Salimos
del ascensor, nadie a la vista salvo las puertas de las distintas
viviendas y de repente sentimos que alguien nos observa, suena un
móvil detrás de una puerta o un imperceptible ruido que delata a
alguien detrás de la misma. Quién no ha sentido alguna vez esa
sensación de que alguien nos observa por la mirilla de la puerta...
¿Enfermedad?
¿Obsesión? ¿Simple curiosidad? Entrevistamos a Rufino Saltones,
mirón de mirilla confeso tras una bronca reunión de vecinos y que
lleva mirando por la mirilla desde el confinamiento por el
coronavirus...
-¡Oiga!
¡Lo mío no es vicio! Yo no miro por la mirilla por placer
depravado, lo hago por curiosidad y precaución. Curiosidad por la
vecina y precaución por los okupas. De lo primero sí confieso
cierto afán visual sin llegar a la obsesión, pero como la mirilla
tiene un pequeño aumento se aprecian sus formas en toda su dimensión,
pero ya le digo que no es por vicio. Lo de los okupas no deja de ser
una triste máscara de la curiosidad. A fin de cuentas, si quisieran
entrar en otra puerta no tengo visión más que de la puerta de
enfrente que, casualidades, es la de la vecina objeto de mis observaciones. Por que son observaciones, no ese afán de acosador
que denunciaba la chismosa del cuarto, que sólo lo hace por envidia,
que hasta quería alquilarme el piso en frente al suyo para que la
mirara por la mirilla, hay que estar realmente enferma para que haga
esas proposiciones... ¡Si el piso de enfrente a su puerta está
vacío y no puede mirar por la mirilla no es mi maldito problema ni
motivo para que se me acuse de lo que no soy!
-¡Qué
maravillosas dos semanas las del confinamiento que resaltó la
virtud, ahora objeto de persecución, de mi hábito de mirar por la
mirilla! ¡Cuánto agradecía la sociedad que alguien velase por el
bienestar colectivo y el cumplimiento del confinamiento domiciliario! Ahí comprendí que esto de la mirilla es como estar en un submarino,
atento a los sonidos y detectando los sospechosos como abrir de
cerraduras, de la puerta del ascensor... Durante dos semanas era un
héroe entregado a la causa, posiblemente desde el desmoronamiento de
la URSS que nunca se había valorado tanto a quienes miramos por la
mirilla, incluso a segundo plano pasó la vecina. Mire, mire, me
brotan lágrimas recordando aquellos maravillosos días del
confinamiento domiciliario.
-¡Hombre, dicho así parezco un obseso! Es que no tengo
más vistas desde la mirilla, el ascensor lo pillo de refilón.
Requiere una metodología de desplazamiento por pasillo silenciosa,
sin hacer ruido que me delate. Y nada de móviles que suenan en el
momento más inoportuno. Esto es un arte al alcance de muy pocos, no
se vaya a creer. He pillado ya dos veces al del izquierda apartando
mierda con el pie debajo de los felpudos, como lo oye, debajo de los
felpudos. Un buen momento de observación, que sana y saludable
observación es lo que realizo, simple y sana observación; un buen
momento es cuando pasa la limpiadora porque no hace más que golpear
sus herramientas de limpieza contra las puertas y pasa desapercibido
y enmascarado el ruido que yo pueda hacer al observar por la mirilla.
Y tiene sus riesgos para la salud, el ojo izquierdo se ha
especializado en mirar por la mirilla y veo peor de lejos, un gasto
en gafas inesperado. ¡Además todo el mundo mira por la mirilla, que
no lo nieguen!
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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