Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje al ambulatorio
para realizar una analítica
El
viajero emprende el camino al ambulatorio, no queda lejos de su
domicilio, a primera hora de la mañana; esa hora en que te
despiertas y te vuelves a envolver en las cobijas salvo que tengas
que levantarte. Hace un poco de fresco aunque no el frío esperado
para esta época del año. Hay abundante tráfico y el viajero debe
cruzar una rotonda que está atestada de coches y obliga a esperar en
el semáforo, el viajero se topa con estudiantes camino de las aulas,
en grupos de charla animada. Cruza el viajero la rotonda y ve un
garito de buen café donde ha parado en otras ocasiones, pero está
cerrado y tampoco el viajero puede romper el ayuno, debe sacar sangre
para una analítica, y le entran más ganas de un buen cafelito, esas
ganas impetuosas ante algo prohibido...
El
ambulatorio es un edificio de forma rectangular en el que las
distintas consultas y dependencias se reparten a lo largo de un
pasillo, hay planta de sótano también. El viajero entra y ve
atestada también la sala de espera y busca un asiento que encuentra
al final de la fila de asientos. Saluda el viajero a una vecina que
también espera sentada que la llamen, ese saludo impersonal entre
vecinos que son en realidad auténticos desconocidos salvo algún
encuentro en el ascensor o en reuniones de la comunidad. El viajero
puede ver la sala de extracción donde generalmente hay cuatro mesas
de extracción, pero la cola inusual y que el viajero puede atisbar
que sólo funcionan dos mesas de extracción, deduciendo que hay un
ligero retraso y un pequeño embotellamiento de usuarios esperando su
turno...
El viajero oye su nombre y se dirige a la sala de extracciones y lo
primero es entregar la muestra de orina, en una pipeta que ahorra el
viajar con orina envasada en el recipiente como antaño. Le recogen
la muestra y le entregan un papel con etiquetas para entregar en la
mesa de extracción, cosa que hace en cuanto se sienta, le pasan
directamente a la extracción de sangre que se ha vuelto un
procedimiento más ágil porque han abierto otra mesa. La sanitaria
es una persona joven que sabe manejar sus herramientas, ha encontrado
la vena a la primera y el viajero observa la aguja que penetra en su
piel sin apenas molestia y ningún dolor. Mira el viajero como la
sanitaria rellena cuatro pipetas con sangre de un tono oscuro y de
apariencia espesa. El viajero observa el proceso sin sentir
sensaciones de mareo, vértigo u impresión al ver la sangre, de
hecho observa de forma casi ajena porque la cosa termina rápido, le
colocan un esparadrapo donde pinchó la aguja y se levanta raudo
porque hay ya otra persona lista para ocupar el sitio...
El
viajero se sienta cinco minutos y le viene el recuerdo de las
vacunaciones masivas cuando la pandemia. No ve el viajero que haya
sangrado y pasados los cinco minutos se pone de nuevo la chaqueta y
se dirige a la salida mientras mira el trajín del ambulatorio con
gente esperando turno en el mostrador y otros usuarios sacando la vez
en la máquina. Sale al exterior, ya hay más luz mañanera con cielo
salpicado de nubes blancas y cada vez menos fresco el ambiente. El
viajero busca con la vista y encuentra un garito abierto unos metros
a la derecha en la acera de enfrente del ambulatorio y decide
encaminarse para tomar un cafelito que rompa el ayuno y seguir...
Pero
ése, ya es otro viaje.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org




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