Estas navidades he montado
un belén, pequeño, de los que vienen de una pieza con el portal,
los tres protagonistas y el angelote. No trae animales de ganadería
ni de tiro, no hay riachuelo con un molino pequeño, no por lejanía
y sí por tamaño. No hay pastores ni ocas. De hecho no hay nada
salvo lo básico para tener un belén. Combiné un falso jarrón
etrusco de fondo de columna y sobre la boca del mismo coloqué una
estrella grandota, de las que se ponen coronando el árbol. Luego le
puse luces que van cambiando de colorines, incluso tiene varias
secuencias programadas de combinaciones luminosas. El conjunto queda
muy chic, en un entorno distópico con un mapa estelar y paisajes a
la acuarela...
Cuando estaba cenando en
compañía del belén, escuché a alguien vociferar que era Papá
Noel. Asomado a la ventana vi a un tipo vestido de rojo encaramado a
una torre de telefonía móvil que corona la fachada del edificio
enfrente del acantilado. Resultó ser el del tercero algo pasado de
copas, pero por unos instantes entre sus gritos y el belén me
embriagó el espíritu navideño...
Queda una porción
generosa de turrón que miro con gula...
Y ella me mira a mi.
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