The Adversiter Chronicle

miércoles, 8 de octubre de 2025

CUENTO DE OTOÑO

... Quisiera decirles que estoy en una cárcel química, decirlo mirando a los ojos una por una a esos seres sentados en el sofá....
No puedo hacerlo, si trato de mirar a los ojos me entra una especie de pavor, no es miedo es otra cosa, como si me pincharan la cabeza con una aguja sin sentir dolor, sólo su tacto a medida que avanza y debo agachar la mirada y ver que vuelvo a frotarme las rodillas y paro en seco. Al menos puedo parar ese estúpido movimiento inconsciente pese a estar consciente, una consciencia mitad artificial y mitad real en mi mente...
Me ofrecen un pastelito. Me hablan pero no soy capaz de escuchar, oigo el sonido penetrar por mis tímpanos y se desvanecen al instante cuando surge de nuevo ese dolor sin dolor. Mastico despacio, eso me parece aunque en esta consciencia encarcelada químicamente, siento el pastelito pasar por la garganta. Supongo que toca engordar otro poco. En la cárcel química engordas aunque no quieras, sólo ves que cada semana ganas un poco más de peso y escuchas que dicen que estás mejor de aspecto sabiendo que es mentira, creen que es verdad pero es mentira. Todo es mentira en la jaula química en la que me han encerrado, lo gracioso es que soy yo mismo quien pone el candado todas las noches y más gracioso aún que siga tomando ese candado con esperanza de estar mejor hasta hacerlo añicos. Ese momento nunca llega y si me quejo ponen un candado químico más fuerte con cadenas químicas que lo complementan....
Alguien habla de mí y sus miradas se clavan en mí. Es una sensación desagradable, hay que simular que soy libre y no enjaulado en una cárcel que ni ven ni son capaces a imaginar. Tal vez se encadenen para poder dormir y al día siguiente se confunden en la masa. Yo no puedo, es verdad que duermo pero no sueño, ni siquiera soy consciente de haber dormido porque me levanto igual que me acuesto con la diferencia de que han pasado horas. No quiero más pastel y sin embargo lo cojo, me sonríe y dice algo...

-¡Estás genial! Ahora hay que recuperarse y dejar atrás todo esto. Una vida sana y saludable.

Comienzan un parloteo y soy el protagonista de la conversación. Yo hago que atiendo pese a saber cual es mi aspecto: gordo, abotargado, comiendo pastelitos como un cerdo, frotándome las rodillas y con la boca seca. Deberían tomar la medicación un día completo, encerradas sus mentes en la cárcel química, rodeado de cadenas químicas también. Me gustaría gritar que dejen de hablar de mí, seguro que tienen más temas que yo mismo. Odio su condescendencia, su mirada de miedo en lo más profundo, como si miraran una fiera de circo anestesiada tras ser arrancada de la jungla. A nadie le importa la cárcel química y su bucle sin final y sin principio, sólo un estado de ingravidez mental, psíquica que impide toda reacción y todo control de uno mismo...

-Hay que reconocer que el médico acertó con la medicación, es indudable.

-Sí, dice el psi... Dice el médico que está compensado y en un par de meses se podría bajar la dosis. Y duerme como un ángel, toda la noche, roncando pero al menos descansa.

Descansa... Quisiera decirles que estoy en una cárcel química, decirlo mirando a los ojos una por una a esos seres sentados en el sofá...

FIN

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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