The Adversiter Chronicle

miércoles, 6 de diciembre de 2023

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
El siglo soviético 
– Arqueología de un mundo perdido-
Autor: Karl Schlögel
Editorial: Galaxia Gutenberg, S. L.
Traducción: Paula Aguiriano Aizpurua
Edición: Primera edición, septiembre de 2021

A raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia bajo el régimen de Putin, resulta difícil comprender las ínfulas imperiales y que la ciudadanía rusa tolere o acepte una tiranía que no duda en sacrificar a sus súbditos sin protestar o rebelarse. La propuesta de hoy es un fascinante viaje a la extinta URSS pero no como una cronología de sucesos, efemérides y nombres, se trata de viajar al entorno cotidiano, las cosas que hacían que la ciudadanía soviética multicultural y étnica formaran parte de un todo dirigido desde el Kremlin e irradiado a la inmensidad del imperio soviético. El autor trata de rescatar del olvido como se vivió una época relativamente olvidada donde desde ir a un parque, tener una vivienda o simplemente una obra de arte formaba parte de un todo orquestado. Cada apartado tiene una ilustrativa introducción a la transición de la época zarista a la revolucionaria. Descubriremos que el paraíso del proletariado que superaría al sistema capitalista propiciando la revolución mundial era en realidad un mundo opresivo y dirigido que los proletarios del mundo capitalista ni acertaban a imaginar y donde quienes visitaban la URSS caían en el influjo del sistema comunista convirtiéndose en propagandistas y quienes viendo la realidad social y física de la URSS cayeron en el desencanto de ver en qué había quedado llevar a la práctica la revolución del proletariado...

Karl Schlögel, nacido en 1948, fue profesor de Historia de Europa del Este hasta su jubilación, primero en la Universidad de Constanza, y a partir de 1995 en la Universidad Europea de Viadrina. Es autor de numerosas e importantes obras en torno a la historia soviética y de Europa Oriental, además de un comprometido comentarista de la actualidad. En 2016 recibió el premio del Historischen Kollegs por su libro Terror y utopía. Moscú en 1937, considerado el premio de los historiadores alemanes por excelencia. Para El siglo soviético ha recibido una beca de la fundación Carl Friedrich von Siemens, en Munich y el Premio de la Feria del Libro de Leipzig 2018.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, en Internet podréis encontrar más información y, sin más verborrea, unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:

Arqueología de un mundo perdido...
"Lo que se presenta aquí como `Arqueología de un mundo perdido´ no es una nueva historia de la Unión Soviética, sino el intento de representar de nuevo la historia de este país de un modo distinto, sin duda, al de muchos de los impresionantes panoramas generales existentes. La Unión Soviética no fue únicamente un sistema político con fecha de inicio y de fin, sino un modo de vida con su propio desarrollo, su madurez, su decadencia y su disolución. Sus prácticas, valores y rutinas marcaron a varias generaciones de habitantes del país. Yo llamo a este universo de larga duración `civilización soviética´, independientemente de que pudiera pretender mostrarse superior al viejo mundo, al capitalismo o a Occidente. Los universos vitales pueden ser más longevos y estables que los ordenamientos políticos, y pueden sobrevivir una vez proclamado y consignado el fin de un sistema. Cualquiera que conozca cómo funcionan los estados sabe que dejan huella hasta mucho después de su final: las lenguas, el estilo de los edificios administrativos y educativos, la infraestructura y el trazado de las líneas ferroviarias, formas de trato, modelos formativos y biografías adoptados de tiempos anteriores, odio o apego sentimental a los amos del pasado; estos fenómenos pueden observarse por todas partes, ya sea en los antiguos dominios del Imperio británico, del otomano, o del austrohúngaro, incluso del Reich alemán. Algo muy parecido sucede con el imperio soviético. Sus huellas seguirán siendo visibles -físicamente y en los mapas mentales de los habitantes de este mundo posimperial y poscolonial- cuando la URSS comoi Estado haya caído en el olvido."

Magnitogorsk...
"El complejo tiuene más de 20 kilómetros de longitud y 10 kilómetros de anchura. La planta de Magnitogorsk sería el resultado de condensar la región entre Mánchester y Sheffield en un único pinto, una Pittsburgh al otro lado de los Urales. Tal como afirmó Stephen Kotkin a finales de la década de 1980, el Complejo Metalúrgico de Magnitogorsk era más que una simple `acería´. Eras un conjunto de decenas de fábricas, 10 altos hornos descomunales, 34 hornos Siemens-Martin y trenes de laminado que producía más acero al año que Canadá o Checoslovaquia, y casi tanto como todo el Reino Unido. En la antigua Unión Soviética, más de 10.000 fábricas dependían de Magnitogorsk, desde la industria de los tanques hasta la automovilística. Si los Urales eran `el corazón industrial de la Unión´, Magnitogorsk era la capital del imperio de acero. La mina, que está agotada desde hace ya mucho tiempo y ha dejado una fosa del tamaño de un cráter, se eleva ahora como una catedral de hierro y acero. El complejo consta de 130 fábricas. Es inabarcable e intrincado, con su laberinto de altos hornos, torres de refrigeración, coquerías, fundiciones, centrales eléctricas y de producción de calor, trenes de laminado y talleres, y al mismo tiempo es un gran conjunto orquestado en secreto por la lógica del proceso de trabajo. Por muy superada que esté hoy en día su tecnología, eso no cambia el estricto orden y la robusta precisión con la que se acoplaron tuberías, se tendieron vías y se levantaron chimeneas. Muchas veces no reconocemos el poder del ingenio humano y del trabajo de los ingenieros hasta que está en ruinas. Incluso la orgía de humo y hollín que se cierne sobre la ciudad día tras día y noche tras noche sigue un ritmo misterioso. En algún lugar deben de estar las 60.000 personas cuyas vidas y fuerzas consume este Moloc; día tras día, año tras año, generación tras generación. La irrupción de la era industrial en la región de Norteamérica, tal como la describió Leo Marx en `La máquina en el jardín´, resulta inofensiva en comparación con esta megamáquina de la estepa; tan inofensiva como el siglo XIX en comparación con el siglo XX, que se fundamentó en la movilización total. Pero así comenzó Magnitogorsk el año 1929, el año de la `Gran Ruptura´ y de la `revolución desde arriba´ de Stalin."

El parque Gorki...
"El parque de cultura y ocio era una institución en la vida soviética, igual que el desfile en la Plaza Roja, la kommunalka, las colas, el club y la representación de `El lago de los cisnes´ en el teatro Boshói. Se creó como un `parque de nuevo cuño´ durante la fase heroica de la Unión, en la década de 1930. El `nuevo ser humano´ no sólo debía descansar en él, sino también divertirse; no sólo entretenerse, sino también educar el intelecto y fortalecer el cuerpo. Esta concepción neutralizaba el contraste entre ocio y el trabajo, entre el individuo y la sociedad, o entre la `organización consciente´ desde arriba y la `actividad autónoma espontánea´ desde abajo. Tal y como explicaba un documento de principios de los años treinta, el parque soviético debía ser un `complejo de ocio, entretenimiento y cultura´. Nada era casual, ni las perspectivas ni el estilo de las esculturas, ni la programación ni los movimientos de las oleadas de visitantes. Como obra de arte global para la felicidad organizada, conciliaba elementos de instituciones educativas con los de un parque de atracciones, un estadio con un parque infantil, la `fuerza mediante la alegría´ con Disneyland. Y sin embargo era algo distinto, cuyo desarrollo abarca toda la historia de la civilización soviética, desde su capacidad de movilización inicial hasta su larga agonía final. La evolución del parque hasta convertirse en un lugar de la cultura soviética comenzó allí donde ha terminado: en el parque Gorki de Moscú."

El retrete soviético...
"En la `Evolución del retrete´, título de una exposición peterburguesa de 2004, tuvo un rol decisivo el inicio de la construcción masiva de viviendas y la consiguiente disolución progresiva de las kommunalkas a partir de los años sesenta. El excusado se convirtió entonces en un espacio realmente privado. De todos modos, las cosas no mejoraron para los retretes públicos, escasos en todas las ciudades soviéticas -en comparación con Pekín o Berlín, por ejemplo-. La inauguración de nuevos retretes públicos era un gran acontecimiento, como el año en que el Kremlin se abrió a los turistas y tuvo que equiparse con los servicios correspondientes. Los baños públicos del nuevo palacio del Kremlin, inaugurado en 1974, también quedaron grabados en la memoria de los ciudadanos de la época: su elegancia y su moderno sistema de climatización les recordaban a los `vestuarios para bailarinas y bailarines´. A diferencia de los retretes fuera de las paredes del Kremlin, estos estaban revestidos con mármol, las puertas tenían pestillo, y había papel en los portarrollos, no había una mujer malhumorada en la entrada para repartirlo. Ni siquiera el jabón costaba dinero, y era tan suave como el que debía de repartirse entre los delegados en la época de Stalin."

Fantástico viaje arqueológico al pasado soviético para comprender el pasado y entender el presente, que en el caso de la Rusia actual bajo el yugo del régimen de Putin sirve para entender ciertos aspectos que siempre sorprenden y asombran para los parámetros de Occidente, sistema soviético adaptado a una economía de mercado que mantiene, trata de mantener con éxito de momento, controlada a la ciudadanía. Ideal para inquietos de la actualidad, nostálgicos de la Guerra Fría y generaciones digitales que se enganchan al progresismo del que se han apropiado los nuevos apóstoles del comunismo caduco y fallido corrompiendo y acaparando el término de forma excluyente. El paraíso del proletariado era una cárcel, un gulag donde la vida y el entorno emanaba desde el Kremlin a cada población del imperio soviético. Ideal para regalo de navidades a la suegra que pensará que es uno de sus bodrios favoritos de novela histérica... 
¡Novela histórica, ups!

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido

Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org






theadversiterchronicle@hotmail.es
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger