No termino de acostumbrarme a levantar la persiana y no
ver el trajín del barrio. No hay nadie en las calles y parece como
si no hubiera nada en las mismas, pero hay edificios que era
hervideros de vitalidad y ahora sólo parecen querer recordarme que
estamos en guerra...
Trato de seguir una rutina pero soy consciente de que
cada día la relajo un poquito apenas perceptible en circunstancias
normales, pero es como si me pusiera un disfraz para representar una
función en la que interpreto a un tipo haciendo vida normal...
No andar en pijama.
No estar todo el tiempo ocioso.
No compartir zonas comunes.
No...
¡NO!
Saboreo el café mientras miro un paisaje donde se ha
detenido el tiempo durante la mayor parte del mismo, parte de una
postal que muestra una imagen estática y mi mente, por alguna
extraña razón, recuerda fotos que he visto a lo largo de mi vida y
soy consciente por primera vez de que una postal donde se ve un
trocito de ciudad esconde tras las ventanas que también se ha
detenido la imagen en las vidas de quienes sin salir su imagen sí
forman parte de la foto porque han quedado sus vidas atrapadas un
instante...
Dejo de divagar, esos pensamientos llevan a otros y en
la actual circunstancia de confinamiento y ambiente bélico puede ser
letal para la salud psíquica. Miro la prensa digital. Me he
propuesto que dentro de la rutina de confinamiento dedicar tiempo a
enterarme de cómo va la guerra y contrastar la noticia en los
distintos medios. Sin embargo, cojo el periódico una vez al menos
por la semana y nunca lo leo en el día, dejo lectura para el día
siguiente. Ni siquiera Internet es capaz de anular los rigores de la
situación y la información, a medida que se reduce la actividad,
cada vez muestra más titulares donde la guerra es la protagonista y
la información es en cierta forma intervenida por el bien general de
seguir las directrices del Gobierno...
El despliegue militar sigue los tiempos pese a que las y
los políticos nazionalistas braman quejas y escriben a la Unión
tachando a España de todos los males que asolan sus mentes. Los
muertos suelen ser quienes muestren la cruda realidad en los inicios
de una guerra, cuando marchamos como héroes a la batalla. Es tal el
nivel de cretinismo que aflora con la situación de guerra que sólo
individualmente engrosando al colectivo se podrá superar cuando todo
esto termine los daños de la demagogia barata y electoralista. Los
muertos, las cifras, dicen que estamos en plena ofensiva enemiga y
los discursos nazionalistas suenan terriblemente ajenos a todo salvo
para quien los vocifera y patalea, indiferente a toda soledad de
confinamiento, dirigiendo masas que sólo existen en sus cabezas que
dejarán de obedecer las directrices para ganar sus pendencias...
Hago un par de llamadas, necesito sentir una voz que no
sea la mía.
Sábado
21de marzo
Me quedo un rato bajo el grifo de la ducha. Me acosté y
me he levantado con pensamiento incordiante taladrando mi cabeza:
¿dónde me cortaré el pelo?
Tomó el café mientras miro por la ventana las calles
desiertas, ni mascotas paseando a sus múltiples dueños. Cada día
añade un matiz nuevo al confinamiento, hace dos días casi no había
gente y ahora la añoras como si hubiera sido una multitud. La radio
escupe el parte de bajas y heridos. Las bajas en esta guerra son
iguales que en todas las guerras, son los muertos. Los heridos somos
todos en mayor o menor grado siendo los contagiados los más graves
en una escala que termina con las heridas psíquicas que produce el
confinamiento...
Mañana serán más de 20.000 los heridos y camino de
dos millares de bajas. El Ejército sigue su despliegue y un cretino
en Cataluña ordena a sus fanatizados votantes que tosan a la cara de
las tropas. Estúpido, ese concejal y su grey son un hatajo de
estúpidos que aún hacen demagogia porque no sienten el aliento de
la muerte...
He salido al kiosko por el periódico. Tener entre las
manos el periódico es una de las cosas que aún reconfortan, como
ayer al bajar la basura y encontrar una carta en el buzón. Los
kioskos con su prensa y Correos con sus repartos te refuerzan en
creer la propaganda de guerra de que todo esto es pasajero, que
seguirá la vida como siempre, como antes. A mí me reconforta mucho
y merecen aplauso el gremio del kiosko y los funcionarios de Correos
que están en primera línea, expuestos al contagio y al igual que
los liquidadores de Chernobil hacen su tarea, a veces como hoy el
kiosko es un lugar donde sientes calor humano pese a las distancias
de seguridad, hay algo en la liturgia de pedir el periódico, la
sonrisa de la kioskera...
Pero vuelves al portal y regresas al confinamiento.
Sigue la guerra de carteles particular entre vecinos y han destrozado
la que uno utilizaba de estática casera en el amplio bajo comunal.
Se la han dejado hecha unos zorros y ahora hay un cartel que reta al
autor a realizar el mismo destrozo en el resto de bicicletas
recluidas con la suya, ahora destrozada y yacente en el suelo.
Mientras regreso a casa en el ascensor pienso que estamos ante una
situación potencialmente explosiva dado el conjunto de factores como
son el confinamiento y el aislamiento inherente que tiene tiempo de
sobra para pensar en bucle. No quiero imaginar que se encuentren en
la escalera tras retroalimentarse con pensamientos de odio mutuo. Las
pendencias de mis vecinos y la orden de escupir a los soldados que
apoyan los esfuerzos civiles me hace pensar si fue así en la Guerra
Civil en la retaguardia...
Las imágenes del ejército italiano sacando cadáveres
del frente de combate en Lombardía me causan congoja. Esta fase de
la guerra es la de nuestro oponente en plena ofensiva mientras la
industria se adapta a la producción para el esfuerzo de guerra. Da
la impresión de que cada día nos deparará un susto más...
Miro los anuncios de la televisión, macabros como las
máscaras de carnaval en la oscuridad, casi tétricos anunciando
cosas que no podemos comprar, como si alguien allá afuera siguiera
como si no pasara nada, como si no hubiera estallado esta guerra.
Supongo que forma parte del plan para mantener alta la moral en la
retaguardia, para que no olvidemos que en cualquier momento
encontraremos el remedio y saldremos del confinamiento a consumir
como hace una puñetera semana...
Es la segunda vez que parece, que siento, que me he
levantado en el mismo día en el que me levanté ayer, no hay
movimiento en las calles y parece como si se hubiera detenido el
espacio tiempo fuera de la ventana...
Me siento plof.
Domingo
22 de marzo
Ha prorrogado el estado de alarma otros quince días. En
menos de veinticuatro horas el Presidente ha salido en televisión.
El lenguaje bélico es total y la lista de muertos y contagiados es
terrible. Poco a poco hay que mentalizarse de que estamos en plena
ofensiva del coronavirus...
Me alegra el día ver que los gobernantes populistas de
Reino Unido y EEUU no saben reaccionar, no es lo mismo entablar
guerras comerciales, levantar muros con cimientos de demagogia y
jugar a los naipes con la geopolítica mas sucumben ante la realidad
de la guerra. Espero que se hundan con un montón de cosas que han
creado...
Parece que no soy el único que espera que el día
después se aborden los temas que importan y no los que marque la
demagogia y la política partidista. De la muerte surge la vida y sé
que el mundo que comenzó la guerra no será el mismo que la
finalice, pero habrá que estar a la altura.
Miro las calles vacías y me pregunto si las aves
presienten que ocurre algo al no haber humanos en el asfalto. Parecen
los amos del mundo mientras nosotros somos seres vivos encerrados en
sepulturas, como si los edificios fueran nichos, tumbas y panteones,
pero hay vida en su interior...
Las redes sociales comienzan a llenarse de noticias
dudosas y se sigue aprovechando para hacer política pero es una
herramienta social que mitiga el confinamiento y se promueven ánimos,
soflamas y pensamientos...
Son las ocho de la tarde y oigo el homenaje diario que
se filtra por el cristal de la ventana mientras la televisión escupe
imágenes de las tropas de choque cantando y dándose ánimos. No son
jóvenes soldados bebiendo y celebrando seguir vivos un día más,
son ciudadanos´soldados que a diario se enfrentan al sacrificio
personal, la falta de suministros, el aumento de contagiados y
clasificar a los muertos que se entierran como en la guerra en
soledad, con homenaje colectivo pero muertes sin nombre salvo para
los familiares. Son tropas de toda edad y condición que sufren sus
propias bajas y ya se moviliza al gremio sanitario en todas sus
ramas...
Esta es nuestra guerra, la que entierra en su sitio en
la Historia a la Guerra Civil. No habrá que enarbolar banderas
caducas sin importar el color, tan caduco como las banderas. Nuestra
guerra es del siglo XXI, es planetaria y es como especie. Ya nadie
podrá acusar a nadie en base a lo sucedido hace casi cien años,
seremos veteranos que nos reuniremos en los homenajes que se hacen
cuando retorna la paz...
Algo me aterra antes de tratar de dormir, repiten
machaconamente que esto durará poco, como en 1914 donde partían al
frente entre vítores y homenajes para volver en Navidad, pero no
volvieron los que volvieron hasta 1918.
¿Sentirían la misma congoja ante un calendario
desconocido al ver que era Navidad y seguían combatiendo?
¿Sentiría la retaguardia la añoranza de la rutina
diaria y con la casi certeza de que nada será igual?
Mañana es lunes, eso dice el calendario porque la
sensación ni es la de un domingo ni será la de un lunes...
Es comerse la cabeza.
Lunes
23 de marzo
Nunca se me pasó por la cabeza que ser despertado por
el ruido de maquinaria de obra fuera una bendición. Es lo que he
sentido esta mañana, hay una obra por lo visto a pocas calles y el
eco trae su ruido, puro sin contaminación de ruido de tráfico,
trajín de personas y resto de ruidos ambientales que se funden
funden en uno solo, como si ese ruido de maquinaria lograra que haya
despertado en un día normal y cualquiera...
El parte de bajas y contagiados es brutal y en Madrid
las funerarias no dan a basto y han habilitado un palacio de hielo,
una instalación que permite mantener los cadáveres sin
putrefacción. Tal vez me lo esperaba viendo lo sucedido en Italia y
noto ya cierta insensibilidad en cuanto a las muertes. Supongo que
aceptar la guerra es aceptar la muerte. Aún esperan si incinerar o
enterrar, el siguiente paso de manual será que no habrá ya remilgos
y se impondrá la realidad con lo que la incineración será
inevitable para todos y todas...
Llega la hora del homenaje colectivo diario. Es puntual
y cada vez se asoma más gente y aplauden. También encienden y
apagan sus móviles y se ve el horizonte urbano con destellos a
distintas distancias y alturas. Mi mente se ha acordado de escenas de
películas donde el escenario era un mundo post nuclear tras la
guerra nuclear. Recuerdo el final de la tercera de Mad Max donde al
final se ve la ciudad de Sidney y se distinguen en la oscuridad de la
noche las siluetas de los edificios donde unos puntitos luminosos son
en realidad hogueras de los habitantes que encienden de noche
mientras se cuentan la historia de cómo llegaron allí...
Veo las noticias y no acabo de comprender que una casta
de salvapatrias catalanes haya estafado así a sus votantes y sigan
haciéndolo incluso en plena guerra. Llevan desde 2012 acusándonos
de todos sus males y puedo entenderlo porque vivíamos unos días
extraños donde la Unión Europea parecía resquebrajarse y el mundo
levantaba fronteras y muros que creíamos derribados. No sé en qué
punto esta casta de vividores de la demagogia se pasaron a ser
nazionalistas donde nos acusan de franquistas y fascistas cuando sus
métodos son nazis, su propaganda es nazi, su engaño a sus votantes
es nazi y su odio es nazi. Ahora es que les encorsetamos y
perjudicamos que tengan atención apropiada. ¿Qué necesitan para
comprender que esta guerra no distingue y sólo la España que se
hace tal en las desgracias y tragedias puede vencer en una batalla
que forma parte de una guerra mundial? Tal vez necesiten el hedor de
la muerte en las calles como en la Edad Media. El nazionalismo
catalán sabe que se van a ahogar en su misma mierda y tratan ya de
desviar la atención echándonos la culpa al resto...
Ahora sale el inefable Presidente de Cantabria y su
letanía, no por sabida, deja de ser suave nana que mañana es otra
vez hoy...
Pero cada vez me duermo más tarde.
Martes
24 de marzo
Me he levantado pronto con un montón de propósitos
pero, tras desayunar y ojear la prensa digital, me he tirado en el
suelo a ordenar cajones siempre desordenados y me he encontrado con
viejas fotos. Hay seres ausentes de este mundo y esta guerra
biológica mundial. Por momentos he olvidado el presente y he viajado
al tiempo retenido un instante en papel, pero finalmente el cajón ha
quedado tan desordenado como siempre, como si alterar su contenido
fuera alterar la paz de los ausentes...
Empiezan a utilizar la pandemia en distintos lugares del
mundo: los chinos que fueron los americanos, los americanos que
fueron los chinos y que fueron los americanos según Irán y el
bolivariano amado líder. Es una pena que los muertos ya no puedan
escucharle, seguro que les gustaría saber quién fue el causante.
Aquí hemos llegado a los 40.000 contagiados y el Ejército cada vez
tiene más trabajo. Algunos catalanes les reciben con caceroladas
pero forma parte de la soldada y mejor que hagan ruido a que los
entierren en solitario como a las víctimas de esta guerra...
Me cuesta entender a la ciudadanía británica, entiendo
que se aislaran de las medidas de la UE porque no quieren formar
parte, pero da la impresión de que Reino Unido se precipita a una
tragedia de víctimas. Se habla poco de África y se hacen cábalas
comparando el confinamiento en China, su duración, para extrapolarlo
a España e Italia. En cualquier caso será más de un mes...
Brilla Venus en el cielo y, por alguna razón, me siento
reconfortado.
Miércoles
25 de marzo
En semana y media, la ciudadanía estamos aprendiendo el
oficio del soldados: sacrificio para enfrentarnos al contagio y las
muertes, fortaleza para no desfallecer ni en la retaguardia de los
hogares confinados ni en la tropas que día a día combaten el virus,
disciplina para acatar las órdenes de la autoridad, voluntad para
saber que saldremos victoriosos, tesón para superar la adversidad y
adaptarnos al terreno del campo de batalla, esperanza en los
superiores y fe, ya sea en el Sistema o en dioses, certeza de que
sobrevives o mueres...
Mientras aumentan las bajas y los contagiados, la
propaganda trata de animarnos con que el pico máximo está próximo.
Ya no es cuestión de creer, es disponer la información y ésta no
informa del final del principio...
En La Línea, las guerrillas urbanas del narcotráfico
lanzaron cócteles molotov a la policía, no querían a unos
contagiados que se les trasladó a una residencia de las
inmediaciones. A la vez, se advierte a la buena ciudadanía de que si
ven comportamientos en contra de las normas de confinamiento y
aislamiento social se llame a la policía y nos abstengamos de tirar
huevos. Hacía días que no me reía, no sé porqué este aviso de
los huevos lanzados a infractores ha despertado mi hilaridad, pero me
he reído como antes de la guerra. País de paisanajes, supongo.
He salido a la compra. La cola era pequeña y el ritmo
fluido, sin las escenas de la semana pasada. He tardado más en la
cola de la caja que en la de entrada. Somos obedientes y nos miramos
unos a otros como pidiendo disculpas en silencio cuando hay que
distanciarse. Hasta me he encontrado con un vecino, todo maqueado con
mascarilla de las resultonas y guantes azules. Parecía algo perdido
buscando en los estantes, pero nos saludamos. Fue sentir calor humano
que no sea a través de cachivaches digitales o llamadas telefónicas.
Se oyen clamores de cesar la actividad económica, una
argucia política para poder acusar del antes, durante y el después
de la gestión de la pandemia y la conducción de la guerra en el
teatro de operaciones español. Dos semanas más de confinamiento y
se les aclarará la mente...
Cuando iba al supermercado, con la calle vacía, los
coches aparcados parecían preguntarme con la mirada imaginaria de
sus faros apagados que dónde estaban las dueñas y dueños. Pero los
coches no sienten, son máquinas y aunque ahora seamos máquinas de
matar para que no nos maten, seguimos siendo humanos, al menos eso
quiero creer.
Suena Dream a Little Dream of Me interpretado por
The Mamas & The Papas y por unos instantes se para el espacio
tiempo...
Me cuesta dormir cada noche un poco más, pensamientos
desordenados, puede que angustia...
Pero sólo es miedo.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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