Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
– La Primera Guerra Mundial al descubierto-
Autor:
The History Channel Iberia
Editorial:
Random House Mondadori S.A.
Edición:
Primera edición, noviembre
2013
La propuesta de hoy es un delicioso viaje a la Gran
Guerra de la mano del prestigioso Canal HISTORIA, todo un referente
en documentales y que nos ofrece en formato libro una panorámica de
la guerra y sus protagonistas: soldados, civiles, políticos y cómo
cambió para siempre la sociedad mundial y europea. Mediante diversos
ensayos que suponen una introducción que dejan con gana de
profundizar más en los temas expuestos, nos introducimos en la época
y veremos los cambios en el arte de la guerra, la mujer y su papel en
la sociedad y el fin de un mundo que sólo fue una parte de lo que
sería el siglo XX en cuanto a guerras y conflictos se refiere,
tampoco lo estamos haciendo mal en el siglo XXI. Dedica además un
capítulo a España y su circunstancia como país neutral así como
el papel del monarca Alfonso XIII y su oficina de ayuda a familiares
de soldados de ambos bandos.
Reconocido durante cinco años consecutivos como mejor
canal temático por la Academia de la Televisión, HISTORIA emite las
producciones internacionales más prestigiosas y apuesta por la mejor
producción propia. Referente de producciones actuales, ganadoras de
numerosos premios, la marca de calidad HISTORIA despierta la
curiosidad del espectador haciendo de la Historia algo vivo,
sorprendente, entretenido y accesible. Producido en España desde
1998, HISTORIA es fruto del acuerdo entre Chello Multicanal y A+E
Television Networks, creadora de HISTORY, que está presente en
ciento cincuenta países y llega a más de trescientos millones de
abonados en todo el mundo.
Información sacada de la contraportada y actualizada al
año de edición. Y sin más preámbulos, unas breves reseñas que os
inciten a su apasionante lectura:
La economía en 1914...
"En
1914 el mundo se había integrado completamente en el entramado
económico que tenía como polo dinamizador Europa y Estados Unidos,
asegurando de este modo que el crecimiento económico de Occidente
continuase después de más de un siglo de marcha sin descanso.
Muchas veces se ha recordado una célebre frase de Keynes en la
que afirmaba que `el habitante de Londres podía pedir por teléfono,
mientras bebía su té matutino en la cama, los más variados
productos de toda la tierra´, refiriéndose al hecho de que el
comercio mundial y el avance de la técnica habían hecho posible la
eliminación de fronteras económicas antes de la Gran Guerra. De
hecho, desde finales del siglo XIX, la política británica apostó
por reforzar la vía industrializadora abandonando por completo la
agricultura. Ello era posible gracias a que los avances en la
navegación y en la conservación de alimentos ( ya existían los
primeros barcos frigoríficos) permitían las importaciones de
productos básicos de puntos tan distantes como Argentina, Estados
Unidos o Australia. Pero también significaba, como iría comprobando
con el paso de los años el gobierno británico, que dejar el
sustento de su población al albur de las importaciones
intercontinentales podía ser un punto débil demasiado evidente en
caso de guerra."
Alemania reclama su sitio como potencia...
"A
pesar de su clamoroso error, el káiser seguía dispuesto a avanzar
en su proyecto, que necesariamente debía tener una dimensión
mundial. En el resto de los gobiernos europeos estas ambiciones
comenzaban a levantar recelos, aunque algunos líderes o no se
enteraban o no querían dar a Alemania el estatus que reclamaba. En
palabras de Briggs y Clavin, `Guillermo II estaba fascinado por la
Weltpolitik (política mundial) apoyada en el poderío naval que le
recomendaban alguno de sus consejeros, sobre todo el almirante Alfred
von Tirpitz, mientras que Delcassé (ministro francés de Asuntos
Exteriores) simplemente creía que Alemania era el `enemigo
hereditario´ de Francia. Efectivamente el nuevo medio que ideó el
káiser fue el de dotar a Alemania de un poderío naval equiparable
al de Gran Bretaña. En 1898 Tirpitz presentó al emperador un
proyecto para que se construyese una flota de combate en el Mar del
Norte que si no pudiese llegar al tamaño de la británica por lo
menos tuviese las dimensiones suficientes para que el enemigo se lo
pensase dos y más veces antes de lanzar un ataque. Ese mismo año se
aprobó el proyecto mediante una ley naval y Alemania comenzó a
construir buques de guerra con una tecnología superior a la de los
buques británicos, unos buques que presentaba como necesarios para
proteger sus colonias y su comercio. Eran del tipo llamado Grosser
Kreuzer o Schlachtkreuzer (crucero de batalla), tan potente como un
acorazado clásico pero más rápido, y durante la contienda se
mostrarían en muchas ocasiones superiores a los navíos británicos
en el uno contra uno."
El Imperio Otomano...
"En
la primavera de 1915, mientras los británicos desplegaban su
operación anfibia en Galípoli, los rusos contraatacaban en el
Cáucaso emprendiendo además una política de desestabilización
interna para dañar la resistencia turca. La cristiana Armenia se
encontraba dividida entre el Imperio ruso y el otomano, y los rusos
jugaron la baza de la solidaridad religiosa para levantar a los
armenios súbditos del sultán. Había cuatro brigadas armenias
alistadas en el ejército ruso y el patriarca ortodoxo de la Armenia
rusa hizo una llamada al levantamiento. Todavía se discute si esta
iniciativa tuvo o no éxito, pero lo que siguió fue uno de los
episodios más negros de la guerra. En palabras de Niall Ferguson,
`la criminal campaña lanzada contra los armenios entre 1915 y 1918
fue, sin embargo, cualitativamente distinta (a las anteriores), hasta
el punto de que actualmente existe la opinión generalizada de que se
trató del primer genocidio merecedor de tal nombre´ ( de hecho, la
palabra `genocidio´ sería inventada para el caso armenio por el
jurista judío polaco Rafael Lemkin). El gobierno turco identificó a
partir de entonces a los armenios con una `quinta columna´ rusa en
el interior, por lo que comenzó campañas sistemáticas de saqueos,
asesinatos, violaciones y deportaciones en un río de sangre que
tardaría mucho en secarse, pese a las protestas e informes
detallados de parte del cuerpo diplomático (especialmente del
embajador de Estados Unidos, Henry Morgenthau) y de varios misioneros
occidentales."
Revolución rusa con una guerra de fondo...
"Ese
mismo día el comité de la Duma anunció la formación de un
gobierno provisional en el que los kadetes ocuparon la mayoría de
las carteras y a cuyo frente se puso el príncipe Lvov.
Inmediatamente éste anunció una serie de reformas: reconocimiento
de los derechos civiles, abolición de todos los privilegios sociales
y convocatoria de una Asamblea Constituyente para la que votarían
todos los adultos mayores de veintiún años (incluidas las mujeres).
Dos días después se solventó la cuestión sucesoria declarando
Rusia una República, aunque los diferentes partidos no se ponían de
acuerdo sobre qué tipo de república deseaban. En el interín se
decidió recluir a la familia imperial como medida preventiva, siendo
enviada a Tobolsk (Siberia occidental). La situación que surgió de
la Revolución de Febrero fue una dualidad de poderes. Por un lado,
el gobierno provisional pretendía recoger la legitimidad de las
instituciones tradicionales, pero la realidad era que había sido
nombrado or una Duma elegida antes de la guerra y mediante un
sufragio muy restringido, por lo que dicha legitimidad era
cuestionable. Al tiempo el soviet de Petrogrado se arrogaba la
capacidad de dirigir la política de la nueva etapa y su ejemplo fue
seguido en las principales ciudades, donde también se formaron
soviets de soldados y obreros. La cuestión más urgente en ese
momento fue qué hacer con la guerra. Los kadetes impusieron en el
gobierno provisional su visión de continuar con la contienda
respetando los compromisos internacionales que había adquirido el
gobierno del zar, mientras que mencheviques y eseristas eran sólo
partidarios de una guerra defensiva para rechazar la ocupación
alemana. Los bolcheviques fueron los únicos que denunciaron la
continuidad del conflicto, aunque estaban en franca minoría. La
postura mayoritaria en los soviets era la de mencheviques y
eseristas, que presionaban desde ellos al gobierno para que
acometiese reformas que beneficiasen a obreros y campesinos. Pero la
continuidad de la guerra cayó como un jarro de agua fría sobre la
población, cuya resistencia se estaba llevando al límite para el
mantenimiento de un conflicto que sentían como algo ajeno."
Combatientes de trinchera...
"Como
si de hormigas se tratase, los soldados desarrollaron su vida
cotidiana en aquel inverosímil mundo de pasillos subterráneos. Para
optimizar los recursos y no quemar su moral, los mandos prohibieron
la permanencia constante en la línea de fuego, estableciendo un
sistema de rotación entre las trincheras de primera línea, de apoyo
y de reserva, por periodos de entre tres días y una semana. Tras
haber pasado por las tres líneas se permanecía una semana completa
en la retaguardia,, donde se realizaban labores de entrenamiento y
organización. Era prácticamente la única posibilidad de descansar,
ya que sólo ocasionalmente se concedían permisos. La organización
del tiempo en las trincheras de primera línea seguía un patrón
bastante definido. La jornada comenzaba una hora antes del amanecer,
momento en el que se imponía el estado de alerta, ya que el alba era
el momento preferido para atacar. Si la suerte sonreía ese día el
sol se alzaba sin novedad en el horizonte, lo que significaba que no
habría ataque. Sólo entonces los soldados se organizaban en
pequeños grupos para preparar el desayuno. En el caso de los
británicos éste consistía en té, pan y tocino, que a veces se
acompañaba con dos cucharadas soperas de ron, que las autoridades
militares estimaban como un medio apropiado para mantener el tono de
la tropa. Era muy apreciado por los soldados y antes de lanzar una
ofensiva los mandos acostumbraban a aumentar la ración diaria."
Economía de guerra...
"Para
garantizar la producción en todos los países se aceptó negociar
con los sindicatos (o arbitrar entre éstos y los empresarios) en un
intento de evitar que las huelgas u otros conflictos laborales
comprometiesen las necesidades del ejército. Aunque en un principio
los sindicatos proclamaron una tregua industrial llevados por la
exaltación patria de los primeros momentos, diferentes cuestiones
fueron agriando el ambiente laboral. El más importante fue el de la
introducción de mujeres y adolescentes en las fábricas para
sustituir a los obreros, puesto que se temía que los nuevos
trabajadores arrebatasen su puesto a los que estaban en el frente
(aunque se aseguraba que abandonarían el mercado laboral una vez
acabada la guerra) o que al regreso de los obreros-soldados los
empresarios les bajasen el sueldo, puesto que quienes les estaban
sustituyendo cobraban mucho menos. Pese a todo los resultados fueron
positivos y permitieron a cada contendiente prolongar el esfuerzo de
guerra. El continente que había extendido por el mundo las ideas
del liberalismo económico basadas en el libre cambio y en dejar
actuar al mercado sin restricciones comenzó a aplicar con fuerza la
intervención estatal amparándose en el principio de necesidad.
Definitivamente, la economía de mercado había sido movilizada en el
gigantesco intento de ganar la guerra."
Mujeres en el frente...
"Probablemente
la ocupación más frecuente de las voluntarias en el frente fue la
de enfermera. Aunque todas ellas sabían lo que podían esperar en
los hospitales, los primeros contactos con la brutalidad de la nueva
guerra resultaron para muchas demoledores. Los paisajes de cuerpos
espantosamente mutilados o de heridos hacinados en el suelo esperando
a ser atendidos ponían ante sus ojos el terrorífico coste humano
del conflicto. La enfermera norteamericana Laura Frost recordaba con
tristeza su primera experiencia en el frente francés: `Es posible que
si no me hubieran asignado a la sección de amputaciones, la primera
impresión no habría sido tan devastadora. Pero ayudar a vendar esos
muñones temblorosos y oír las bromas de los heridos en medio de sus
desgracias superó todas mis fuerzas y lloré durante toda mi primera
jornada´. Las extensas jornadas en los hospitales llevaban al
personal médico y sanitario al borde de la extenuación ya que
normalmente ni las camas, ni los quirófanos ni los brazos
disponibles para trabajar eran suficientes para atender la marea
humana que llegaba a ellos tras los días de batalla. Ellen LaMotte,
en la obra que publicó a partir de sus experiencias de guerra,
describió la rutina delirante de aquellos hospitales: `Los días
malos son aquellos en los que el constante rugido de los cañones
hace que las pequeñas baracques (barracones) de madera retumben y se
entremezclan, y cuando las proicesiones interminables de ambulancias
se acercan para traer hombres maltrechos, destrozados, y después se
marcahn de nuevo, para regresar cargadas de más despojos humanos.
Las camas de la salle d´attente (sala de espera), en la que las
ambulancias descargan, se llenan de bultos cubiertos por mantas (...)
a veces dichos bultos, que no son otra cosa que hombres, gimen o
guardan silencio. En el suelo yacen montones de ropa, sucia, llena de
lodo, empapada de sangre, arrancada o cortada de los cuerpos
silenciosos que ocupan las camas (...) Hay camillas tiradas por el
suelo del pasillo, y apoyadas en las paredes de la sala de
operaciones, y no cesan de llegar ambulancias todo el tiempo´."
Déficit de hombres...
"Entre
1914 y 1918 murió el 9 por ciento de los hombres británicos menores
de cuarenta y cinco años (unos setecientos mil hombres en total), de
modo que poco después de terminar la guerra el número de mujeres en
edad de contraer matrimonio superaba ampliamente el de varones
disponibles. La imposibilidad de acceder al matrimonio se convirtió
en una dura realidad tanto para muchas mujeres que se habían educado
para él como para sus familias, pues con ello se abría el problema
de garantizar el futuro de las hijas. La posibilidad de que las
jóvenes de clase media se formasen para ocupar trabajos del sector
terciario cobró entonces un interés inédito y su presencia en los
mismos se aceptó como algo necesario. Como recuerda a través de una
anécdota de la época la ensayista Virginia Nicholson, el trabajo de
las mujeres de clase media se asumió al tiempo que la posibilidad de
su soltería: `En 1917, la directora del instituto femenino de
Bournemouth se dirigió a una asamblea de sexto curso (la mayoría
guardaba luto por algún miembro de su familia) de la siguiente
manera: <<Voy a deciros algo terrible. Sólo una de cada diez
de vosotras se casará. Y no es una predicción mía. Es un dato
estadístico. Casi todos los hombres que se podían haber casado con
vosotras están muertos. Debéis abriros paso en este mundo lo mejor
que podáis. La guerra ha dejado más huecos para las mujeres que
antes, pero tendréis que luchar, tendréis que esforzaros>>´.
La conquista del mundo del trabajo para las mujeres de clase media
fue una de las grandes herencias de la guerra (las de clase obrera
trabajaban antes del conflicto y continuaron haciéndolo, por lo
general en peores puestos, después de él), pero probablemente la
más importante de todas ellas en la construcción de un modelo
social más igualitario entre hombres y mujeres fue el reconocimiento
de su derecho al voto."
Breves esbozos de un libro que se devora de un tirón y
permite comprender de forma amena e interesante un conflicto que
marcó para siempre un punto de inflexión en las guerras con el
concepto de guerra total donde las poblaciones civiles se
convirtieron también en campo de batalla para buscar desgastar al
enemigo, plenamente vigente más de un siglo después como podemos
ver todos los días en la guerra de Ucrania contra el invasor ruso y
en Israel con su guerra contra Hamas, por no citar los conflictos
olvidados en África. Lectura ideal para periodo vacacional, turnos
de noche tranquilos y para amantes de hazañas bélicas. También
para comprender cómo hemos llegado hasta aquí con grandes avances
que han hecho avanzar a la Humanidad pero al coste de millones de
muertos en una guerra que nadie deseaba y que era el principio de los
conflictos posteriores cuyas consecuencias aún siguen vigentes.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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