The Adversiter Chronicle

sábado, 21 de septiembre de 2024

"Butaca de patíbulo", suplemento cinematográfico cutre

Suplemento cinematográfico cutre de The Adversiter Chronicle

JUEGOS DE GUERRA (1983)
      (War Games)

El género de cine para adolescentes vivió su edad dorada en los 80´s. Eran películas dirigidas al público joven y adolescente de EEUU pero a este lado del Telón de Acero también gozaban de éxito en taquilla y que servían para foguear y presentar al público a jóvenes talentos que hoy son estrellas consagradas alguno de ellos y ellas, podemos citar a Tom Cruise, Robert Downey Jr., y Ethan Hawke por citar ejemplos. Por lo general el esquema era el de chico quiere a chica pero ella tiene una cohorte de admiradores y se hace imposible conseguir llamar su atención. El entorno era el típico de viviendas en urbanizaciones, ambiente estudiantil y la alegría juvenil antes de cumplir los dieciocho, con padres típicos con sus cosas y que muchas veces no comprenden a su hijo y éste tiene una vida paralela con sus rollos de estudiante. La crítica no era muy benevolente con el cine para adolescentes, considerado simple cine de consumo del que te olvidabas cuando se encendían las luces al acabar la proyección. En realidad es un género que sigue actualmente con otras coordenadas como siempre sucede, pero ha dado títulos que forman parte de la historia del cine y de la memoria de toda una generación que recuerda Risky Bussines también de 1983 o la mítica Porky´s de 1981 por citar de nuevo un par de ejemplos...

El equipo de cata cinematográfica no dudamos un momento en aparcar los trastos de faena y, bien provistos de pistachos y birras frías, nos dispusimos a paladear esta producción de 1983 dirigida por el siempre fiable y solvente del británico John Badham que había saboreado las mieles del éxito en Hollywodd con Fiebre del sábado noche en 1977 y, también en 1983, dirigió ese capítulo piloto con hechuras de película de cine que fue Trueno Azul. Guion a tres bandas a cargo de Walon Green, Lawrence Lasker, Walter F. Parkes para una película que trasciende su género, que lo es, de cine para adolescentes y también es una película de la Guerra Fría y un convencido alegato pacifista. También anticipaba el futuro de computadoras conectadas entre sí, pirateo informático y una ventana a lo que los nativos digitales definen como `la prehistoria de los videojuegos´ y que harán derramar una lágrima de nostalgia a quienes eran adolescentes entonces. Hay una célebre frase de un alto cargo soviético que dijo en una ocasión que mientras los escolares de EEUU, y en 1983 ya los escolares a este lado del Telón de Acero, jugaban en sus casas programando ordenadores a la URSS le llevaba tres años entrenar a un recluta en el manejo de los mismos. Y fue esta película lo que provocó aquel comentario.

El argumento es atractivo y plenamente actual, un joven estudiante de feliz vida es un auténtico friki de los videojuegos y dispone en su casa de un equipo doméstico informático que le permite acceder a empresas de videojuegos y también de alterar sus notas escolares, todo ello desde el ordenador. Cuando intentaba entrar en el sistema de un fabricante de videojuegos se topa con su catálogo de videojuegos, desde póker a guerra mundial termonuclear. En realidad el protagonista ha penetrado en el sistema de una nueva computadora que ha reemplazado al factor humano en la fase final de lanzar un ataque a la URSS desde los silos de misiles debido a que un porcentaje de soldados encargados de girar la llave de lanzamiento no lo hacen ante el temor de que fuera una falsa alarma como quedó demostrado en el último simulacro. Cuando el joven protagonista se percata de que en realidad ha penetrado en el sistema de defensa del NORAD comenzará una carrera contra reloj con los militares pisándole los talones mientras busca con su amiga al programador de la computadora del NORAD. No contamos más porque si nunca la has visto merece la pena verla y quienes ya la conocemos se ve con agrado.

Los jóvenes protagonistas son unos jóvenes Matthew Broderick y Ally Sheedy, jóvenes promesas por entonces, que interpretan a la perfección a sus personajes, juveniles y lozanos de vida feliz. Se rompe la pauta de chico que quiere a chica porque ni él es feo con gafas ni ella la estrella del equipo de animadoras con todos los jugadores de fútbol americano detrás de sus piernas y resto de atributos erótico-festivos. Ambos son compañeros de instituto y ella sube sin complejos a la habitación del chico para mostrarle como trastea con su ordenador. Logran pasar de la alegría juvenil a la sorpresa primero, el temor después y aterrorizados ante lo que una máquina puede desencadenar, que no era otra cosa que una guerra termonuclear donde nadie ganaría...

Están secundados por un siempre genial de Barry Corbyn que interpreta de forma magistral al Jefe del NORAD con sus modales y humor castrense, con hilo directo al Presidente de EEUU y que mira con suspicacia, también alerta, las innovaciones tecnológicas del contratista privado que sólo busca saciar su avaricia, que sabe que los hombres bajo su mando están más que preparados para responder a un ataque nuclear y que con paternalismo castrense se opone a dejar en manos de una máquina, de una inteligencia artificial, el botón de lanzamiento nuclear. Y cuando llega el momento de decidir supone la última defensa entre el holocausto nuclear o parar los circuitos de la computadora.

Y tenemos a John Wood que interpreta al padre de la criatura y que tras perder a su esposa e hijo en un accidente cae en la pesadumbre existencial, renegando de su creación al servicio de la guerra, refugiado en filosofar a quien pille por banda que el ser humano se auto exterminará en la tercera guerra mundial que será la última y el planeta, al igual que sucedió con la extinción de los dinosaurios, se recuperará y surgirá otra especie inteligente, y que según su visión serán las abejas. En realidad es una metáfora del disidente soviético Andréi Sajárov, el padre de la bomba termonuclear soviética que cuando se percató de la mortandad y destrucción que era capaz de causar tal armamento se convirtió en disidente, pero también un doctor Frankenstein que se aleja de su criatura para caer en la autocompasión y no afrontar la realidad...

La película ya decimos que trasciende su género de cine para adolescentes y la convierte en historia del cine, representativa de una época, anticipando el futuro a donde llevaba el desarrollo informático en 1983, película de Guerra Fría y un alegato pacifista que tiene su broche de oro en las pantallas de la computadora mostrando todas las posibles formas de una guerra termonuclear en un brillante montaje de imágenes de las pantallas con los lanzamientos y los impactos. Alertaba del peligro de confiar en las computadoras, o delegar, para la toma de decisiones finales y el inquietante aspecto de que la computadora aprende de sus errores lo cual es una realidad en la actualidad. Alicientes de sobra para una película que vista ahora gana más enjundia pese a que la crítica la considere casi una anécdota de un genero despreciado por la misma en la mayoría de los casos como es el género de cine para adolescentes sin querer ver más allá de historias románticas de chico quiere a chica y ésta ni siquiera sabe que existe.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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