Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Christopher Clark
Editorial:
Galaxia Gutemberg, S. L.
Traducción:
Irene Cifuentes y Alejandro
Pradera
Edición:
Mayo 2015
Fue un conflicto que terminaría con todos los
conflictos y a su fin todo un mundo había desaparecido y marcaría
al resto del siglo XX, curiosamente cien años después se repiten
algunos aspectos que dieron lugar a la Gran Guerra. Posiblemente
todos sepamos que comenzó con un atentado en Sarajevo, los más
avezados, ellas siempre son avezadas, recordarán que la víctima fue
el archiduque de Austria y los más atentos en clase puede que
recuerden que era heredero del Imperio Austro-Húngaro. Pues el
título de hoy nos ofrece sumergirnos en los años previos para
comprender cómo una guerra que ningún imperio europeo deseaba se
convirtió en una guerra sangrienta que cambió la Historia. Con
estilo ágil de periodista y de forma comprensible, conoceremos lo
que se cocía en Europa con Rusia apoyando el expansionismo serbio,
las alianzas que obligaban a declarar la guerra si uno de sus
miembros era atacado, las cancillerías con sus protagonistas y las
impresiones de los informes que enviaban embajadores,
nos sumergiremos en el Gran Juego como nunca lo habíamos visto y que
guarda escalofriantes, salvando las distancias, parecidos con el
presente actual y la guerra en Ucrania o la guerra declarada por
Hamas contra el Estado de Israel.
La contraportada es parca en datos de Christopher Clark,
actualizados al año de edición, es catedrático de Historia Moderna
europea y Fellow del St. Catharine´s College de la
Universidad de Cambridge y autor de varios libros. En Internet se
puede encontrar más información y a continuación unos breves
pasajes que os inciten a descubrir su apasionante lectura:
La propuesta del libro...
"Un
razonamiento principal de este libro es que los sucesos de julio de
1914 sólo tienen sentido cuando explicamos los trayectos realizados
por quienes tomaron las decisiones más importantes. Para ello,
tenemos que hacer algo más que repasar la sucesión de `crisis´
internacionales que precedieron al estallido de la guerra: debemos
comprender cómo se vivieron y tejieron aquellos acontecimientos en
relatos que estructuraron impresiones y motivaron comportamientos. ¿
Por qué los hombres que con sus decisiones llevaron a Europa a la
guerra se comportaban y veían las cosas como lo hacían? ¿Cómo es
que el sentimiento de temor y aprensión que hallamos en tantas
fuentes se asocia a la arrogancia y jactancia que encontramos a
menudo en los mismos individuos? ¿Por qué eran tan importantes esos
rasgos exóticos del escenario de preguerra tales como la cuestión
albanesa y el `préstamo búlgaro´, y cómoi se juntaron en las
mentes de los que tenían poder político? Cuando los que tomaban las
decisiones disertaban sobre la situación internacional o sobre las
amenazas externas, ¿veían algo real, o proyectaban sus propios
temores y deseos en sus adversarios, o ambas cosas? El propósito ha
sido reconstruir lo más vivídamente posible los `puestos de
decisión´ tan dinámicos que ocupaban los actores clave antes y
durante el verano de 1914."
Una pequeña y nacionalista Serbia...
"La
idea de la `unificación de todos los serbios´ venía respaldada por
una imagen mental de Serbia que guardaba poca relación con el mapa
político de los Balcanes a principios del siglo XX. Su expresión
política más influyente fue un memorándum secreto redactado por el
ministro del Interior serbio Ilija Garasanin para el príncipe
Alejandro Karadjordjevic en 1884. Conocido tras su publicación en
1906 como Nacertanije (del serbio antiguo nácrt, `borrador´), la
propuesta de Grasanin esbozaba un `Programa de política nacional y
exterior de Serbia´. Sería difícil exagerar la influencia de este
documento sobre generaciones de políticos y patriotas serbios; con
el tiempo se convirtió en la Carta Magna del nacionalismo serbio.
Garasanin empezaba su meorándum con la observación de que Serbia es
`pequeña, pero no debe permanecer en esa situación´. Sostenía que
el primer mandamiento de la política serbia debe ser el `principio
de unidad nacional´; con ello se refería a la unificación de todos
los serbios dentro de las fronteras de un Estado serbio: `Donde
habite un serbio, eso es Serbia´. El modelo histórico de esta
visión más amplia del Estado serbio era el imperio medieval de
Stepan Dusan, una extensa franja de territorio que, curiosamente,
abarcaba la mayor parte de la república serbia actual, la totalidad
de Albania de hoy día, gran parte de Macedonia y toda la Grecia
central y septentrional, pero no Bosnia."
La amenaza rusa al Imperio Británico...
"Los
británicos respondieron a la amenaza rusa con una política a dos
bandas. La primera entrañaba un acercamiento a Japón y Francia, y
la segunda la búsqueda de un acuerdo de reparto de poder con la
propia Rusia que quitara la presión sobre la periferia del Imperio
Británico. Después de la guerra chino-japonesa de 1894-1895, Gran
Bretaña y Japón compartían el interés en oponerse a que Rusia se
expandiera aún más. Japón era el `aliado natural´ de Gran Bretaña
en el Lejano Oriente, como dijo el ministro de Asuntos Exteriores
Kimberley en una carta de mayo de 1895 al representante británico en
Tokio. La amenaza que suponían las enormes fuerzas terrestres
japonesas para la frontera china de Rusia -a finales de 1895, 200.000
soldados japoneses habían entrado en Manchuria- compensaría la
vulnerabilidad de la periferia del Imperio británico en el norte de
la India. El rápido aumento de la flota japonesa proporcionaría
otro `contrapeso a los rusos´ y con ello aliviaría la presión sobre
las desbordadas flotas británicas. En 1901, tras un largo periodo de
acercamiento cauteloso, dieron comienzo las conversaciones con vistas
a una alianza formal: primero limitada a un pacto de defensa naval y
luego más global firmada en Londres el 30 de enero de 1902. la
Alianza Anglo-Japonesa, renovada en 1905 y 1911 (ampliando los
términos), se convirtió en parte integrante del sistema
internacional del mundo de preguerra."
Monarcas europeos...
"Los
monarcas eran actores simbólicos así como políticos, y en este
papel podían captar y concentrar las emociones y asociaciones
colectivas. Cuando unos parisinos curiosos se quedaron mirando
embobados a Eduardo VII despatarrado en una silla a la puerta de su
hotel fumándose un puro, tuvieron la sensación d estar mirando a
Inglaterra en forma de hombre muy gordo, a la moda y seguro de sí
mismo. En 1903, su ascenso triunfal en la opinión pública parisina
contribuyó a allanar el camino para la firma de la Entente con
Francia al año siguiente. A pesar de su filosofía política
autocrática y su escasísimo carisma, el déspota de modales suaves
Nicolas II fue recibido por los franceses como un héroe conquistador
cuando visitó París en 1896 porque le consideraban la
personificación de la Alianza franco-rusa. ¿Y quién encarnaba los
aspectos más inquietantes de la política exterior alemana -su
indecisión, falta de orientación y ambición frustrada- mejor que
el febril, indiscreto, propenso al pánico y autoritario káiser
Guillermo, el hombre que tuvo la osadía de aconsejar a Edvard Grieg
cómo dirigir `Peer Gynt´?. Tanto si el káiser elaboraba la
política alemana como si no, sin duda la simbolizaba en opinión de
los adversarios de Alemania."
La opinión pública...
"Los
periódicos semioficiales y los artículos `dictados´ en la prensa
nacional para comprobar el clima de opinión eran instrumentos
conocidos de la diplomacia continental. Ese periodismo al dictado se
hacía pasar por la expresión autónoma de la prensa independiente,
pero su eficacia dependía precisamente del grado en que los lectores
sospechaban que emanaba de la sede del poder. Por ejemplo, todo el
mundo entendía en Serbia que Samouprava representaba las opiniones
del gobierno; el Norddeutsche Allgemeine Zeitung estaba considerado
el órgano oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.; en
Rusia, el gobierno daba a conocer sus opiniones a través de su
propio periódico semioficial, Rossiya, pero de vez en cuando también
hacía campañas en otros periódicos más populares, como Novoye
Vremya. El ministro de exteriores francés, al igual que el alemán,
pagaba dinero de un fondo secreto a los periodistas y mantenía
estrechos lazos con Le Temps y la Agencia Havas, al tiempo que
utilizaba Le Matin, menos serio, para lanzar `globos sonda´."
El Imperio Otomano...
"Mucho
más grave que las discusiones por el control del Ferrocarril de
Bagdad fue la crisis que estalló en diciembre de 1913 por la llegada
de una misión militar alemana a Constantinopla. Tras su desastrosa
campaña en los Balcanes, el Gobierno otomano buscaba
desesperadamente ayuda extranjera para fortalecer sus Fuerzas Armadas
mediante reformas radicales. Aunque el alto mando militar otomano
consideró durante un tiempo la posibilidad de invitar a una misión
militar francesa, los socios más evidentes eran los alemanes. Sus
asesores militares habían tenido una presencia constante en
Constantinopla desde finales de la década de 1880 y durante los años
noventa, cuando `Goltz Pasha´ había dirigido los cursos de
formación para los cuadros de oficiales turcos. Pero aquella nueva
misión iba a ser de una escala mayor que los esfuerzos anteriores. A
su jefe iba a asignársele una función de mando ( que no tenían los
anteriores asesores, lo cual se consideraba un motivo crucial de su
fracaso), e iba a ser responsable de la totalidad de la instrucción
militar del Ejército otomano, incluida la formación del Estado
Mayor. También gozaría de poderes ilimitados de inspección
militar, y le acompañaba una falange de cuarenta oficiales alemanes
en servicio activo. Y lo más importante: en calidad de general al
mando del 1º Cuerpo de Ejército otomano, esa persona también iba a
ser responsable d ela defensa de los Estrechos y de la propia
Constantinopla. El hombre escogido para encabezar la misión fue el
teniente general Liman von Sanders, comandante de la 22ª División
en Kassel."
Se enciende la mecha...
"
La mañana del 28 de julio de 1914, el emperador Francisco José
firmó su declaración de guerra contra Serbia con una pluma de
avestruz, sentado ante el escritorio de su despacho en la villa
imperial de Bad Ischl. Ante él había un busto tallado en brillante
mármol blanco de su fallecida esposa. A su derecha tenía un
encendedor de puros último modelo, una aparatosa estructura de
bronce sobre una peana de madera oscura, cuyo cable trenzado llegaba
hasta un enchufe situado en la pared que había detrás del
escritorio. El texto seguía el formato de manifiesto que los
austriacos habían utilizado para declarar la guerra a Prusia en
1866. Para entonces, Belgrado ya era una ciudad casi desierta. Todos
los hombres en edad militar habían sido llamados a filas, y muchas
familias se habían marchado para refugiarse en casas de familiares
en el interior del país. La mayoría de los ciudadanos extranjeros
se habían ido. A las 2 de la tarde del 28 de julio, el rumor de la
inminencia de la guerra corrió como la pólvora por la ciudad. Las
ediciones especiales de los periódicos se agotaban en cuanto los
vendedores lograban ponerlas en la calle. Antes d eque concluyera el
día, dos barcos de vapor serbios que navegaban por el Danubio con un
cargamento de munición y minas habían sido apresados por
exploradores y guardias austriacos. Poco después de la una del
mediodía siguiente, las tropas serbias volaron el puente sobre el
río Sava entre Semlin (Zemun) y Belgrado. Las cañoneras autriacas
abrieron fuego, y tras una breve escaramuza, las tropas serbias se
replegaron. La noticia de que por fin se había declarado la guerra
llenó de alegría a Sigmund Freud, que a la sazón tenía cincuenta
y ocho años: `Por primera vez en treinta años, siento que soy un
austriaco, y tengo ganas de darle otra oportunidad a este Imperio no
demasiado prometedor. Toda mi lívido está dedicada a
Austria-Hungría´."
Breves muestras de una obra fascinante que hará las
delicias de amantes de la Historia y quien trate de comprender cómo
hemos llegado cien años después al mismo punto de partida, ha
cambiado la tecnología y sucumbido los imperios coloniales, pero
Europa vuelve a asomarse al precipicio de un conflicto continental que,
en realidad, es un conflicto global, un nivel más por encima de las
guerras mundiales del siglo XX reviviendo la Guerra Fría. Y tal vez
como ocurrió en 1914, los centros de poder y la sociedad seguimos
sonámbulos ante la tragedia que se está fraguando y que es realidad
en Ucrania y Oriente Medio. Y aunque la sociedad no es la misma de
1914 y estamos interconectados viviendo en la inmediatez, el Gran
Juego nunca se detiene y quienes olvidan su Historia están
condenados a repetirla...
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