Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
–
Arqueología de un mundo perdido-
Autor:
Karl Schlögel
Editorial:
Galaxia Gutenberg, S. L.
Traducción:
Paula Aguiriano Aizpurua
Edición:
Primera edición, septiembre
de 2021
A
raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia bajo el régimen
de Putin, resulta difícil comprender las ínfulas imperiales y que
la ciudadanía rusa tolere o acepte una tiranía que no duda en
sacrificar a sus súbditos sin protestar o rebelarse. La propuesta de
hoy es un fascinante viaje a la extinta URSS pero no como una
cronología de sucesos, efemérides y nombres, se trata de viajar al
entorno cotidiano, las cosas que hacían que la ciudadanía soviética
multicultural y étnica formaran parte de un todo dirigido desde el
Kremlin e irradiado a la inmensidad del imperio soviético. El autor
trata de rescatar del olvido como se vivió una época relativamente olvidada donde desde ir a un parque, tener una vivienda o simplemente
una obra de arte formaba parte de un todo orquestado. Cada apartado
tiene una ilustrativa introducción a la transición de la época
zarista a la revolucionaria. Descubriremos que el paraíso del
proletariado que superaría al sistema capitalista propiciando la
revolución mundial era en realidad un mundo opresivo y dirigido que
los proletarios del mundo capitalista ni acertaban a imaginar y donde
quienes visitaban la URSS caían en el influjo del sistema comunista
convirtiéndose en propagandistas y quienes viendo la realidad social
y física de la URSS cayeron en el desencanto de ver en qué había
quedado llevar a la práctica la revolución del proletariado...
Karl
Schlögel, nacido en 1948, fue profesor de Historia de Europa del
Este hasta su jubilación, primero en la Universidad de Constanza, y
a partir de 1995 en la Universidad Europea de Viadrina. Es autor de
numerosas e importantes obras en torno a la historia soviética y de
Europa Oriental, además de un comprometido comentarista de la
actualidad. En 2016 recibió el premio del Historischen Kollegs por
su libro Terror y utopía.
Moscú en 1937,
considerado el premio de los historiadores alemanes por excelencia.
Para El siglo soviético
ha recibido una beca de la fundación Carl Friedrich von Siemens, en
Munich y el Premio de la Feria del Libro de Leipzig 2018.
Datos
sacados de la contraportada y actualizados al año de edición, en
Internet podréis encontrar más información y, sin más verborrea,
unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:
Arqueología
de un mundo perdido...
"Lo
que se presenta aquí como `Arqueología de un mundo perdido´ no es
una nueva historia de la Unión Soviética, sino el intento de
representar de nuevo la historia de este país de un modo distinto,
sin duda, al de muchos de los impresionantes panoramas generales
existentes. La Unión Soviética no fue únicamente un sistema
político con fecha de inicio y de fin, sino un modo de vida con su
propio desarrollo, su madurez, su decadencia y su disolución. Sus
prácticas, valores y rutinas marcaron a varias generaciones de
habitantes del país. Yo llamo a este universo de larga duración
`civilización soviética´, independientemente de que pudiera
pretender mostrarse superior al viejo mundo, al capitalismo o a
Occidente. Los universos vitales pueden ser más longevos y estables
que los ordenamientos políticos, y pueden sobrevivir una vez
proclamado y consignado el fin de un sistema. Cualquiera que conozca
cómo funcionan los estados sabe que dejan huella hasta mucho después
de su final: las lenguas, el estilo de los edificios administrativos
y educativos, la infraestructura y el trazado de las líneas
ferroviarias, formas de trato, modelos formativos y biografías
adoptados de tiempos anteriores, odio o apego sentimental a los amos
del pasado; estos fenómenos pueden observarse por todas partes, ya
sea en los antiguos dominios del Imperio británico, del otomano, o
del austrohúngaro, incluso del Reich alemán. Algo muy parecido
sucede con el imperio soviético. Sus huellas seguirán siendo
visibles -físicamente y en los mapas mentales de los habitantes de
este mundo posimperial y poscolonial- cuando la URSS comoi Estado
haya caído en el olvido."
Magnitogorsk...
"El
complejo tiuene más de 20 kilómetros de longitud y 10 kilómetros
de anchura. La planta de Magnitogorsk sería el resultado de
condensar la región entre Mánchester y Sheffield en un único
pinto, una Pittsburgh al otro lado de los Urales. Tal como afirmó
Stephen Kotkin a finales de la década de 1980, el Complejo
Metalúrgico de Magnitogorsk era más que una simple `acería´. Eras
un conjunto de decenas de fábricas, 10 altos hornos descomunales, 34
hornos Siemens-Martin y trenes de laminado que producía más acero
al año que Canadá o Checoslovaquia, y casi tanto como todo el Reino
Unido. En la antigua Unión Soviética, más de 10.000 fábricas
dependían de Magnitogorsk, desde la industria de los tanques hasta
la automovilística. Si los Urales eran `el corazón industrial de la
Unión´, Magnitogorsk era la capital del imperio de acero. La mina,
que está agotada desde hace ya mucho tiempo y ha dejado una fosa del
tamaño de un cráter, se eleva ahora como una catedral de hierro y
acero. El complejo consta de 130 fábricas. Es inabarcable e
intrincado, con su laberinto de altos hornos, torres de
refrigeración, coquerías, fundiciones, centrales eléctricas y de
producción de calor, trenes de laminado y talleres, y al mismo
tiempo es un gran conjunto orquestado en secreto por la lógica del
proceso de trabajo. Por muy superada que esté hoy en día su
tecnología, eso no cambia el estricto orden y la robusta precisión
con la que se acoplaron tuberías, se tendieron vías y se levantaron
chimeneas. Muchas veces no reconocemos el poder del ingenio humano y
del trabajo de los ingenieros hasta que está en ruinas. Incluso la
orgía de humo y hollín que se cierne sobre la ciudad día tras día
y noche tras noche sigue un ritmo misterioso. En algún lugar deben
de estar las 60.000 personas cuyas vidas y fuerzas consume este
Moloc; día tras día, año tras año, generación tras generación.
La irrupción de la era industrial en la región de Norteamérica, tal
como la describió Leo Marx en `La máquina en el jardín´, resulta
inofensiva en comparación con esta megamáquina de la estepa; tan
inofensiva como el siglo XIX en comparación con el siglo XX, que se
fundamentó en la movilización total. Pero así comenzó
Magnitogorsk el año 1929, el año de la `Gran Ruptura´ y de la
`revolución desde arriba´ de Stalin."
El
parque Gorki...
"El
parque de cultura y ocio era una institución en la vida soviética,
igual que el desfile en la Plaza Roja, la kommunalka, las colas, el
club y la representación de `El lago de los cisnes´ en el teatro
Boshói. Se creó como un `parque de nuevo cuño´ durante la fase
heroica de la Unión, en la década de 1930. El `nuevo ser humano´ no
sólo debía descansar en él, sino también divertirse; no sólo
entretenerse, sino también educar el intelecto y fortalecer el
cuerpo. Esta concepción neutralizaba el contraste entre ocio y el
trabajo, entre el individuo y la sociedad, o entre la `organización
consciente´ desde arriba y la `actividad autónoma espontánea´
desde abajo. Tal y como explicaba un documento de principios de los
años treinta, el parque soviético debía ser un `complejo de ocio,
entretenimiento y cultura´. Nada era casual, ni las perspectivas ni
el estilo de las esculturas, ni la programación ni los movimientos
de las oleadas de visitantes. Como obra de arte global para la
felicidad organizada, conciliaba elementos de instituciones
educativas con los de un parque de atracciones, un estadio con un
parque infantil, la `fuerza mediante la alegría´ con Disneyland. Y
sin embargo era algo distinto, cuyo desarrollo abarca toda la
historia de la civilización soviética, desde su capacidad de
movilización inicial hasta su larga agonía final. La evolución del
parque hasta convertirse en un lugar de la cultura soviética comenzó
allí donde ha terminado: en el parque Gorki de Moscú."
El
retrete soviético...
"En
la `Evolución del retrete´, título de una exposición
peterburguesa de 2004, tuvo un rol decisivo el inicio de la
construcción masiva de viviendas y la consiguiente disolución
progresiva de las kommunalkas a partir de los años sesenta. El
excusado se convirtió entonces en un espacio realmente privado. De
todos modos, las cosas no mejoraron para los retretes públicos,
escasos en todas las ciudades soviéticas -en comparación con Pekín
o Berlín, por ejemplo-. La inauguración de nuevos retretes públicos
era un gran acontecimiento, como el año en que el Kremlin se abrió
a los turistas y tuvo que equiparse con los servicios
correspondientes. Los baños públicos del nuevo palacio del Kremlin,
inaugurado en 1974, también quedaron grabados en la memoria de los
ciudadanos de la época: su elegancia y su moderno sistema de
climatización les recordaban a los `vestuarios para bailarinas y
bailarines´. A diferencia de los retretes fuera de las paredes del
Kremlin, estos estaban revestidos con mármol, las puertas tenían
pestillo, y había papel en los portarrollos, no había una mujer
malhumorada en la entrada para repartirlo. Ni siquiera el jabón
costaba dinero, y era tan suave como el que debía de repartirse
entre los delegados en la época de Stalin."
Fantástico
viaje arqueológico al pasado soviético para comprender el pasado y
entender el presente, que en el caso de la Rusia actual bajo el yugo
del régimen de Putin sirve para entender ciertos aspectos que
siempre sorprenden y asombran para los parámetros de Occidente,
sistema soviético adaptado a una economía de mercado que mantiene,
trata de mantener con éxito de momento, controlada a la ciudadanía.
Ideal para inquietos de la actualidad, nostálgicos de la Guerra Fría
y generaciones digitales que se enganchan al progresismo del que se
han apropiado los nuevos apóstoles del comunismo caduco y fallido corrompiendo y acaparando el
término de forma excluyente. El paraíso del proletariado era una
cárcel, un gulag donde la vida y el entorno emanaba desde el Kremlin
a cada población del imperio soviético. Ideal para regalo de
navidades a la suegra que pensará que es uno de sus bodrios
favoritos de novela histérica...
¡Novela histórica, ups!
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt
Lake City, Utah
Director
Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org
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