rastros. Cuenta con la
ventaja de que las ventiscas no cubren de nieve las huellas aunque pasen días, lo cual siempre ayuda, pero su actuación se limita a
mover la cabeza arriba, abajo y a los lados de tal manera que es su
sombrero de vaquero de las praderas quien nos muestra los matices de
la personalidad. El entuerto se narra de forma lineal y no hay
misterio, sorpresas o cualquier cosa que te deje pegado a la
pantalla. La cosa se anima cuando se muestran los hechos y salvo esos
quince minutos el resto son parrafadas, gestos faciales y vistas
paisajísticas del desierto congelado...
Lo
mejor de la película es el personaje nativo interpretado por Gil
Birmingham, un indio sin
referentes etnográficos vivos que mantengan las tradiciones, atrapado por el ambiente del lugar que afecta a la sesera de los habitantes, un hijo drogata y en pésimas compañías, una hija ya mayor de edad algo casquivana para los cánones tradicionales y una apatía existencial de la que sólo sale para averiguar quién mató a su hija. La gota que colma el vaso del pobre infeliz es su parienta que está algo chocha y la muerte de su hija termina de fundirle las pocas neuronas que le quedaban. El clímax de este personaje llega cuando se pinta la cara con su máscara de la muerte aguantando la turra de turno de Jeremy Renner y cuando éste le pregunta qué hará ahora, el indio suelta que quitarse esa mierda de la cara. Porque al final el resultado es una castaña con ínfulas de peñazo que se salva por el reparto y el morbo de saber lo ocurrido, parece un mensaje contra el trato a los nativos americanos en EEUU lo que sólo es un intento de conjugar varias cosas.
referentes etnográficos vivos que mantengan las tradiciones, atrapado por el ambiente del lugar que afecta a la sesera de los habitantes, un hijo drogata y en pésimas compañías, una hija ya mayor de edad algo casquivana para los cánones tradicionales y una apatía existencial de la que sólo sale para averiguar quién mató a su hija. La gota que colma el vaso del pobre infeliz es su parienta que está algo chocha y la muerte de su hija termina de fundirle las pocas neuronas que le quedaban. El clímax de este personaje llega cuando se pinta la cara con su máscara de la muerte aguantando la turra de turno de Jeremy Renner y cuando éste le pregunta qué hará ahora, el indio suelta que quitarse esa mierda de la cara. Porque al final el resultado es una castaña con ínfulas de peñazo que se salva por el reparto y el morbo de saber lo ocurrido, parece un mensaje contra el trato a los nativos americanos en EEUU lo que sólo es un intento de conjugar varias cosas.
A la
crítica le encantó en su estreno y a nosotros, espectadores de la
plebe currante, nos ha parecido una auténtica castaña. De esas
películas que te ponen en un autobús de media o larga distancia,
excursiones y demás, que te llevan a una dulce modorra...
Pero
es una auténtica castaña cinematográfica.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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