Habituado al encierro contenido, he de reconocer que tal vez al género humano le venga bien encerrarse en el monasterio de su casa, quien la tiene, o del hogar. Tal vez dejen de seguir las pautas del día a día y redescubran el arte de pensar, la magia de meditar las eternas preguntas de quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos. Preguntas sin respuesta pero que todas y todos pensamos alguna vez, obnubilado el pensamiento como estuvo por pendencias políticas que demuestran ahora su demagogia como si los virus y las pandemias fueran cosa y culpa de legisladores y legislados, cegado el razonamiento por el instinto consumista inoculado que nos hace consumir y olvidarnos de cosas más importantes como preguntar a un ser querido cómo está, sentarse a mirar por la ventana sin el estrés de un momento de descanso que siempre dura poco en comparación con el trajín laboral...
Pero lo dudo, dudo de que vaya a reinar la paz en los hogares durante la cuarentena domiciliaria porque al macho alfa le faltará su chume diario, a la parienta salir a la peluquería y la adolescencia de la casa en modo autista conectada a Internet y con ansiedad por la imposibilidad de pillar algo de material que llevarse a los pulmones...
Aparto pensamiento tan pesimista aunque ver los estancos abiertos, después de dos décadas de turra con los peligros de fumar, pues resulta que, como en toda guerra moderna, el tabaco se convierte en producto fundamental de supervivencia para que no decaiga la moral. Lo normal sería aprovechar la coyuntura para atajar de forma draconiana el vicio del tabaco...
No estoy pesimista, hace tiempo que conozco las mieles del encierro a todos los niveles y por una vez parece que estoy entre iguales, encerrados sin salir...
Alguien rebuzna que el virus y la pandemia son una farsa para disimular una nación fascista que no sabe velar por su ciudadanía, aunque agradezco que no añada que sólo no vela por quienes se sienten por encima de la nación, de las personas y la enfermedad aunque ésta sea planetaria. Es tal el cretinismo que muestran que, como tantos y tantas pensaron a lo largo del tiempo, al final del desastre y cuando todo haya pasado, podrán volver a sus demagogias de antaño...
Está hermosa la ciudad desde el acantilado, como si la ausencia de movimiento humano detuviera el tiempo que pasa a medirse por los ciclos de la naturaleza en forma de luz, oscuridad, trinar de pájaros y la tos de un tipo que pasea su mascota, aunque más bien parece que sea la mascota quien pasea a su dueño, y tose sin taparse la boca.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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