The Adversiter Chronicle

jueves, 26 de marzo de 2020

DIARIO DE LA GUERRA DEL CORONAVIRUS por A. Nónimo

Viernes 20 de marzo

No termino de acostumbrarme a levantar la persiana y no ver el trajín del barrio. No hay nadie en las calles y parece como si no hubiera nada en las mismas, pero hay edificios que era hervideros de vitalidad y ahora sólo parecen querer recordarme que estamos en guerra...
Trato de seguir una rutina pero soy consciente de que cada día la relajo un poquito apenas perceptible en circunstancias normales, pero es como si me pusiera un disfraz para representar una función en la que interpreto a un tipo haciendo vida normal...
No andar en pijama.
No estar todo el tiempo ocioso.
No compartir zonas comunes.
No...
¡NO!
Saboreo el café mientras miro un paisaje donde se ha detenido el tiempo durante la mayor parte del mismo, parte de una postal que muestra una imagen estática y mi mente, por alguna extraña razón, recuerda fotos que he visto a lo largo de mi vida y soy consciente por primera vez de que una postal donde se ve un trocito de ciudad esconde tras las ventanas que también se ha detenido la imagen en las vidas de quienes sin salir su imagen sí forman parte de la foto porque han quedado sus vidas atrapadas un instante...
Dejo de divagar, esos pensamientos llevan a otros y en la actual circunstancia de confinamiento y ambiente bélico puede ser letal para la salud psíquica. Miro la prensa digital. Me he propuesto que dentro de la rutina de confinamiento dedicar tiempo a enterarme de cómo va la guerra y contrastar la noticia en los distintos medios. Sin embargo, cojo el periódico una vez al menos por la semana y nunca lo leo en el día, dejo lectura para el día siguiente. Ni siquiera Internet es capaz de anular los rigores de la situación y la información, a medida que se reduce la actividad, cada vez muestra más titulares donde la guerra es la protagonista y la información es en cierta forma intervenida por el bien general de seguir las directrices del Gobierno...
El despliegue militar sigue los tiempos pese a que las y los políticos nazionalistas braman quejas y escriben a la Unión tachando a España de todos los males que asolan sus mentes. Los muertos suelen ser quienes muestren la cruda realidad en los inicios de una guerra, cuando marchamos como héroes a la batalla. Es tal el nivel de cretinismo que aflora con la situación de guerra que sólo individualmente engrosando al colectivo se podrá superar cuando todo esto termine los daños de la demagogia barata y electoralista. Los muertos, las cifras, dicen que estamos en plena ofensiva enemiga y los discursos nazionalistas suenan terriblemente ajenos a todo salvo para quien los vocifera y patalea, indiferente a toda soledad de confinamiento, dirigiendo masas que sólo existen en sus cabezas que dejarán de obedecer las directrices para ganar sus pendencias...
Hago un par de llamadas, necesito sentir una voz que no sea la mía.


Sábado 21de marzo

Me quedo un rato bajo el grifo de la ducha. Me acosté y me he levantado con pensamiento incordiante taladrando mi cabeza: ¿dónde me cortaré el pelo?
Tomó el café mientras miro por la ventana las calles desiertas, ni mascotas paseando a sus múltiples dueños. Cada día añade un matiz nuevo al confinamiento, hace dos días casi no había gente y ahora la añoras como si hubiera sido una multitud. La radio escupe el parte de bajas y heridos. Las bajas en esta guerra son iguales que en todas las guerras, son los muertos. Los heridos somos todos en mayor o menor grado siendo los contagiados los más graves en una escala que termina con las heridas psíquicas que produce el confinamiento...
Mañana serán más de 20.000 los heridos y camino de dos millares de bajas. El Ejército sigue su despliegue y un cretino en Cataluña ordena a sus fanatizados votantes que tosan a la cara de las tropas. Estúpido, ese concejal y su grey son un hatajo de estúpidos que aún hacen demagogia porque no sienten el aliento de la muerte...
He salido al kiosko por el periódico. Tener entre las manos el periódico es una de las cosas que aún reconfortan, como ayer al bajar la basura y encontrar una carta en el buzón. Los kioskos con su prensa y Correos con sus repartos te refuerzan en creer la propaganda de guerra de que todo esto es pasajero, que seguirá la vida como siempre, como antes. A mí me reconforta mucho y merecen aplauso el gremio del kiosko y los funcionarios de Correos que están en primera línea, expuestos al contagio y al igual que los liquidadores de Chernobil hacen su tarea, a veces como hoy el kiosko es un lugar donde sientes calor humano pese a las distancias de seguridad, hay algo en la liturgia de pedir el periódico, la sonrisa de la kioskera...
Pero vuelves al portal y regresas al confinamiento. Sigue la guerra de carteles particular entre vecinos y han destrozado la que uno utilizaba de estática casera en el amplio bajo comunal. Se la han dejado hecha unos zorros y ahora hay un cartel que reta al autor a realizar el mismo destrozo en el resto de bicicletas recluidas con la suya, ahora destrozada y yacente en el suelo. Mientras regreso a casa en el ascensor pienso que estamos ante una situación potencialmente explosiva dado el conjunto de factores como son el confinamiento y el aislamiento inherente que tiene tiempo de sobra para pensar en bucle. No quiero imaginar que se encuentren en la escalera tras retroalimentarse con pensamientos de odio mutuo. Las pendencias de mis vecinos y la orden de escupir a los soldados que apoyan los esfuerzos civiles me hace pensar si fue así en la Guerra Civil en la retaguardia...
Las imágenes del ejército italiano sacando cadáveres del frente de combate en Lombardía me causan congoja. Esta fase de la guerra es la de nuestro oponente en plena ofensiva mientras la industria se adapta a la producción para el esfuerzo de guerra. Da la impresión de que cada día nos deparará un susto más...
Miro los anuncios de la televisión, macabros como las máscaras de carnaval en la oscuridad, casi tétricos anunciando cosas que no podemos comprar, como si alguien allá afuera siguiera como si no pasara nada, como si no hubiera estallado esta guerra. Supongo que forma parte del plan para mantener alta la moral en la retaguardia, para que no olvidemos que en cualquier momento encontraremos el remedio y saldremos del confinamiento a consumir como hace una puñetera semana...
Es la segunda vez que parece, que siento, que me he levantado en el mismo día en el que me levanté ayer, no hay movimiento en las calles y parece como si se hubiera detenido el espacio tiempo fuera de la ventana...
Me siento plof.


Domingo 22 de marzo

Ha prorrogado el estado de alarma otros quince días. En menos de veinticuatro horas el Presidente ha salido en televisión. El lenguaje bélico es total y la lista de muertos y contagiados es terrible. Poco a poco hay que mentalizarse de que estamos en plena ofensiva del coronavirus...
Me alegra el día ver que los gobernantes populistas de Reino Unido y EEUU no saben reaccionar, no es lo mismo entablar guerras comerciales, levantar muros con cimientos de demagogia y jugar a los naipes con la geopolítica mas sucumben ante la realidad de la guerra. Espero que se hundan con un montón de cosas que han creado...
Parece que no soy el único que espera que el día después se aborden los temas que importan y no los que marque la demagogia y la política partidista. De la muerte surge la vida y sé que el mundo que comenzó la guerra no será el mismo que la finalice, pero habrá que estar a la altura.
Miro las calles vacías y me pregunto si las aves presienten que ocurre algo al no haber humanos en el asfalto. Parecen los amos del mundo mientras nosotros somos seres vivos encerrados en sepulturas, como si los edificios fueran nichos, tumbas y panteones, pero hay vida en su interior...
Las redes sociales comienzan a llenarse de noticias dudosas y se sigue aprovechando para hacer política pero es una herramienta social que mitiga el confinamiento y se promueven ánimos, soflamas y pensamientos...
Son las ocho de la tarde y oigo el homenaje diario que se filtra por el cristal de la ventana mientras la televisión escupe imágenes de las tropas de choque cantando y dándose ánimos. No son jóvenes soldados bebiendo y celebrando seguir vivos un día más, son ciudadanos´soldados que a diario se enfrentan al sacrificio personal, la falta de suministros, el aumento de contagiados y clasificar a los muertos que se entierran como en la guerra en soledad, con homenaje colectivo pero muertes sin nombre salvo para los familiares. Son tropas de toda edad y condición que sufren sus propias bajas y ya se moviliza al gremio sanitario en todas sus ramas...
Esta es nuestra guerra, la que entierra en su sitio en la Historia a la Guerra Civil. No habrá que enarbolar banderas caducas sin importar el color, tan caduco como las banderas. Nuestra guerra es del siglo XXI, es planetaria y es como especie. Ya nadie podrá acusar a nadie en base a lo sucedido hace casi cien años, seremos veteranos que nos reuniremos en los homenajes que se hacen cuando retorna la paz...
Algo me aterra antes de tratar de dormir, repiten machaconamente que esto durará poco, como en 1914 donde partían al frente entre vítores y homenajes para volver en Navidad, pero no volvieron los que volvieron hasta 1918.
¿Sentirían la misma congoja ante un calendario desconocido al ver que era Navidad y seguían combatiendo?
¿Sentiría la retaguardia la añoranza de la rutina diaria y con la casi certeza de que nada será igual?
Mañana es lunes, eso dice el calendario porque la sensación ni es la de un domingo ni será la de un lunes...
Es comerse la cabeza.


Lunes 23 de marzo

Nunca se me pasó por la cabeza que ser despertado por el ruido de maquinaria de obra fuera una bendición. Es lo que he sentido esta mañana, hay una obra por lo visto a pocas calles y el eco trae su ruido, puro sin contaminación de ruido de tráfico, trajín de personas y resto de ruidos ambientales que se funden funden en uno solo, como si ese ruido de maquinaria lograra que haya despertado en un día normal y cualquiera...
El parte de bajas y contagiados es brutal y en Madrid las funerarias no dan a basto y han habilitado un palacio de hielo, una instalación que permite mantener los cadáveres sin putrefacción. Tal vez me lo esperaba viendo lo sucedido en Italia y noto ya cierta insensibilidad en cuanto a las muertes. Supongo que aceptar la guerra es aceptar la muerte. Aún esperan si incinerar o enterrar, el siguiente paso de manual será que no habrá ya remilgos y se impondrá la realidad con lo que la incineración será inevitable para todos y todas...
Llega la hora del homenaje colectivo diario. Es puntual y cada vez se asoma más gente y aplauden. También encienden y apagan sus móviles y se ve el horizonte urbano con destellos a distintas distancias y alturas. Mi mente se ha acordado de escenas de películas donde el escenario era un mundo post nuclear tras la guerra nuclear. Recuerdo el final de la tercera de Mad Max donde al final se ve la ciudad de Sidney y se distinguen en la oscuridad de la noche las siluetas de los edificios donde unos puntitos luminosos son en realidad hogueras de los habitantes que encienden de noche mientras se cuentan la historia de cómo llegaron allí...
Veo las noticias y no acabo de comprender que una casta de salvapatrias catalanes haya estafado así a sus votantes y sigan haciéndolo incluso en plena guerra. Llevan desde 2012 acusándonos de todos sus males y puedo entenderlo porque vivíamos unos días extraños donde la Unión Europea parecía resquebrajarse y el mundo levantaba fronteras y muros que creíamos derribados. No sé en qué punto esta casta de vividores de la demagogia se pasaron a ser nazionalistas donde nos acusan de franquistas y fascistas cuando sus métodos son nazis, su propaganda es nazi, su engaño a sus votantes es nazi y su odio es nazi. Ahora es que les encorsetamos y perjudicamos que tengan atención apropiada. ¿Qué necesitan para comprender que esta guerra no distingue y sólo la España que se hace tal en las desgracias y tragedias puede vencer en una batalla que forma parte de una guerra mundial? Tal vez necesiten el hedor de la muerte en las calles como en la Edad Media. El nazionalismo catalán sabe que se van a ahogar en su misma mierda y tratan ya de desviar la atención echándonos la culpa al resto...
Ahora sale el inefable Presidente de Cantabria y su letanía, no por sabida, deja de ser suave nana que mañana es otra vez hoy...
Pero cada vez me duermo más tarde.


Martes 24 de marzo

Me he levantado pronto con un montón de propósitos pero, tras desayunar y ojear la prensa digital, me he tirado en el suelo a ordenar cajones siempre desordenados y me he encontrado con viejas fotos. Hay seres ausentes de este mundo y esta guerra biológica mundial. Por momentos he olvidado el presente y he viajado al tiempo retenido un instante en papel, pero finalmente el cajón ha quedado tan desordenado como siempre, como si alterar su contenido fuera alterar la paz de los ausentes...
Empiezan a utilizar la pandemia en distintos lugares del mundo: los chinos que fueron los americanos, los americanos que fueron los chinos y que fueron los americanos según Irán y el bolivariano amado líder. Es una pena que los muertos ya no puedan escucharle, seguro que les gustaría saber quién fue el causante. Aquí hemos llegado a los 40.000 contagiados y el Ejército cada vez tiene más trabajo. Algunos catalanes les reciben con caceroladas pero forma parte de la soldada y mejor que hagan ruido a que los entierren en solitario como a las víctimas de esta guerra...
Me cuesta entender a la ciudadanía británica, entiendo que se aislaran de las medidas de la UE porque no quieren formar parte, pero da la impresión de que Reino Unido se precipita a una tragedia de víctimas. Se habla poco de África y se hacen cábalas comparando el confinamiento en China, su duración, para extrapolarlo a España e Italia. En cualquier caso será más de un mes...
Brilla Venus en el cielo y, por alguna razón, me siento reconfortado.


Miércoles 25 de marzo

En semana y media, la ciudadanía estamos aprendiendo el oficio del soldados: sacrificio para enfrentarnos al contagio y las muertes, fortaleza para no desfallecer ni en la retaguardia de los hogares confinados ni en la tropas que día a día combaten el virus, disciplina para acatar las órdenes de la autoridad, voluntad para saber que saldremos victoriosos, tesón para superar la adversidad y adaptarnos al terreno del campo de batalla, esperanza en los superiores y fe, ya sea en el Sistema o en dioses, certeza de que sobrevives o mueres...
Mientras aumentan las bajas y los contagiados, la propaganda trata de animarnos con que el pico máximo está próximo. Ya no es cuestión de creer, es disponer la información y ésta no informa del final del principio...
En La Línea, las guerrillas urbanas del narcotráfico lanzaron cócteles molotov a la policía, no querían a unos contagiados que se les trasladó a una residencia de las inmediaciones. A la vez, se advierte a la buena ciudadanía de que si ven comportamientos en contra de las normas de confinamiento y aislamiento social se llame a la policía y nos abstengamos de tirar huevos. Hacía días que no me reía, no sé porqué este aviso de los huevos lanzados a infractores ha despertado mi hilaridad, pero me he reído como antes de la guerra. País de paisanajes, supongo.
He salido a la compra. La cola era pequeña y el ritmo fluido, sin las escenas de la semana pasada. He tardado más en la cola de la caja que en la de entrada. Somos obedientes y nos miramos unos a otros como pidiendo disculpas en silencio cuando hay que distanciarse. Hasta me he encontrado con un vecino, todo maqueado con mascarilla de las resultonas y guantes azules. Parecía algo perdido buscando en los estantes, pero nos saludamos. Fue sentir calor humano que no sea a través de cachivaches digitales o llamadas telefónicas.
Se oyen clamores de cesar la actividad económica, una argucia política para poder acusar del antes, durante y el después de la gestión de la pandemia y la conducción de la guerra en el teatro de operaciones español. Dos semanas más de confinamiento y se les aclarará la mente...
Cuando iba al supermercado, con la calle vacía, los coches aparcados parecían preguntarme con la mirada imaginaria de sus faros apagados que dónde estaban las dueñas y dueños. Pero los coches no sienten, son máquinas y aunque ahora seamos máquinas de matar para que no nos maten, seguimos siendo humanos, al menos eso quiero creer.
Suena Dream a Little Dream of Me interpretado por The Mamas & The Papas y por unos instantes se para el espacio tiempo...
Me cuesta dormir cada noche un poco más, pensamientos desordenados, puede que angustia...
Pero sólo es miedo.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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