Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Antony Beevor
Editorial:
Editorial Crítica, S. L.
Traducción:
Magdalena Chocano
Edición:
Tercera edición, enero de
2001
La
batalla por la ciudad de Stalingrado condensa todos los ingredientes
de la II Guerra Mundial en el teatro europeo. Ciudad símbolo de la
Unión Soviética y centro industrial, se convirtió en una cuestión
de orgullo simbólica, el choque de dos ideologías antagonistas,
reducida a ruinas y escombros por la aviación nazi y que se
convirtieron en el escenario ideal para que las tropas soviéticas
resistieran en una lucha urbana aprovechando el entorno de
destrucción y una obsesión de Hitler que no tuvo el menor
remordimiento de dejar abandonados al VI Ejército por empecinarse en
que no se retiraran y resistieran hasta la llegada de refuerzos con
suministros lanzados desde el aire pero todo resultó una falacia con
un Paulus jefe del VI Ejército que prefería creer lo que sabía que
eran falacias a tomar la iniciativa para desobedecer a Hitler y poner
a salvo a las tropas bajo su mando. Supuso un punto de inflexión al
ser la demostracion de que la Alemania nazi no era invencible, Hitler
sacrificó a tropas que hubiera necesitado posteriormente engañando
al pueblo alemán y condenando a la muerte en cautiverio de miles de
soldados alemanes y de sus aliados rumanos e italianos. La propuesta
de hoy es un viaje a la Batalla de Stalingrado y cómo se desarrolló
por parte de ambos bandos conociendo las vicisitudes de una batalla
cruel y sin piedad donde sólo había una opción para sus habitantes
y las tropas soviéticas: resistir y morir o morir a manos de los
comisarios políticos por no cumplir su deber de morir por la patria
soviética, no hubo escapatoria y tampoco para el invasor nazi cuando
se cerró el cerco sobre el VI Ejército...
Antony
Beevor, educado en Winchester y Sandhurst, fue oficial regular del
ejército británico. Abandonó el ejercito tras cinco años de
servicio y se trasladó a París, donde escribió su primera novela.
Ganó el Runciman Prize en 1992 y es Caballero de las Artes y las
Letras del gobierno francés. `Stalingrado´ le valió ganar el
Samuel Johnson Price para obras de no ficción en su primera
convocatoria, el Wolfson History Prize y el Hawthornden Prize siendo
el primero de sus libros traducidos al español.
Datos
sacados de la contraportada y actualizados al año de edición aunque
en Internet podéis encontrar más información sobre el autor, y sin
más verborrea unos breves pasajes que os inciten a su apasionante
lectura:
Stalin
no quiere creer la realidad...
"Stalin,
que se había negado a aceptar la posibilidad de una invasión hasta
la tarde de ese sábado, todavía sentía terror de provocar a
Hitler. Goebbels, con alguna justificación, lo comparaba con un
conejo hipnotizado por una serpiente. Una serie de informes de los
guardias fronterizos hablaba de que en los bosques al otro lado de la
frontera se mantenían encendidos los motores de los tanques; que
ingenieros militares alemanes construían puentes sobre los ríos y
rompían las barreras de alambres de púas frente a sus posiciones.
El comandante del distrito militar especial de Kiev advertía que la
guerra comenzaría en cuestión de horas. Llegaban informes de que en
los puertos del Báltico, las naves alemanas habían parado
súbitamente de cargar y navegaban de regreso a su país. Sin
embargo, Stalin, el dictador totalitario, todavía no podía aceptar
la idea de que los acontecimientos podían estar fuera de su control.
Esa noche, después de largas discusiones en su estudio con los altos
comandantes del Ejército Rojo, Stalin aceptó despachar en clave un
aviso a todos los cuarteles de los distritos militares en el oeste:
`En el curso del 22 al 23 de junio de 1941, es posible que los
alemanes ataquen por sorpresa los frentes de Stalingrado y los
distritos militares especiales del Báltico, del oeste, de Kiev y de
Odessa. La tarea de nuestras fuerzas es no ceder ante cualquier
provocación que suscite complicaciones importantes. Al mismo tiempo
las tropas... deben estar completamente preparadas para el combate,
para responder a un posible ataque sorpresa de los alemanes y sus
aliados´. La marina y algunos altos oficiales, habían ignorado
calladamente las órdenes de Stalin contra la movilización, pero,
para muchas unidades, la advertencia, que no salió hasta pasada la
medianoche, llegó demasiado tarde."
El
general invierno en la Operación Tifón...
"El
invierno había llegado con toda su fuerza, con nieve, vientos
gélidos y temperaturas por debajo de los 20 grados bajo cero. Los
motores de los tanques alemanes se congelaban como una roca. En la
línea de frente, los exhaustos soldados de la infantería cavaban
búnkeres para protegerse del frío y de las bombas enemigas. El
suelo había comenzado a congelarse tanto que primero necesitaban
encender dos grandes hogueras, antes de intentar excavar. El estado
mayor y la retaguardia ocupaban las casas campesinas, expulsando a
los civiles rusos en la nieve. El rechazo de Hitler a considerar una
campaña invernal significó un tremendo sufrimiento para los
soldados. `Muchos hombres caminan con los pies envueltos en papel y
hay una gran escasez de guyantes´, escribió el comandante de un
cuerpo blindado al general Paulus. Excepto por sus cascos en forma de
cubo muchos soldados alemanes eran apenas identificables como
miembros de la Wehrmacht. Sus propias botas, altas, ceñidas y
forradas de acero aceleraban el proceso de congelamiento, de modo que
recurrieron a robar ropa y zapatos a los prisioneros de guerra y a
los civiles. La operación Tifón pudo infligir enormes bajas al
Ejército Rojo, pero significó para la Wehrmacht, más pequeña,
irreparables pérdidas en términos de soldados y oficiales
preparados. El capellán de la 18ª división blindada escribió en
su diario: `Esta no es ya la antigua división. Todas son caras
nuevas. Cuando uno pregunta por alguien, recibe siempre la misma
respuesta: está muerto o herido´."
Machacando
Stalingrado desde el aire...
"El
ataque aéreo contra Stalingrado, el más concentrado en el Ostfront,
representaba la culminación de la carrera de Richthofen desde
Guernica. Los aviones de la 4ª flota aérea realizaron un total de
1.600 incursiones ese día y lanzaron 1.000 toneladas de bombas
perdiendo sólo tres máquinas. Según algunas estimaciones, había
casi 600.000 personas en Stalingrado, y 40.000 fueron muertas durante
la primera semana del bombardeo. La razón de por qué tantos
ciudadanos y refugiados aún permanecían en el margen occidental del
Volga era típica del régimen. La NKVD había requisado casi todas
las embarcaciones, adjudicando una prioridad mínima a la evacuación
de la población civil. Después Stalin, al decidir que no se debía
consentir el pánico, rehusó permitir a los habitantes de
Stalingrado que fueran evacuados por el Volga. Esto, pensaba,
forzaría a las tropas, especialmente a las milicias localmente
reclutadas, a defender la ciudad más encarnizadamente. Uno de los
muchachos atrapados allí con sus madres observaba: `Nadie se
molestaba por los seres humanos. Éramos sólo carne de cañón´."
Conseguir
un permiso lejos del frente de Stalingrado...
"Los
pensamientos ya estaban ocupados en la Navidad: la `fiesta más
bonita de todo el año´. Los soldados comenzaron a hablar de los
regalos con sus esposas. El 3 de noviembre de 1942, una división dio
a conocer sus `pedidos de instrumentos musicales, juegos,
decoraciones del árbol de Navidad y velas´. Se plantearon los
turnos de licencia, una cuestión que suscitaba más esperanzas y
más decepciones que ninguna otra. Paulus insistió en que la
prioridad fuera dada a los soldados `que habían estado en el teatro
de operaciones oriental sin una pausa desde junio de 1941´. Para
los afortunados que salieron para el largo viaje, el tiempo pasaba
desapercibido en una sensación de irrealidad. El hogar parecía
tener la calidad onírica de una existencia previa.- De vuelta entre
sus familias, los hombres encontraban imposible hablar sobre sus
experiencias. Muchos se sintieron consternados al descubrir cuán
pocos civiles tenían una idea de lo que estaba pasando. Lo peor de
todo: era totalmente inútil informarlos, pues esto significaba que
sus esposas se angustiarían más. La única realidad ahora parecía
ser una existencia de pesadilla de la que no podían escapar. Era
humano sentirse tentado por la idea de deserción, pero pocos la
consideraban seriamente. El resultado más vivido de su partida era
decir adiós. Para muchos, fue la última vez. Sabían que estaban
reingresando el infierno cuando pasaban por el letrero de la
principal vía a Stalingrado: `Entrada a la ciudad prohibida. Los
visitantes ponen sus vidas y las de sus compañeros en riesgo´.
Muchos encontraron difícil decidir si ésta era o no una broma."
Problemas
de salud en las tropas alemanas cercadas...
"
La desnutrición grave también redujo la capacidad de un paciente
para sobrevivir a las enfermedades infecciosas, tales como la
hepatitis y la disentería, en los inicios del periodo del cerco, y
las enfermedades más graves al final, particularmente la fiebre
tifoidea y el tifus. En la estepa no había agua para lavarse, menos
aún para lavar la ropa, simplemente porque no había combustible
suficiente para derretir la nieve y el hielo. `Pocas cosas nuevas hay
por aquí -escribió un teniente de granaderos blindados de la 29
división motorizada de infantería- . Al principio de la lista está
el hecho de que cada día estamos más infestados de piojos. Los
piojos son como los rusos. Matas uno, diez nuevos aparecen en su
lugar.´ los piojos serían los portadores de la epidemia que
diezmaría a los supervivientes de Stalingrado. Las preocupaciones
inmediatas del personal médico, sin embargo, todavía se centraban
en la debilidad por la falta de alimento. `Lentamente, nuestros
valientes combatientes se vuelven decrépitos´, escribió un doctor
ayudante. Proseguía relatando una amputación a la altura del muslo
que había realizado sin ningún tipo de anestesia a la luz de las
antorchas en un refugio. `Uno se siente apático hacia todo y sólo
puede pensar en la comida.´"
Prisioneros
rusos atrapados en el cerco...
"El
dolor del hambre de los soldados alemanes en el Kessel eran realmente
fuerte, pero otros sufrían mucho más. Los 3.500 prisioneros rusos
de guerra en los campos de Voroponovo y Gumrak estaban muriéndose a
un ritmo que se aceleraba rápidamente. Varios oficiales alemanes se
sintieron hondamente conmocionados al descubrir en enero (1943) que
estos prisioneros se vieron reducidos al canibalismo e hicieron
informes orales de esto. Cuando las tropas rusas llegaron a los
campos a fines de enero, las autoridades soviéticas aseguraron que
sólo quedaban veinte hombres vivos de un total de 3.500. El
espectáculo que recibió a los soldados rusos -a juzgar por la
película tomada por las cámaras de noticiarios que llegaron al
lugar- era por lo menos tan terrible como los que se vieron al llegar
a los primeros campos nazis de la muerte. En Gumrak, Erich Weinert
describió la escena: `En un barranco encontramos un gran montón de
cadáveres de prisioneros rusos, casi desnudos, tan delgados como
esqueletos´. Las escenas, particularmente las de
`Kriegsgefangen-Revier´ filmadas en Voroponovo, pudieron haber hecho
mucho paea endurecer los corazones del Ejército Rojo hacia los
recién derrotados. Muchos de los miles de Hiwis todavía adscritos
alas divisiones alemanas estaban famélicos también. Girgensohn,
después de realizar una autopsia en un cadáver, le dijo al oficial
alemán encargado que este hiwi en particular había muerto de
hambre. Este diagnóstico `lo dejó completamente atónito´. Aseguró
que los hiwis recibían las mismas raciones que los soldados
alemanes. Muchos eran tratados bastante bien por sus oficiales
alemanes, y hay numerosos relatos que muestran la confianza mutua en
la última batalla. Pero para entonces los rusos con uniformes
alemanes sabían, y los ejércitos soviéticos que los rodeaban iban
acompañados por tropas de la NKVD esperando para ocuparse de ellos."
Paulus
prisionero del Ejército Rojo...
"El
mariscal de campo Paulus, acompañado por el teniente Lev Beziminski,
de la inteligencia del Ejército Rojo, era conducido desde el cuartel
general del 64º ejército en el coche de su propio estado mayor al
cuartel general del frente del Don fuera de Zavarikino, a unos 80 km
de Stalingrado. Schmiidt y Adam le seguían escoltados en otro
coche. Les mostraron sus alojamientos, otra izba de planta
pentagonal. Un destacamento permanente de guardas bajo el mando del
teniente C. M. Bogomolov los esperaba. Los otros `generales de
Stalingrado´ fueron traídos a otra izba cercana, donde eran
vigilados por el teniente Spektor y un pelotón de hombres.
Bogomolov y sus hombres, agudamente conscientes del momento
histórico, miraban a sus prisioneros con fascinación. Paulus por su
alta estatura tuvo que agacharse para entrar. Siguiendo el ejemplo de
Adam, había dejado la gorra del uniforme por una ushanka. Todavía
usaba el uniforme de capitán general. Paulus fue seguido por el
general Schmidt y el coronel Adam, quien impresionó a sus guardas
con su `conocimiento bastante bueno del ruso´. El soldado chófer de
Paulus vino al final trayendo sus pesadas maletas. El Mercedes del
estado mayor pasó rápidamente a poder dfel general W. I. Kazakov,
el comandante de la artillería del frente."
Libro
apasionante que se devora de un tirón gracias al estilo ágil, ameno
y dinámico del autor que nos permite tener una visión de la
batalla desde todos los ángulos. Ideal para amantes de las hazañas
bélicas, lectura de turno de noche tranquilo y en general para
conocer los entresijos y vicisitudes de una batalla que significó el
inicio del crepúsculo de los dioses para la maquinaria de guerra
nazi que perdió con el VI ejército tropas veteranas y curtidas en
combates así como material de guerra. Muy apropiado ahora que
Ucrania sufre el expansionismo ruso para recordarnos la miseria,
muerte y destrucción que genera la guerra...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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