Puedo ver desde el
acantilado una zona peatonal de las que hay en los barrios, un lugar
de paso flanqueado por pequeñas zonas arboladas. Ahora se ve
frondoso y dando sombra cuando hay día soleado, más adelante las
hojas van adquiriendo tonos marrones de diversas tonalidades hasta
que finalmente las hojas van cayendo y se ven las ramas, también los
bancos vacíos que se agradecen a la sombra cuando hay sol...
Estoy agradecido de la
vista, la visión en cada estación de esas zonas arboladas y el
privilegio de verlo desde lo alto resultan harto relajantes y
ensoñadoras, si le pongo música se logra una abstracción de paz
interior. Reconozco que me gusta más la observancia cuando las hojas
cambian de verde a marrón con sus diversas tonalidades, cada mañana
los árboles presentan sutiles variaciones de tonalidad...
Me encanta mirar la zona
arbolada desde el acantilado...
Sobre todo cuando no hay
alternativa por avería de la televisión...
¡Y la lavadora siempre
tiene el mismo programa!
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